16 julio, 2018
Jaime Nicolau / Fotos: Vicent Bosch
Celler del Roure y Pablo Calatayud, Pablo y Celler, tanto monta, nos tienen tan mal acostumbrados que cualquier proyecto que nace de las entrañas de este referencia obligada del mundo del vino valenciano, nos tiene ganados de antemano. Son vinos que cuentan historias. Las susurran más que las cuentan, con una delicadeza que sólo puede entenderse del cariño hacia el patrimonio que supone el territorio, el viñedo, el terroir que tanto se lleva.
Ahora la llamada a la puerta es de Les Prunes, un espectacular rosado con espíritu de blanco que se encuadra dentro de una saga, Les Filles d’Amalia, dedicada a la madre de Pablo.
La etiqueta vuelve a ser obra de Dani Nebot y quiere trasladar toda la sutileza del vino a la vista. LES FILLES D’AMÀLIA es un proyecto que nace en Celler del Roure pero que «igual algún día echa a volar y significa que seguimos cabalgando a lomos de la mandó en busca de un mediterráneo más y más fresco y que no se vayan todavía, que aún hay más, que tenemos por delante un largo viaje ple d’aventures, ple de coneixences” señala Pablo Calatayud
Sigue el enólogo valenciano explicando «mi madre se llama Amalia y esta colección de vinos que serán dos, uno tranquilo (Les Prunes) y otro espumoso (Les Danses), va dedicada a ella. Le prometí que haríamos un vino dulce y le llamaríamos “Dolç d’Amàlia” pero pasan los años y ese vino aún sigue en proyecto así que, mientras llega el dulce, le queremos dedicar dos vinos que deberían ser tan finos y delicados como las flores perfumadas que ella cuida en su jardín». Pero no es la única homenajeada en este nuevo proyecto. «Les filles d’Amàlia también quiere decir las hijas de Amalia, mis hermanas, y es porque este proyecto también va relacionado con ellas y con sus dos viñedos en El Bosquet y en la Casa Pitxó y porque ellas también nos han ayudado mucho a llegar hasta aquí y también merecen un reconocimiento» añade Pablo.
Pero no son estas las únicas claves de este nuevo producto de la factoría Celler. La etiqueta frontal dice BLANC DE MANDÓ, «porque está elaborado como un vino blanco con uvas tintas de esa variedad injustamente olvidada que un buen día nos enamoró y que se llama mandó», explica el enólogo. La contraetiqueta dice VI VERGE y eso es «porque no lleva vino de prensa, sólo lleva mosto virgen», continúa, y también dice ROSAT porque al final va y resulta que este «vino blanco es de color de rosa», concluye.
Y hablando de Celler y de Pablo Calatayud, falta un ingrediente para acabar de dar la receta de este nuevo vino: las tinajas. Éstas también tienen algo que decir aquí. «Les Prunes termina de fermentar y se cría durante seis meses en tinajas de barro enterradas de ciento cincuenta arrobas y tendrá el mismo precio que safrà (vais a ver qué maravilla, safrà 2017) porque las uvas son las mismas y los costes de producción también. Qué sería de nuestras tinajas de barro sin la bella y sutil mandó y qué sería de nuestra mandó sin estas bellas tinajas durmientes», concluye.
Y ¿por qué se llama les prunes? Porque quiere ser la fruta pura y fresca que encuentras en un arbusto una tarde de verano, la delicada pruna silvestre que aún no ha terminado de madurar pero que ya huele tan bien que esta mañana se ha acercado un pájaro y a punto ha estado de darle un picotazo.
También desliza Pablo su nuevo espumoso, Les Danses, del que les hablaremos en breve, porque es un producto elegante y espectacular que llegará más cerca de Navidad, y con él una auténtica revolución en espumosos.
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