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Saboreando Castellón en las ruinas de una vieja bodega

6 marzo, 2020

Ana Sánchez Zahonero

El Celler de Proava es un espacio único descubierto en pleno centro de la ciudad de Valencia. Hace apenas tres años que abrió sus puertas al público. Indudablemente supone uno de los lugares especiales que podemos disfrutar en el barrio de El Carmen.

Gracias al IVVSA (Instituto Valenciano de Vivienda) a través de excavaciones arqueológicas han podido recuperar la bodega que yacía bajo del suelo de la ciudad. Una bodega del S.XIII que en su momento fue un espacio periurbano, donde vivían familias de cierto nivel adquisitivo, a las puertas de la Valencia amurallada.

Proava, asociación sin ánimo de lucro con el objetivo de fomentar el consumo de productos agroalimentarios de calidad de la Comunitat Valenciana, dedica este espacio único a diferentes actividades desde presentaciones o eventos hasta catas de vinos o incluso se han estrenado con clases de yoga. 

En la visita a esta bodega los afortunados pudimos apreciar las ruinas que se encuentran bajo el suelo transparente de la sala multifuncional. Ruinas que en su día, fueron una bodega dividida en dos partes; la de producción y la de almacenamiento.

Proava siempre nos presenta y acerca los mejores productos de la Comunitat. En esta ocasión, de la mano de dos expertos del mundo vitícola; Juan Manuel Gonzalvo, enólogo de las dos bodegas a catar y Manolo Fuster, socio de una de ellas, la Bodega Alcoví.

Juan Manuel Gonzalvo realizó una clara exposición de su trabajo tanto en la bodega Alcoví como en Vins L’Estanquer, donde no dudó en resaltar la importancia del sabor en boca frente al aroma «que es más efímero». 

Vins L’Estanquer en Canet lo Roig. Desde 2010, la viña que históricamente había sido familiar y de autoconsumo empezó a convertirse en una bodega donde se elaboran vinos de calidad. El nombre de la bodega proviene del nombre que recibe su padre el cual tenía un estanco en el pueblo, l’estanquer de estanquero.

Ahora se trata de un proyecto familiar basado en 5 hectáreas de viña, de variedades Garnacha, Carinyena, Tempranillo, Merlot, Syrah… Este mismo año la bodega ha entrado en la IGP de Castellón ratificando así su calidad y compromiso con la producción vitícola. 

En este caso se cataron dos de sus vinos; Xiulit Blanc y L’estanquer Negre. En el primero de los casos pudimos conocer un vino con historia. Su nombre proviene del término xiulit que no solo se utilizaba para referirse al silbido en valenciano (al que se hace referencia en su etiqueta) también a una persona delgada como era el abuelo.

En cuanto a la cata de este, de variedad macabeo y del 2019, resulta un vino fresco, amable y ligero.El segundo que se presentó fue L’estanquer Negre.  Recibiendo el nombre de la propia bodega. Este vino se trata de una variedad garnacha del año 2018.  Un vino sabroso y redondo. Con olor fuerte floral y a madera. Este es uno de los casos donde se demuestra la prevalencia del sabor al aroma.

Pasando a Bodegas Alcoví conocimos a Manolo Fuster uno de los socios de la bodega. En Almedíjar y en pleno corazón del Parque Natural de la Sierra de Espadán al sur de la provincia de Castellón, se sitúa esta pequeña bodega de ocho hectáreas que la trabajan cinco socios. Este año fue el décimo aniversario de la bodega.

El clima mediterráneo, el entorno natural y en especial el suelo de rodeno hacen que los vinos sean únicos. Se trabaja mayoritariamente variedades de cabernet Sauvignon y monastrell todos ellos en el término municipal de Almedíjar.

En este caso, la bodega propuso catar en primer lugar, Paraje de Mosquera de variedad monastrell y cabernet sauvignon conseguido a través de vendimia mensual en septiembre y cuatro meses en roble francés. Un vino del 2016 que en boca es sabroso e intenso y posee un color rojo picota.

Por otro lado, se nos presentó Alma de Espadán, recibiendo el nombre de la localización donde se produce. Este vino, un monovarietal de syrah con vendimia manual en septiembre al igual que el anterior y con 10 meses en roble francés. En boca con sabor algo más suave al anterior, redondo y equilibrado y un rojo más inteso. En nariz aromas de frutas negras y violetas.

La bodega también presento el Alma de Espadán versión monastrell 100%. Con vendimia manual en septiembre y 4 meses en roble francés. En boca goloso, con fuerte sabor a licor y largo. En nariz, aromas a frutas aromáticas, fruta roja y regaliz.

Por último, nos topamos con Rodana. Un cavernet sauvignon con syhrah del 2015. Un vino potente y carnoso además profundo.

En esta experiencia los asistentes no solo pudieron degustar los vinos que trajeron estas dos bodegas sino que además pudieron descubrir lo que se esconde bajo el suelo de esa parte histórica de Valencia. El Celler de Proava es un sitio imprescindible para visitar y además ofrece muchas oportunidades y actividades para disfrutarlo. (https://proava.org/celler-proava/el-celler )

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