13 abril, 2022
Jaime Nicolau / Mª Carmen González
Que el mañana no te impida saborear el hoy podría añadirse para completar una reflexión profunda que va mucho más de un par de frases. Bucear en las raíces y agarrarlas fuerte para afrontar el futuro es un ejercicio tan sano como real. Y cuanto más fuerte se agarre ese pasado que ha hecho de nosotros lo que hoy somos, mejor será el futuro.
Tras dos años sin celebrarse, vuelve la Mostra de Vins de PROAVA. La de siempre. La del viejo cauce del Túria. La que lleva entre nosotros más de tres décadas. La que se ha convertido en un fenómeno social para los valencianos reuniendo a un buen puñado, casi un centenar, de bodegas y alimentos tradicionales llegados desde todos los rincones de la Comunitat Valenciana. Y lo hace desacelerando, pues la pandemia ha traído a nuestras vidas la intención de saborear los momentos y dejar de vivir a una velocidad de vértigo. Vamos a parar y vivir, para intentar saborear la vida a tope. Y es que este esperado retorno va a suponer la constatación de haber aprendido a mirar con mejores ojos lo que tenemos cerca, los productos de proximidad. Y si la Mostra puede presumir de algo es de ser el gran escaparate de la proximidad. Eso y un ambiente festivo que la hace única.
Es momento de bobales y monastreles, pero también de verdiles y malvasías. De arcos y forcallàs y hasta de la morenillo de Castellón. Pero, sobre todo, es tiempo de visitar un evento con todos los alicientes para seguir siendo una referencia obligada en el calendario de los winelovers valencianos. Es momento de mirar nuestras raíces y asomarnos a los vinos de las Denominaciones de Origen valencianas: Utiel-Requena, Valencia o Alicante. Es tiempo de atrevernos con los productos de la creciente IGP Vins de Castelló. Toca brindar con cavas de Requena y acompañar cada copa con un bocado de productos autóctonos, artesanos y de proximidad.
Toca hacerlo como llevamos tres décadas haciéndolo, pues han pasado ya tres décadas desde que Eduardo Mestres, encabezando a Els Bodeguers, fuera convenciendo uno por uno a un puñado de ilustres bodegueros para celebrar la primera Mostra en la Plaza del Ayuntamiento de València. Con él PROAVA y el certamen se fueron consolidando cada año hasta convertirse en un fenómeno social para los valencianos. Le tomó el relevo Félix Cuartero, que dio continuidad al proyecto incorporando importantes activos como el Concurso Oficial de Vinos de la Comunitat Valenciana. Ahora le ha relevado Lluís Eduard Romero, que mantiene el objetivo de que PROAVA y la Mostra sigan siendo referencia obligada para los valencianos.
A nivel organizativo la Mostra también se reinventa. Este año no ocupará únicamente el espacio habitual. En esa zona arbolada estarán los expositores, quedando a su lado una nueva zona en la que se ubicarán las actividades paralelas, que son muchas. También habrá novedades con las entradas. La de un único día costará 8 euros y tendrá dos degustaciones, más la copa de cristal. También habrá otro modelo por 15 euros que servirá para todos los días del evento, con dos consumiciones por día. Una vez terminadas las degustaciones que se entregan junto a las entradas, cada visitante podrá pagar directamente en los expositores. Los horarios, desde el jueves por la tarde hasta el lunes de San Vicente por la tarde, abriendo cada día el evento a las 11:00 horas.
En cuanto a las actividades paralelas, como siempre, tendrán un papel estelar las catas. Se celebrarán entre el viernes y el lunes en tres horarios de mañana (12:00, 13:00 y 14:00 h) y tres de tarde (17:00, 18:00 y 19:00 h). Junto a ellas también habrá espacio para el Túnel de los Sentidos, con vinos y aceites, cuya entrada tendrá un precio de 10 euros. Se mantiene, como en ediciones anteriores, el servicio de ludoteca que llega acompañado de una zona de atracciones para los más pequeños de la casa.
Los conciertos
La música en directo será otro de los atractivos de la Mostra. Los conciertos comenzarán el sábado a las 13:00 h con The Sure Cards. El domingo 24, en el mismo horario, será el turno de Maho Blues Band. Para el lunes de San Vicente quedan dos conciertos: Juan Mares a las 13:00 h y Replay a las 17:00 h.
