23 junio, 2022
Jaime Nicolau
España es chiringuito. Ahora que mola lo snob, televisar «en directo» nuestras vidas en redes sociales y mostrar que somos muy «chic», unos empresarios del Port de Sagunt se han propuesto ir contra corriente y pelear por dignificar los «chiringuitos» de playa. Algo tan español como un taco traído a tiempo. Un «viva los chiringuitos, coño», que como titular igual quedaba algo feo. Porque todo está bien, pero en su justa medida. Y en estos momentos de vivir a velocidad de vértigo estamos olvidando con mucha facilidad actores que han formado parte de nuestra historia. Actores sin los que no se hubiese escrito la historia, o al menos ésta hubiera sido diferente.
Hemos quedado en la playa de Port de Sagunt con Javier Ríos. Es el chef executive (aunque está más cómodo como Javi Cuiner) de un grupo, pese a que a ellos todavía les de vértigo aplicar ese término, de locales gastronómicos de diferente naturaleza en esa zona. Javi tiene apenas 27 años y, sin embargo, tiene una historia con la que se escribiría un libro. Quería estudiar enfermería pero no le dio la nota para conseguir plaza. Se había hecho a la idea de trabajar en la agricultura, como varias generaciones de su familia, pero sus padres se lo quitaron de la cabeza. Entró entonces en la escuela de hostelería de Puçol. Y allí cambió su vida. Sus profesores consiguieron que saltase la chispa. Y Javi ya no quiso ser otra cosa que no fuera chef. Comenzó entonces a formarse con los mejores. En Valencia pasó por La Sucursa o Riff. Pero también estuvo en Galicia con Pepe Solla o en Segovia en el también estrellado Villena. Pero es inquieto y siempre necesita nuevos retos. Y llegó José, su jefe al que nombra varias veces durante el encuentro, y le ofreció ser el chef executive de sus restaurantes, y de los que estaban por venir. Y aceptó. Porque el reto le permite ser muchos chefs en uno, pues cada local tiene su alma y en ella debe meterse Javi en cada ocasión.
Hoy estamos en La Sal, un chiringuito de playa que trabaja con los mejores productos de kilómetro cero. Y esto no es más que en los pescados de las lonjas de Valencia, Benicarló y Gandia y en las huertas cercanas… y en todo producto que les resulte atractivo y esté a su alcance. «Queremos dignificar el papel del chiringuito y eso solo es posible si trabajas con un producto excelente», señala Javi. Con platos muy conocidos reinterpretados en manos de un chef que sabe lo que hace y los arroces marineros o pescados al horno como pilares fundamentales, ofrecen una cocina que eleva a los altares la palabra «chiringuito».
Pero además son atrevidos con iniciativas frescas y divertidas que permitan a sus clientes algo tan sencillo como disfrutar. Llevan tiempo trabajando con Valsangiacomo el vermut, y ahora han ido un paso más con un producto como la Malvasía de Santjaume, uno de los blancos más genuinos de la bodega elaborado con la variedad autóctona. «Es un vino fresco y floral, que invita al copeo y a disfrutar en compañía y que armoniza perfectamente con la gastronomía mediterránea», señala Maria Lluch, brand ambassador de la bodega. Y que han ideado ahora, pues ir lanzando propuestas que permitan esos momentos distendidos. Para empezar, a partir del próximo lunes 27 de junio, una combinación perfecta: dos copas de Malvasía y tiradito de pulpo a un precio de 10 euros. Pero esto será solo el comienzo. Prometen más.
Y a buen seguro que cumplen su promesa. Y lo harán en La Sal Chiringuito, como en esta ocasión o bien en alguno de sus locales hermanos: Restaurante CaLali, Les Salines, La Siesta, La Esquinita, o Cala Queralt.
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