30 abril, 2021
David Blay
Poco podía prever George Lucas (que ni siquiera atisbaba el éxito que vendría) que ese título derivado del estreno del Episodio IV de La Guerra de las Galaxias tendría connotaciones más de 40 años después. Pero, sin irnos a Tatooine, hoy el mundo libra una batalla contra un enemigo invisible. Y cualquier rayo de esperanza es más que bienvenido.
La primavera suele focalizar ese sentimiento, como lo ha hecho el levantamiento de las restricciones vespertinas para la hostelería. El buen tiempo y las terrazas, con la mochila remanente de la prudencia, nos incita a pensar que podremos acercarnos a nuestra vida anterior. A, al menos, tratar de mejorar lo pasado durante el último año.
Y esa palabra, esperanza, se plasma en la apertura de nuevas apuestas. En la llegada a Valencia de personas cosmopolitas que eligen esta ciudad para revivir, para compartir lo que experimentaron en otros lugares y para mostrar valentía en momentos donde hay más carteles de ‘cerrado’ que de ‘new opening’.
Sophie y Matías forman una pareja diversa pero complementaria. Ella francesa, él argentino, conocen obviamente los ambientes de París y Buenos Aires pero también el de Barcelona, donde ubicaban su residencia hasta hace bien poco.
Su mundo inicial era el de las startup (trabajaban para AirBnB), pero hubo un momento que su pasión por recibir gente en casa y enseñarles cómo en todo el planeta existe un movimiento imparable en torno a los vinos naturales transformó su ático en la Ciudad Condal en una sede experiencial. Y decidieron que ese sería su siguiente camino.
En la ruzafera calle Reina Na Maria abrirá el 22 de mayo ‘Mes Amours’, un espacio para el tardeo que no solo fomentará la nueva cultura vinícola sino que apostará por acompañarla con platos veganos. Todo ello procedente de pequeños productores, con la intención de dar voz a quienes pelean por continuar vivos con una propuesta diferente a la genérica.
Y descubrir, de paso, sus historias. Y romper con el estereotipo que dice que estas etiquetas son más caras. Y hasta probar vinos espumosos o naranjas para abrir la mente a esa nueva existencia que (ojalá) nos venga a todos muy pronto.
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