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Cócteles & Armonías y su papel en el cine

11 March, 2021

Pedro G. Mocholí
“El barman es la jet en el mundo de la hostelería”, es una de las frases que suelta Doug Coughlin (Bryan Brown) ante la atenta mirada de un impaciente Brian Flanagan (Tom Cruise) que necesita ganar dinero a toda costa, sin importarle ni el cómo, ni el porqué.

Está claro que la película Cocktail no pasará a la historia del mundo del cine como ‘obra maestra’, pero sí que consiguió acercarnos a ese mundo tan complejo, y en cierto modo excitable como es la coctelería, una especialidad hostelera que triunfó en España en los 50 y 60 pero que sucumbió y casi desapareció en los 70 debido a la irrupción de los combinados, mucho más fáciles de elaborar y preparar, pero que ha resucitado gracias a muchos cocteleros que, por supuesto, se han negado a que sus chaquetillas blancas se arrinconaran en los armarios o en el baúl de los recuerdos.

La palabra cóctel proviene de la declamación o derivación de la expresión Cock’s Tail o cola de gallo, pluma que se utilizaba de mezclar las bebidas en los países caribeños en el siglo XIX. De la unión de ambas, surgió Cocktail, y con ella la popularidad de las bebidas que llevaban una parte de alcohol y otras de zumos de frutas naturales.

Poco a poco su irrupción en el mundo del glamour se asienta, sobre todo en la América pre ley seca, en donde el gusto y el amor por el alcohol alcanzó niveles nunca vistos.

Con la llegaba del cóctel, también se encubría la calidad del alcohol, pues los potenciadores son los encargados de disimular estos defectos. Esta práctica no nos es ajena, pues hace años que la expresión ‘alcohol de Garrafón’ era muy común, y yo la recuerdo a la perfección, pues era muy habitual en la hostelería de los años 80 y los 90.

Esta segunda juventud del cóctel viene definida por la actitud de muchos jóvenes que buscaron en la hostelería un futuro, y que por fortuna, además de encontrarlo fueron capaces de volver a ponerlo de moda.

Junto a ellos, hay una actividad artística que lo ha tenido muy presente en todas su actividades, y ésta no ha sido otra que el séptimo arte, o el cine, como popularmente se le conoce.

El cine y sus películas nos ha hecho amar bebidas, y gracias a ellas, nos han acercado a sus protagonistas, porque en cierto modo, después de tomar un Dry Martini, yo, por lo menos, me siento bastante James Bond, y estoy en mejor situación de salvar al mundo, de un peligro inminente.

Sin lugar a dudas, James Bond y su personaje de 007 nos han acercado a dos bebidas, una el Dry Martini, y la otra el Champagne, pero hoy hablamos de estas bebidas, próximamente hablaremos de la bebida más burbujeante de la historia.

Como muchos descubrimientos no tiene un padre reconocido, y lo más fiable que encontramos nos traslada a un barman americano llamado Jerry Thomas.

Por lo que se ve, el tal Jerry era un maestro a la hora de combinar bebidas y un día en su local entró un cliente con dirección a la ciudad californiana de Martínez. Le pidió un combinado para saciar su sed y Thomas elaboró la siguiente combinación: ginebra, vermut, bíter y un toque de licor de cerezas. Al parecer al cliente le encantó, y al ir a Martínez, se le bautizó con el nombre de esta localidad.

Existe otra versión que la sitúa en el New York de los primeros años del siglo XX donde un tal Sr. Martini que trabajaba en el bar Knicker Brocker Club de la ciudad, creó una bebida que bautizó con su propio nombre. Y los amantes del cine, recordarán que el bar al que va James Stewart en Qué Bello es Vivir, se apellidaba ‘Martini’. Puede ser que Franc Capra fuera un amante de este combinado y le dedicara un guiño.

Está claro que lo creara quien lo creara, ha sido James Bond quien más lo ha popularizado. Sí que es verdad que entre los amantes de ella, entre los que me incluyo yo, discrepamos de la coletilla que siempre añade “Agitado no revuelto”, es mucho mejor revuelto en vaso mezclador que agitado en una coctelera, pues el hielo al ser agitado, se suele romper en pedazos, colándose entre los tamices de la coctelera, cosa que no sucede en el vaso mezclador.

