Déjate seducir por el mundo del vino
Déjate seducir por el mundo del vino
7 September, 2023
Jaime Nicolau
No son unas horas fáciles para el vino valenciano. Eduardo Mestres no ha podido terminar una vendimia más, y acumulaba a sus espaldas varias decenas, de sus amados vinos valencianos. De Castellón a Alicante y de la playa de la Malvarrosa en Valencia a Utiel-Requena. Todos sin excepción. Este catalán de nacimiento pero valenciano de adopción apostó cuando nadie se atrevía a hacerlo por poner en valor el trabajo de agricultores y bodegueros en un sector de enorme tradición en la Comunitat Valenciana como el vinícola. Eran tiempos de fotografías en blanco y negro, de graneles, de contedores a miles desde el Puerto de Valencia. Desde sus tiendas repartidas por toda la ciudad de Valencia peleó por poner en valor ese trabajo de los bodegueros y convertirse en su punto de encuentro con el público final. Y a fe que lo hizo. Abrió las puertas a todo aquel que se armó de valor para embotellar y contribuyó a cambiar aquella tendencia para presumir con orgullo de cada botella, de cada proyecto, de cada enólogo…
Llegó a Valencia el 25 de abril de 1969 desde sus queridas tierras de El Garraf. Lo hizo para quedarse y para escribir, poco a poco, una de las historias más apasionantes del mundo del vino valenciano en el que desde el principio creyó mucho más que los propios bodegueros. Cogió su bandera cual Quijote y la fue llevando con orgullo allá donde iba. Convirtió sus tiendas de barrio, junto al resto de Els Bodeguers, en templos del vino, con muchísimas referencias llegadas desde diferentes rincones de la Comunitat.
Su inagotable energía le llevó a crear Proava y su Mostra de Vins en unos tiempos en los que casi nadie creía en el potencial del sector. Obligó a los “grandes” a estar en esa primera edición de La Mostra en la Plaza del Ayuntamiento. Llamó en persona y uno por uno a amigos como José María Gandía o Arnoldo Valsangiacomo. Hizo que confiaran en él y no les defraudó. Una metáfora de lo que después ha ido construyendo con cientos de proyectos bodegueros. Con Proava logró cimentar lo que es hoy, uno de los motores de los productos agroalimentarios de calidad de nuestras tierras. Y con Els Bodeguers creó los premios que dieron brillo al trabajo de los enólogos. Discutió y peleó con los políticos tantas veces como fue necesario hasta rehabilitar el Celler del S.XIII que hoy luce inmaculado en la Calle Baja. Rosa y Teresa aún sonríen recordando alguna llamada de aquella época, al tiempo que lloran recordando tantos momentos vividos a su lado.
Y no cambió nunca. Su envidiable fortaleza nos hizo pensar que siempre estaría ahí. Reía cuando decía que no pisaba un médico ni una farmacia. No fallaba ni un día a su cita con su “centro de operaciones” en La Malvarrosa. Desde allí controlaba todas sus tiendas. Un ritual recorrer sus estrechos pasillos hasta el despacho de Eduardo. Y ahí habías echado el día porque cuando estaba a gusto el tiempo se paraba.
Estoy seguro de que el sector del vino valenciano será capaz de valorar la figura de Eduardo Mestres como toca. No será fácil encontrar una figura que defienda con tal pasión a todo el sector, sin excepción. Un Quijote sin armadura, valiente y con don de palabra. Que no se ha callado nunca ante lo que consideraba una injusticia.
Hoy es un día triste. Solo el grito unánime del sector levantando la copa en tu honor le dará un poco de sentido. Abre la botella que quieras y dale una copa a Arnoldo y José María. Y quédate tranquilo que seguiremos con tu lucha por los vinos valencianos.
DEP Amigo Eduardo en tu querida Vilanova i la Geltrú!
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5 comentarios en
Lo siento mucho. Era un catalán muy querido en la Malva-rosa, dueño del Superbotella y de unos recreativos qué hizo par bien de todos.
Sin duda poseyó valores envidiables y doy fe de ello. Le conocí donde efectivamente era todo en blanco y negro que difícilmente en el sector,era complicado apostar por cualquier plataforma particular vinicola autóctona pero Eduardo lo hizo y dio a conocer los grandes vinos que tenemos en la comunidad Valenciana.
Cada mañana bien pronto me tomaba el cortadito en los soportales de Blasco Ibáñez, era un ritual que no fallaba de lunes a viernes antes de entrar a trabajar al CEIP San Pedro. Siempre nos recibías con unas palabras cariñosas y las noticias del día que ya te sabías del periódico. Ya me jubile hace dos años pero te recuerdo siempre con cariño. Eso dice mucho de tí. Hombre de fuertes convicciones.
Todos debemos de estar orgullosos de tener como contemporáneo a una persona como Eduardo. No lo conocí, pero me emociona pensar que hay gente como el, con vocación y determinación es capaz de levantar la industria vitivinícola valenciana en particular y española en general.
Un placer haber conocido, disfrutado y trabajado con alguien tan amante del vino como de la gastronomía de calidad. Buena persona y buen cliente.
Nos vemos en los bares.