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Clos de Lôm, una “cara nueva” con espíritu centenario

30 November, 2023

Texto: Jorge Corella Fotografía y vídeo: Fernando Murad, Vicent Escrivà y Laura Lázaro

Clos de Lôm, fundada en 2018, es una recién llegada al mundo de las firmas vinícolas. Sin embargo, la historia de sus parcelas y la familia que las trabaja sigue un recorrido de casi 200 años. Lo que hoy conocemos como Clos de Lôm tiene su origen en la adquisición de las primeras parcelas de la actual finca por parte de Dupuy de Lôme en el año 1836. En aquel momento, comienza el recorrido vinícola de la familia que hoy da forma a la bodega.

La llegada a la finca de Clos de Lôm es única en sí misma, pues la bodega que cuenta con casi 300 hectáreas de viña, se ubica en Fontanars dels Alforins, uno de los tres municipios que forman parte de Terres dels Alforins y nos recibe con viñedos que llegan más allá de lo que alcanza la vista.

En la entrada nos encontramos con parte del equipo de la marca, encabezado por Lucía y Jacobo Serratosa –cuarta generación de la familia–, Juan Luis Clemente (comercial de la bodega) e Ismael Sanz como representante del trabajo de campo.

Desde allí, partimos hacia el grueso de los viñedos, concretamente donde yacen las cepas más antiguas, entre las que destacan algunas que superan los 40 años. Ya con los pies en el campo de cultivo, Ismael Sanz nos cuenta que lleva 30 años trabajando en el campo, siempre entre los brazos de la familia en la que es todo un referente por su experiencia y conocimiento sobre el funcionamiento del terreno.

El encargado de la finca señala que, a pesar de que ha vivido años muy duros en el campo, “este – el 2023 – ha sido especialmente duro para los viñedos por la sequía y la falta de las temperaturas propias de los meses iniciales del año”.

Aunque reconoce las adversidades sufridas este último curso, el mayor de los hermanos Sanz –su hermano José también se dedica al cuidado de las viñas en la bodega– asegura que gracias a la calidad del terreno y al gran trabajo realizado en los campos, “la cosecha no será –en cantidad– como otros años, por los meses de sequía y la lluvia tardía, pero será de muchísima calidad“.

La finca. Clos de Lombardero cuenta con casi 300 hectáreas de terreno.

Una vez abandonamos esta parte de la finca, y en ella también a Ismael Sanz, nos dirigimos a la zona de los pinos, uno de los parajes más bonitos de toda la propiedad. Allí, Jacobo Serratosa, descendiente de Lôme y comercial de la marca, nos explica que Clos de Lôm es “una bodega familiar en la que elaboramos vinos de finca. Aunque la marca nace en 2018, pero somos viticultores desde 1836”, año en el que Dupuy de Lôme da comienzo a su trabajo entre viñas.

Dupuy de Lôme, sin planificarlo, marcó el inicio del negocio familiar que ya han continuado cuatro generaciones. Ahora ya con otros apellidos, pero con los mismos ideales, la bodega que hace honor a su apellido se ha convertido en una de las apuestas de futuro del vino valenciano.

Jacobo Serratosa destaca la apuesta de la bodega desde 2018, año en el que nace la marca, por ofrecer una línea de productos diferente. “Al principio nacemos con una gama de cuatro monovarietales: un blanco malvasía, un rosado monastrell, un garnacha y un tempranillo. Dos años después, subimos un peldaño con un crianza, el Isidra, sometido a 12 meses de barrica de garnacha con tempranillo. Por último, contamos un reserva con 24 meses de crianza de uva monastrell (Casa las Monjas)”.

Hablando sobre la competitividad en la que está involucrado el mundo del vino, Juan Luis Clemente, comercial de la firma, destaca que en Clos de Lôm han buscado desde el principio “salir al mercado con uvas autóctonas. Dentro de estas, hemos intentado desmarcarnos en el momento de elaboración. En bodega con procesos muy técnicos y en el campo vendimiando cuando creemos que es mejor”.

El resultado de todo ese trabajo, tanto en el campo como en la bodega, se traduce en un producto muy cuidado que el consumidor apreciará en los pequeños detalles alojados en su forma, sabor y aroma.

Viñedo. El trabajo de campo, liderado por los hermanos Sanz, adquiere gran importancia en el resultado final.

Clos de Lôm, al ser una bodega especialmente joven, ha comenzado a establecerse en el mercado regional: “En la Comunitat lo que mejor está encajando es la malvasía, porque es un producto diferente entre toda la gama de blancos que hay en el mercado. Hay un elemento diferenciador como es el tipo de uva, ya que hay pocos que sean monovarietales malvasía. Además, tiene un perfil muy fresco y aromático”, argumenta Juan Luis Clemente.

A pesar de su enfoque regional, la bodega nunca se ha cerrado a experimentar más allá de nuestras fronteras, pues como explica el comercial, la marca cuenta con distribuidores en casi todo el norte de Europa –Reino Unido, Bélgica, Holanda o Alemania–, mientras que en otros continentes se mueven también por México, EEUU, Centroamérica y Asia (China y Japón).

