15 abril, 2025
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Hoy el cielo llora rojo granate de capa alta. Es rojo bobal. Nos ha dejado Félix Cuartero, uno de los «padres» del vino valenciano como lo entendemos hoy. Los cientos de enólogos que han pasado por sus manos en la escuela de Viticultura y Enología Félix Jiménez de Requena tienen el corazón encogido. Lo mismo todos los profesionales y asociados de Proava, de la que fue presidente durante varios años.
Félix ha sido un referente para el sector, especialmente en su querida zona productora de Utiel-Requena, pero su misión ha ido mucho más allá, y prácticamente su magisterio ha llegado a todos los rincones de la Comunitat dentro del mundo del vino.
Hace solo unos meses disfrutamos de una tarde inolvidable en el Celler de Proava. Un homenaje merecido a Félix y a tres de sus amigos inseparables: María Ángeles Novella, Rafa Michelena y Pepe Guillén. Si algo llega a gratificarnos es que tuvimos la ocasión de hacerlo a tiempo, pues muchas veces estos homenajes llegan tarde y no por falta de ganas de hacerlos.
Su vida enológica empieza a los diez años. Su padre llevaba la bodega de Venta del Moro y como siempre necesitaba a su lado a alguien de la familia, el elegido era Félix. Eran tiempos en los que las comunicaciones con ‘La Venta’ no eran muy fluidas. Desde 1952 a 1959 estuvo yendo de la escuela a Venta del Moro y al revés. En el 61 se apunta a uno de los cursos de la Enológica de tres meses. Ese año hace el examen de acceso a la Escuela de Enología y Viticultura y aprueba.
Estudia tres años y comienza a trabajar en bodegas, llevando desde 1967 y durante 12 años la cooperativa de La Portera. Fueron años de mucho trabajo, nada que ver con los de ahora. Entró en la Vinícola y puso en marcha la primera embotelladora industrial. Desde allí, le sale la oportunidad de marchar a Villafranca del Bierzo. Pepe Guillén se entera y le ofrece quedarse en la Escuela de Viticultura y Enología de Requena como profesor. Acepta el reto y cierra dos décadas en el centro de referencia de los enólogos españoles hasta que se jubila. Emprende entonces una notable etapa como presidente de Proava, formando un equipo humano formidable. Antes fue vocal, tesorero y vicepresidente y siempre formó parte del querido «comité de sabios».
«Yo creo que hay dos momentos muy importantes que cambian la historia del vino valenciano», comenzaba señalando Félix. «La etapa de don Rafael Janini y Janini y sus proyectos de bodegas, entre ellos la Bodega Redonda» apunta el eterno profesor. «La segunda importante con don Pascual Carrión, que predicaba que ya habíamos subido un escalón, pero el siguiente era hacer embotellados. Con el embotellado viene el gran cambio. Se demuestra que si los agricultores son capaces de embotellar y de vender un vino, el punto de inflexión que iba a mover la comarca», afirmaba esa tarde Félix.
Y es que para este visionario del vino había una cosa clara. «La calidad de los vinos de todas las zonas productoras valencianas es indiscutible» afirmaba con orgullo antes de poner algunos matices. «Otra cosa es el mercado y los agricultores. Pero parece que nadie quiere asumir la responsabilidad. Se habla mucho de la pirámide de calidad y queda muy bonito, pero nadie dice cuál es el camino para que todo sea sostenible, de la cepa a la copa», cerraba Félix con su carácter reivindicativo.
Hoy se nos va el maestro a impartir sus clases magistrales a los ángeles, pero su «obra», su amabilidad y su bondad ya tienen un trocito de todos los corazones del sector del vino valenciano.
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