4 May, 2017
Axel Pitarch Llorens · sumiller Plaerdemavida
Forlong es una bodega gaditana que está comandada por Alejandro y Rocío, una pareja de jóvenes viticultores que asentaron su proyecto en la finca conocida como “El Olivar del Forlón”, en El Puerto de Santa María. A este curioso nombre le añadieron una G final y así surgió la palabra “Forlong”, dando pie al juego de palabras en referencia a la frase inglesa for a long time, con ánimo de asentar las bases de un proyecto que esperan sea duradero.
Un 60% de syrah, un 30% de merlot y un 10% de tintilla de Rota forman su assemblage final. Ha reposado seis meses en depósitos de hormigón y 12 en barricas de roble francés.
Hoy voy a plantear una nota de cata desde un prisma diferente. Así es como este Forlong Assemblage 2014 me ha inspirado que lo haga. Un vino que a mi entender agradece que lo definamos como es, pero también como no es. Y son las contradicciones las que lo hacen grande.
Estamos ante un vino muy rico en matices, que merece un poco de paciencia y un juicio sin prejuicios. No nos dejemos llevar por el desánimo si no lo entendemos a la primera; es posible que necesitemos darle una segunda oportunidad. No es obvio, no impacta de inicio y no puede definirse con una lógica en la que prima el cuanto más de todo, mejor.
Visualmente ya se aprecia poco glicérico y con una intensidad colorante moderada. No es un vino cubierto, es más bien de capa media, de color rojo picota y con reminiscencias granates.
En nariz se despereza poco a poco. Tiene notas de fresas y de moras, algo de bollería grasa, como mantequilla o incluso galleta, que nos recuerda a una cheesecake de frutas del bosque. Aparece la madera, limpia, con matices terciarios. Algo de café y pimienta negra rota. Luego hay un momento para la albariza, con sus notas de cal y de tierra. No hay ningún aroma por encima de otro, hay tiempos, y cada aroma toma el protagonismo en algún momento para posteriormente cederlo al siguiente y así, al cabo de unos minutos, ese vino discreto al inicio se convierte en una maravilla casi sin que nos demos cuenta.
En boca también nos gana por como es y por como no es. No apabulla, es fresco y elegante. La mano de la escuela francesa del enólogo se percibe en una falsa simpleza, sin demasiado de nada pero con un poco de todo, sin características demasiado obvias pero lleno de matices, como era en nariz.
Nada cansa y nada agrede, el alcohol está muy bien integrado. Pasa aterciopelado, acariciando el paladar, pero con peso de fruta, carnoso y ancho. Está pulido, redondo y sin aristas, dan ganas de masticarlo, pero resulta fresco, magistralmente equilibrado. Incluso se percibe algo goloso, pero es solo una percepción, pues es seco y al tragarlo no queda ni un resto de dulzor en un final limpio, elegante, que recuerda al ideal de gran vino de Burdeos, clásico y equilibrado.
Un vino que es, sencillamente, complejo y agradable.
Se advierte al usuario del uso de cookies propias y de terceros de personalización y de análisis al navegar por esta página web para mejorar nuestros servicios y recopilar información estrictamente estadística de la navegación en nuestro sitio web.
0 comentarios en