24 junio, 2024
Dicen que la moscatel quiere sol y quiere mar. También dicen que por eso es una de las uvas blancas por excelencia del arco mediterráneo. Es cierto que es una uva espectacular para elaborar mistelas y vinos con toques dulces. Pero también es cierto que trabajada en un vino blanco seco ofrece resultados sorprendentes con una nariz tan potente que es capaz de embriagar con sus reconocibles aromas. Si unimos esta «versión seca» del moscatel a la apuesta por la singularidad y la distinción que ofrecen las uvas autóctonas, tenemos todas las claves de la nueva apuesta de Valsangiacomo: Moscatel de Santjaume. Esta familia de vinos hace referencia referencia a Vall de Sant Jaume, la primera marca que la familia embotelló a mediados del siglo pasado en su bodega del Grao del Valencia y que es la traducción del apellido Valsangiacomo al valenciano.
Precedido del éxito que ha supuesto su «hermano» Malvasía de Sanjaume, esta bodega familiar que hoy dirige la quinta generación de Valsangiacomo puso su mirada en el excelente moscatel que se cultiva en el centro de la zona de producción de Moscatel de la DOP Valencia cercanos a su bodega de Chiva.
Un viñedo expuesto al viento salino del Mediterráneo
Las características de las parcelas vienen marcadas por su suelo arcilloso calcáreo con alguna zona pedregosa, y la influencia del viento salino del mar Mediterráneo. Tras una selección de las mejores parcelas, se realiza una vendimia manual que tiene lugar de manera temprana, lo que permite obtener una mejor acidez y una mayor frescura en el vino.
Buscando el mejor equilibrio posible, elaboran la uva de dos formas diferentes según las parcelas de donde procedan los racimos: Los racimos de la zona más alta maceran y fermentan a baja temperatura en contacto con las pieles buscando una mayor complejidad en boca. Los racimos de la zona más baja, más maduros en el momento de la vendimia, se elaboran de forma más tradicional, separando el mosto yema y dejándolo en contacto con las lías finas, lo que aporta al vino su volumen en boca y sus aromas más característicos. Una parte de estos vinos permanece en barrica nueva de roble francés, logrando así un agradable equilibrio entre complejidad y frescura.
A la vista es un vino de color amarillo limón, limpio y brillante, con ribetes verdosos. En nariz presenta eroma característico de la variedad moscatel, con recuerdo a flores frescas, jazmín, flor de azahar y notas cítricas. En boca cuenta con un buen volumen y complejidad, combinado con notas frescas de hinojo, pomelo y piel de naranja. Persistente, con una crujiente y fresca acidez.
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