20 August, 2016
J. A. López
Todavía no es hora de servicio y “nos hemos colado” en GOYA GALLERY. Estamos en su pequeña pero agradable barra esperando para hacer una entrevista a FERNANDO NAVARRO y a MARCE GARCÍA. El primero está, el segundo nos da cita para otra ocasión. Está de viaje.
En plena euforia de preparación de servicio, Fernando sale a saludarnos. Es muy joven y se le ve ocupado pero sin demostrarlo. Está presente. Lo tiene todo controlado pero quiere estar con su equipo. Lo entiendo y agradezco, por lo menos, que haya salido a saludar. Nos invita a quedarnos, haremos la entrevista tras el servicio.
Salgo a la puerta y admiro con qué señorío, Fernando y Marce han colocado una placa en la puerta del restaurante donde se resume el ideario del que fue uno de los locales más emblemáticos de Valencia.
Fue en 1950 cuando se inauguró.
Entro en el local y la mirada se me va a aquellos rincones en los que he pasado momentos inolvidables y he compartido tiempo y vida con grandes personas que me enseñaron a vivir. El local ha cambiado pero es, o así lo veo yo, un conjunto de conjuntos intemporales colocados sabiamente y que crean un ambiente acogedor y a la vez distinto. Todo está donde tiene que estar y además, con un por qué.
Nos llevan a una mesa cuyos detalles, desde los sillones, hasta las flores, vuelven a traerme recuerdos…
Un camarero descorcha una botella de ANGOSTO y comienza el desfile de recuerdos, gastronomía actual y futuro que a GOYA GALLERY le queda mucho.
Los GAMBUSINOS (gamba pequeña frita) abren la presentación. Comento con Tony la cantidad de veces que estuve en GOYA. Aquí se daban cita los mejores artistas, pintores, escritores… hasta se comenta que el propio Bertolucci escribió “El Gran Emperador” en una de sus mesas. No me extrañaría nada en absoluto.
LA CREMA DE RABANITOS acompaña a los Gambusinos. El mundo de las Fallas tenía a los mejores representantes, como fieles del local. ¡Pues no hemos echado horas aquí!
Y estoy a punto de cargarme una colleja porque con tanto pasado me olvido del presente. Ni mucho menos. LOS ERIZOS DE MAR copan nuestra mesa. Cada plato es un cuadro pintado con arreglo a su contenido, modernidad o tradición. Hasta ahora, sorprendentes los tres. Unos por su sencillez y otros por su sorpresa.
Me llama la atención que no siempre tenemos al mismo camarero, pero los platos están en la mesa y en su punto en el momento adecuado.
En GOYA GALLERY todos se ocupan de todo para que nada falle, y de verdad, que no falla. Está el local lleno y sólo se siente el murmullo de los comensales y el ir y venir de los camareros.
Tranquilidad que da paso a unas extraordinarias ZAMBURIÑAS y con ellas la eterna sonrisa que lucen todos y cada uno de los uniformados camareros como invitándote a participar en esta obra no efímera en la que todos tenemos nuestro papel.
No queda una mesa libre y el servicio sigue sin agobios. Hay tiempo para todo y sobre todo para sentirse orgullosos del ARROZ con ajos tiernos, rape y boletus que han dejado en el centro de la mesa.
Aplausos. Como diría el castizo ¡Pedazo de arroz!
Entiendo que en GOYA GALLERY se ha juntado todo lo bueno. Una gran cocina y un servicio motivado cuyos objetivos son la satisfacción del cliente.
No hay prisas, quien tiene tiempo disfruta más que quien no lo tiene, pero el segundo, seguro, vuelve el fin de semana.
“No vengo del mundo de la hostelería. Bueno, mi tío tenía un horno en Benimaclet y yo iba a ayudarle pero más que nada, por curiosidad”.
Estamos con Fernando. Me comenta que montaron el GOYA GALLERY hace un año y con MARCE GARCÍA, este último es el “marketiniano”. Son muy buenos amigos.
El tío encendió la llama culinaria de Fernando…
Y llega la TORRIJA con helado de queso y frutos secos. De cine.
Fernando se marcha a estudiar cocina a Castellón. “Era lo que tocaba”. Poco a poco le va gustando más y empieza a hacer prácticas, los fines de semana en un restaurante de Serra.
Después vendrá Casa Granero “donde ayudaba en lo que podía y sabía. Luego al Russiñol siempre con el afán de poder mantenerme y aprender, aprender y aprender. “En los restaurantes donde trabajaba era ayudante, o jefe de partida.
Hay que tomar una determinación. Fernando sigue estudiando y trabajando pero necesita algo más. El salto lo da a Granada. En vacaciones viajaba para trabajar y en invierno volvía a Serra. Iba ampliando sus conocimientos y experiencia.
“Por mucho que viajara siempre estaba obsesionado con Valencia y me llegó la oportunidad que no rechacé ni por un momento y aquí estoy”.
A Fernando le ha cambiado totalmente la vida, tanto, que ha ganado un montón de concursos y le ha permitido rodearse de un gran equipo de profesionales.
Parte del éxito, el saber, la constancia y el trabajo. La otra parte “que los productos son naturales y ves lo que hay en el plato. La vinagreta es vinagreta. El arroz es como el de siempre… es una cocina auténtica y respetuosa donde el protagonista es el ingrediente no el cocinero. Este último sólo aporta sabiduría”.
Y se queda tan tranquilo, como el que no dice nada.
Llevamos cinco horas en el local y no ha bajado el ritmo. Es hora de despedirse y quedamos para otra ocasión en la que podamos “hablar más de más cosas”.
Un apunte, lean con detención la carta, tanto de platos como de vinos. Vale la pena dedicarle un tiempo.
Nos despedimos de FERNANDO y de su equipo. Pienso que GOYA GALLERY es un local honesto, respetuoso y grande. Grande porque son grandes quienes trabajan en él y los clientes que lo eligen.
Sigue “otra” historia.
GOYA GALLERY está en la calle Burriana, 3 en Valencia. Su teléfono es el 963 04 18 35.
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