La bodega representa un claro ejemplo de cómo las firmas valencianas han decidido apostar por las cepas que son propias de su zona de actuación. Esta decisión ha sido muy bien recibida en el mercado internacional, especialmente en aquellos países más abiertos, como es el caso de Reino Unido o Suiza, que representa el aperturismo de un mercado que cree en esos proyectos personales.

Sobre la dificultad que ha tenido la bodega de buscar su cuota de mercado, el integrante del ámbito comercial comenta: “Cada vez la competencia provocada por las diferentes Denominaciones de Origen que hay en España nos obligan a pelear más y abrir mercado nos cuesta mucho más. Lo que funciona, como pasa en el resto de España, es la regionalización de los productos, ya que en cada zona están destacando mucho los productos autóctonos”.

En las parcelas de olivos, donde se produce el aceite propio de la marca, nos espera José Sanz subido en el tractor que le sirve de herramienta en un terreno tan amplio como lo es el dedicado al oro líquido. El pequeño de los Sanz cuenta que su decisión de trabajar en el campo se debe a la herencia que le dejaron su abuelo y su padre.

Sobre un año especialmente complicado, el agricultor dice que todos los años hay algún problema. “Como siempre, en el campo cada año es diferente. Este año con la sequía, la planta ha sufrido. Entonces, como no se han dado las condiciones necesarias, las plantas no han respondido igual”.

Los vinos de Clos de Lôm contienen la pasión y la tradición de una familia que ha crecido cuidando la vid y mejorando su calidad.

Cuando desaparecen las nubes que al principio de la mañana amenazaban con tormenta, nos dirigimos a la sala de barricas, un lugar que nos refugia del calor que apremia en el campo de la finca, y donde se resguardan los vinos preparados para embotellar. Rodeados de madera de roble, conocemos a la Lucía Serratosa más personal.

La CEO de la bodega confiesa no tener pensado dedicarse al mundo del vino, pues de hecho sus estudios en ADE y MBA no hacían presagiar un futuro en la bodega familiar. Sin embargo, el deseo de “materializar ese sueño de la familia de tener una bodega” la motivó a embarcarse en el negocio.

Durante nuestra estancia entre barricas, la máxima dirigente de la firma nos revela los detalles de la última incorporación a su parrilla de productos: el tinto Casa las Monjas. “Es el vino que mejor representa nuestra historia y esencia. Es un tinto que aúna tradición, ya que se cultiva en la Finca Don Vicent, una de las parcelas más antiguas de la finca –entre 50 y 52 años–. También tiene una variedad autóctona como lo es la monastrell y sigue una proceso de elaboración mucho más complejo, con una crianza de envejecimiento de 24 meses en una barrica seleccionada que le da ese valor de calidad que siempre queremos dar a nuestros vinos”. 

Su última incorporación. Casa Las Monjas es el vino que mejor representa su historia y esencia.

El trabajo en bodega también adquiere un alto grado de responsabilidad, siendo Agustín Bolinches y Pablo Ossorio, jefe de bodega y director técnico respectivamente, figuras clave en este terreno. El principal objetivo del trabajo en este ámbito reside en la búsqueda de una diferenciación en la calidad del producto final. Esta calidad la consiguen en el proceso previo al embotellado y en la etapa inicial de crianza.

Además, han intentado conseguir un producto original y único. “En nuestros productos hemos intentado buscar una tipicidad de vino mediterráneo con carácter atlántico: fresco en boca y fácil de beber. Ese es nuestro concepto, crear vinos aptos para mucha clientela que quieran empezar a conocer productos diferentes, pero muy fáciles de beber”, comparte Agustín Bolinches.

Desde su papel como director técnico, Pablo Ossorio  ha aportado a Clos de Lôm su experiencia y saber hacer en el sector vitivinícola. Además, ha conseguido poner en valor los productos que elaboran.

Pablo Ossorio tiene muy clara la identidad de la marca: “Conseguimos elaborar vinos de calidad fundamentados en el terroir de Terres dels Alforins, buscando crear vinos distintivos mediante el uso de variedades que verdaderamente marcan un valor diferenciador. Esto incluye la malvasía en los blancos, la garnacha, el tempranillo e incluso la monastrell, que es la variedad autóctona de esta zona”.

El propio Pablo Ossorio define los productos de la marca. “Conseguimos elaborar vinos de calidad basados en   el terroir de Terres dels Alforins, donde vamos a conseguir hacer vinos diferentes, basándonos en variedades que realmente marcan un valor diferenciador, como la malvasía en los blancos, o la garnacha, la tempranillo, e incluso la monastrell, que es la variedad autóctona de esta zona”.

Pablo Ossorio y Agustín Bolinches forman un equipo con un perfil muy polivalente. Se implican en cada detalle del proceso de elaboración, crianza y logística de los vinos que tanto miman.

La irrupción de nuevas marcas en el sector vinícola valenciano ha despertado un creciente interés entre los consumidores por los vinos autóctonos producidos en la Comunitat. Clos de Lôm destaca como uno de los principales impulsores de esta “revolución”, pues aunque la antigüedad de sus parcelas no lo refleje, es una bodega muy joven. Con una decidida apuesta por las variedades autóctonas, está estableciéndose de forma contundente en un mercado que cada año es más exigente.

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