En nuestra ciudad, el último refugio en el que encontramos una buena oferta de cócteles, es sin duda Acuarium (Gran Vía, 56), local de abolengo entre la burguesía valenciana y que nació como el antiguo bar del desaparecido cine Gran Vía.

A pesar del trasiego clásico entre los antiguos trabajadores y los actuales, la cultura del cóctel se sigue respetando y la oferta de ellos es notable, encontrando una gran calidad e idiosincrasia en todos ellos.

Su Dry Martini es muy clásico, pero trasmite las bases de este cóctel, es muy alcohólico, y por ello lo tenemos que acompañar de una tapa muy valenciana como es la sepia rebozada, y ustedes me dirán ¿por qué rebozada?, pues muy sencillo, al ser tan potente, necesita una armonía que trasmita grasas para que las paredes del estómago lo pueda absorber, y éstas se encuentren protegidas.

Otro cóctel que me encanta y que suelo demandar con cierta asiduidad es el Americano, una combinación en la que interviene el vermut y el Campari a partes iguales; al 50%. Es una variante del Negroni, un cóctel que nació bajo las ínfulas del Conde Negroni, que al tradicional Americano le añadió ginebra en lugar de soda. Los ingredientes son: vermut rojo, Campari y ginebra, un tercio de cada ingrediente, y ambos se remueven en un vaso mezclador. Para servir, se suele añadir un pedazo de piel de naranja y una aceituna.

Para acompañar estos dos cócteles, yo me decidiría por un salazón, para contrarrestar los toques dulces y amargos de las distintas bebidas. Si James Bond popularizó el Dry Martini, las chicas de Sex & City; Samantha, Carrie, Miranda y Charlotte lo han hecho con el Cosmopolitan. Raro es el episodio de las seis temporadas en que no se pida este cóctel, que no tiene un creador en concreto, al que cada barman le da un toque personal. Sus productos y proporciones son los siguientes: 1,33 oz de vodka limón. 1/20 oz de Cointreau, 1/20 oz de jugo de lima, 1 oz de jugo de jugo de arándonos. Todo ello mezclado en una coctelera llena de hielo, y servido en copa de cóctel sin ninguna forma de hielo. El borde de la copa se puede aderezar con la piel del limón.  Si lo analizamos es una singular variante de una variante del Margarita.   

Otra película con cóctel incluido es El gran Lebowski, y la bebida en cuestión es el Ruso Blanco. Está claro que denominándose “ruso” el vodka es parte esencial del mismo, y los matizadores son: hielo y licor de café. Las proporciones son licor de café, 1 oz de vodka y 22ml de leche evaporada. Se vierten los ingredientes directamente en un vaso de whisky, la leche evaporada o nata se coloca en la superficie y se remueve con suavidad.

Otro personaje que ha irrumpido en nuestras vidas hace unos años es el personaje de Don Draper, en la serie de Tv Mad Men. Y para este actor, no encuentro otro cóctel que le vaya mejor que el Old Fashioned, pues al igual que él, es delicado, al tiempo que rudo. Los ingredientes son: Bourbon, sirope de azúcar moreno, angostura todo ello en vaso corto y acompañado de hielo.

Otro cóctel que me resulta ideal para el tardeo es el Jaramilla, una creación de los cocteleros de Acuarium, y que es un cóctel refrescante compuesto con granizado de limón y ginebra. Aunque he dicho que es ideal para el tardeo, también lo es para tomar el aperitivo.

Junto a Acuarium no puedo olvidarme de uno de los locales que transmiten una gran cultura de la coctelería , y ese local no es otro que Bureau Valencia (C/ Cirilo Amorós, 73. ), allí Nacho Gómez y Paco nos ofrecen una gran oferta de coctelería y combinados.

La coctelería tiene glamour y posee una gran variedad de combinaciones, y algo mucho mejor, hay un cóctel para cualquier hora del día, así que elija uno y busque una hora, y seguro que le hará muy feliz.

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