14 July, 2021
David Blay
Llegará un día en el que entremos sin miedo en el interior de un restaurante. Porque hoy, no lo neguemos, pese a todas las medidas de protección siempre aparece en nuestra mente la posibilidad de contagiarnos.
Llegará un día donde disfrutaremos no solo de la comida, sino también de la bebida, compartiéndola de verdad. Dándonos a probar los unos a los otros aunque solo sea para romper el no poder haberlo hecho durante más de un año.
Y llegará el día en el que, si queremos, no haremos más catas de vino digitales. Lo que no significa que no sigan existiendo y nos conecten con gentes y bodegas de otras regiones.
Cada mes, excepto los más duros del confinamiento, la taberna Alenar en Valencia ha ido enviando sistemáticamente a la gente que ha querido suscribirse opciones para realizar algún encuentro online en torno al vino.
En una primera fase, consiguió que su cultura de brindar conjuntamente no se perdiera. En la segunda, dio visibilidad a productores que buscaban nuevas formas de conectar con el público. Y ahora, ya en la tercera, retoma la actividad presencial en su local del centro de la ciudad.
Su apellido es ‘Bodega mediterránea’ por alguna razón. Y entre ellas está la de dar a conocer joyas vinícolas de la Comunitat Valenciana (especialmente de La Marina Alta) al máximo de personas posible.
Apenas llevaban abiertos un año cuando comenzó la pandemia, pero en junio de 2020 volvieron a levantar la persiana fomentando a través del Delivery y el Take Away no solo sus propuestas sólidas sino también las líquidas.
Y así, primero a través de las pantallas y más tarde en pequeños grupos continuaron invitando a bodegas un día al mes para preparar una comida-maridaje donde cuatro vinos acompañan a cuatro tapas.
Hispano Suizas, Arráez, viticultores como Javier Revert o Manu Guardiola, Celler del Roure o Finca Collado (que por fin acudirá tras un primer intento fallido a causa del cierre perimetral) han mantenido vivo el espíritu del vino durante todo este tiempo
Esperando, como todos, el día en que no haya que preguntar si hay límite de aforo por COVID sino porque no quedan plazas. Y brindando, mientras tanto, por los proyectos que pelean por mantenerse de pie. A pesar de todo lo ocurrido.
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