3 December, 2014
José A. López
Sin duda se ha convertido en uno de los restaurantes de moda de nuestra ciudad. Se habla, y bien de él, hasta en los círculos más exigentes.
Algo tendrá el agua cuando la bendicen.
Sin embargo, no todo ha sido un camino de rosas.
Cuando Javier, un jovencísimo emprendedor, inauguró Ginebre hace muy pocos años no pensó, en ningún momento, la cantidad de esfuerzos que le supondría llegar hasta donde está hoy. Todavía hay quien piensa que la hostelería está abierta a todo el mundo. Nada más erróneo.
El tesón, la ilusión y el trabajo le han permitido estar orgulloso de su local. Y esto no es más que el comienzo.
Le estoy escuchando pedir disculpas una vez más. Un cliente le pide una mesa para esta noche, sábado, y es totalmente imposible. Ni fuera ni dentro del local. Javier está molesto porque quiere atender a todo el mundo.
Es su pasión más que su trabajo, pero no puede quedar bien con todos.
Ginebre es un lugar fresco, acogedor, no muy grande o tal vez lo suficiente. Javier siempre ha dicho que él quería un local que dominara, no que fuera al revés.
Todo en el local es armonía. Desde la elección de los colores de las paredes, la decoración de sus amplios ventanales, el contraste con las mesas, la selección de la cristalería y la vajilla… es un conjunto de elementos que te invitan a estar tranquilo desde el momento que cruzas la puerta. Una iluminación ad hoc y una música que casi pasa desapercibida, pero que te ayuda a relajarte.
Todo muy bien estudiado dentro de una espontaneidad… equilibrada.
Javier y su equipo han ido en pos de conseguir un tipo de cocina muy especial, casi rozando la exclusividad y a fe que lo han conseguido en muchos de sus platos.
Partiendo de las materias primas más selectas y frescas Ginebre compone un menú diario que hace, en la mayoría de las ocasiones, que sea difícil decantarse por unos platos u otros.
El día de nuestra visita se nos presentaron como entrantes, una sopa de hongos con níscalos salteados, huevos de codorniz , cecina y trufa. O bien unos buñuelos de bacalao con all-i-oli de wasabi. Podías elegir, además, entre un wan-tan crujiente relleno de tsukune japonés y salsa teriyaki . Croquetas de pollo al ast y trufa y, como última opción, el carpaccio de vieiras con foie micuit.
Si ya les avisé que era muy complicado elegir el menú, esperen que esto no ha hecho más que empezar.
Como platos principales elegiremos entre el rollito crujiente de rabo de toro con cremoso de patata trufada o la terrina de cordero en su jugo con milhojas de patata y asadillo manchego. Y si le gusta el pescado aquí van dos recomendaciones. La merluza del cantábrico sobre parmentier de lima y caldo dashi o el tataki de salmón con alga wakami marinada con sésamo y huevas de trucha.
Vayan saboreando lentamente y disfruten, además de la comida, de una amplísima selección de vinos perfectamente conservados y presentados en su punto.
Llega la hora del postre y volvemos a tener problemas con la selección de los mismos. Aquí se nos presentan la terrina de manzana sobre crema inglesa, limón y falsa canela. O bien las milhojas crême brûlé y mango caramelizado con naranja.
No se compliquen la vida, lo mejor es que vengan varias veces y lo prueben todo, porque de lo contrario se quedarán con la opinión de sus compañeros de mesa sobre cada plato elegido, pero usted sólo probará uno.
Como colofón de una magnífica comida o una estupenda cena, recuerde que Ginebre tiene una de las mayores variedades de ginebra de nuestra ciudad y que, más a más, Javier les deleitará con una de sus creaciones “alrededor del gin tonic”.
Ginebre restaurant gin club está en la calle Eolo, 7 esquina. Junto a la calle Chile, para más datos. Su teléfono el 96 206 34 24. Tiene un menú de lunes a sábado de 12.90 €.
Un buen sitio para disfrutar del mejor momento.
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