El enoturismo
Y para completar una oferta excepcional, otra de las novedades llegará de la mano del enoturismo, situando El Celler de PROAVA como auténtico centro de conexión con experiencias inolvidables que se pueden vivir en torno al mundo del vino de la Comunitat Valenciana. Y es que el Celler del s. XIII de PROAVA se ha convertido en un excelente baluarte de la historia del vino en nuestra tierra, consolidándose como uno de los puntos más visitados de la ciudad de València por los winelovers.
La historia del Celler
Posiblemente hemos paseado decenas de veces por los alrededores de la calle Baja y de la plaza del Árbol de Valencia sin percatarnos de un gran tesoro escondido: los restos de la bodega más antigua de la ciudad. Se trata de un celler (bodega en valenciano) que pertenecía a una casona agrícola señorial del s. XIII, concretamente a años cercanos (y posteriores) a la conquista cristiana de la ciudad en 1238.
El hallazgo de estos restos se produjo de manera casual a finales de los años 90, cuando se demolieron algunas viviendas de la zona y se excavó para construir los garajes y cimientos de 21 viviendas de VPO. En la actualidad, esta antigua bodega forma parte de la sede de PROAVA (Promoción Agroalimentaria de Calidad de la Comunidad Valenciana), organización sin ánimo de lucro cuyo objetivo principal es la promoción de los productos agroalimentarios valencianos.
El celler se encontraba en el sótano de una casa agraria a la que se accedía a través de una empinada escalerilla por lo que hoy es la calle Baja, en aquellos tiempos fuera de las murallas que rodeaban la ciudad. Estamos hablando de la antigua muralla árabe, ya que la cristiana no se construyó hasta un siglo más tarde, impulsada por el rey Pedro el Ceremonioso.
En esta bodega se almacenaba vino y se cree —aunque aún no se ha podido demostrar por completo— que también se pudo elaborar. De hecho, en la excavación se encontraron tinajas y quedan restos de cuatro depósitos situados a diferentes alturas para el filtrado y decantación de los vinos. Lo que no parece nada probable es que se comerciara con ellos. Serían vinos para el consumo propio de la familia propietaria y para intercambiar por otros productos. En este almacén también se guardarían aceite y cereales.
El recinto, en cuya construcción se utilizó el tapial en costra (tierra prensada con capas de cal), tiene planta rectangular y unas dimensiones de siete por cinco metros. Sus muros alcanzarían los cuatro metros de altura. El espacio central tiene un banco corrido y un arco rebajado. A la obra que encontramos hoy se añadieron dos arcos de sillería recuperados del derribo de la edificación que existía en la calle Baja, 31.
Desconocemos cuánto tiempo estuvo en funcionamiento esta bodega, pero lo que sí se sabe, por los restos encontrados, son otros usos que ha tenido este recinto: casa para tintes (aprovechando los antiguos depósitos de vino), telar e incluso cementerio.
Uso actual
Como decíamos, los restos de esta antigua bodega se han incorporado al espacio que tiene PROAVA como sede en la calle Baja, 29. Tras su descubrimiento, se llevaron a cabo labores de restauración y acondicionamiento del lugar, con el objetivo de eliminar añadidos de siglos posteriores —como una escalera o un pozo de agua— y devolver el celler a su estado original del s. XIII.
Los restos de la antigua bodega son visibles desde la calle, concretamente desde la plaza del Centenar de la Ploma, a través de grandes ventanales incorporados a la moderna edificación que se construyó encima. Asimismo, pueden verse desde el interior de PROAVA, tanto una parte descubierta como otra cubierta bajo grandes paneles de metacrilato.
Tras el acondicionamiento del lugar —tarea en la que aún resta alguna obra más—, PROAVA intenta darle nueva vida y nuevos usos, siempre relacionados con el elemento objetivo de su creación: el vino. Así, ya ha organizado varias catas y algunas visitas, y baraja diferentes ideas para darle una nueva utilidad, como crear un centro de interpretación del vino, sala para exposiciones temporales o espacio para realizar talleres sensoriales, entre otros. En cualquier caso, el objetivo sería divulgar la cultura vitivinícola valenciana.
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