4 agosto, 2016
No es necesario trabajar en un buen restaurante, bar o cafetería, para que te reconozcan tus méritos.
Miles de profesionales ejercen su labor día a día, en establecimientos “normales”, de barrio, casi sin nombre, pero que hacen un trabajo maravilloso de cara a los vecinos y a la gente que requiere sus servicios.
Aquí estamos, en la calle Sancho Tello, en la Cervecería JJ.
Un local donde se dan desde desayunos populares hasta los más “sofisticados” gin tonics, eso sí, sin la palafernaria que le ponen en otros sitios, respetables, por cierto y admirables por devoción.
DANIELA trabaja en JJ.
A primera hora de la mañana tiene preparado el local, la terraza y ya ha hecho correr el agua de la cafetera al tiempo que muele sus primeros granos de café. No puede tardar un minuto de su horario habitual porque “la parroquia” la espera y confía en ella a la hora de que le sirva “un despertador” en forma de café solo, cortado o con leche.
Al mismo tiempo debe vigilar la máquina del tabaco y recordar las tostadas, en su amplia variedad, para que nadie se sienta olvidado.
Va, como se dice cariñosamente, de cráneo.
DANIELA es sencilla. Su única pretensión es que el cliente se encuentre satisfecho. En ello pone su atención y su eterna sonrisa que cambia a la media hora del servicio cuando se permite el lujo de perfilar sus labios para mantenerse más que presentable, ante los ojos de sus clientes.
Tiene genio. Cuidado con meterte con ella. Cuidado con levantar la voz. Cuidado con exigir más de la cuenta. Pero, en ese genio está el encanto de una mujer muy joven que se encontró en el mundo de la hostelería por amor y realiza un trabajo que provoca alegría entre sus parroquianos.
Omar, su marido, compartió enseñanzas de la vida que no de la academia. Entre los dos consiguieron entrar en el alma de la gente y minimizar los problemas de los demás cuando ellos, los tenían todos.
Su alegría, su familia donde hay un tercer componente llamado Adrián y que, de momento, le importa un pepino la hostelería. Ya veremos. De casta le viene al galgo y casta, en esta pareja, hay para rato.
Como hay amor que comparten y animan a compartir.
Entre cafés, bocadillos de tortilla, tostadas variadas y menús populares, DANIELA danza, que no anda, sin quejas, puntualmente y siempre con su sonrisa.
Es, un claro ejemplo en el que nos fijamos y compartimos con todas las Danielas del mundo que hacen un trabajo maravilloso. Además de un buen producto, un mejor servicio y esa inevitable sonrisa que es capaz de tirar por tierra a los muros más sólidos.
Por todo esto y porque se lo merece DANIELA, de la cervecería JJ, es declarada AMIGA ENTRAÑABLE y es ella quien abre la puerta a todos los anónimos AMIGOS ENTRAÑABLES que trabajan más horas que un reloj en los cientos de establecimientos hosteleros que cumplen con la máxima de dar de comer y de beber bien…todos los días.
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