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Las reservas & el decoro

15 July, 2022

Pedro G. Mocholí
No sé muy bien por qué esta sociedad que ruge en busca de mayores derechos, a la hora de reivindicar la educación y las buenas maneras, retrocede hasta tiempos prehistóricos, donde la norma más común era conseguir las cosas a base de mamporros.

No es la primera vez que hablo de ello, y estoy seguro que no será la última, ¿por qué a la hora de anular una reserva no somos unos caballeros?

Parece una tontería, pero en el mundo de la hostelería uno de sus talones de Aquiles es todo aquello que rodea al mundo de las reservas.

Les puede parecer una tontería, pero en absoluto lo es. Cuando usted realiza una reserva, en cierto modo usted está contrayendo con el hostelero un compromiso de asistencia con el restaurante para comer o cenar.

Y esa circunstancia, que usted puede tildar de relativa o inherente, para el hostelero es toda una declaración de compromiso, por el cual él les garantiza que ustedes van a tener una mesa a su disposición a la hora que han pedido.

Con esa reserva, y con las demás que tenga, él va hacer una previsión de compra de productos y de ingredientes para darles de comer o cenar. No es un contrato en vigencia, pero compromete a ambas partes a rubricar sus demandas; que usted acuda, y que él les dé de cenar.

Pero por desgracia, cada vez más gente no cumple con la asistencia a un restaurante una vez ha hecho la reserva, y lo peor, no la anula, con el consiguiente trastorno y perjuicio que esa situación genera al empresario o cocinero: pérdida de comensales, deterioro del producto y algunas situaciones más.

La reserva, aunque ustedes no lo crean es un favor que el hostelero nos hace, sí, sí, el hostelero, pues gracias a ella, usted se garantiza que va a poder comer o cenar, una situación que si no existiera, conllevaría grandes dolores de cabeza.

Imaginen que tienen previsto realizar un viaje y que durante ese recorrido tienen ilusión por comer o cenar en un restaurante. Realizan la reserva y con ella se garantizan que van a poder comer.

Si no existiera esa facilidad, usted se encontraría con la dificultad de buscar un establecimiento y ponerse a la cola y esperar su turno.

Como pueden observar, la reserva es una facilidad que nos ofrece el empresario hostelero para garantizarnos la mesa, y con ella, poder comer o cenar.

Puesto en valor esta situación, ¿por qué cuando reserva y no puede acudir, no anula?

El lado oscuro de la reserva (siempre lo hay), es por qué no llama y anula la mesa si no va a poder acudir. Es muy simple, y les aseguro que en el restaurante se lo van a agradecer, pues esa mesa que usted deja libre, acto seguido se va a poner en circulación y estoy seguro que se va a vender. Si no llama y anula va a generar varios daños, uno económico, otro de asistencia; queda muy feo que en un restaurante encontremos mesas vacías, sobre todo si se podían haber vendido.

Es una situación que va más allá de la educación, es una norma de urbanidad y que no le va a generar ningún problema. Porque estoy seguro que si tiene una cita con el médico, con el abogado y no va a poder llegar, seguro que llama y se disculpa, pidiendo otra cita o diciendo que se retrasa.

Está claro que anular no es un delito, no acudir tampoco, pero deja mucho que desear y sus normas de urbanidad también.

El decoro.

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