José Antonio López
Nunca es tarde si la dicha es buena…o no.
Servidor ha estado de viaje y no ha podido responder a una posible afirmación de algunos de nuestros políticos que se han manifestado sobre “que no ha pasado nada con la prohibición de aparcar en el carril bus y que todo está normalizado”.
Espero no equivocarme y, si lo hago, pediré disculpas por mi error…si es que lo tengo.
Miren ustedes. Sí, se ha puesto en marcha lo del carril bus que ya sabemos todos, pero de ahí a normalizarse en la vida de los valencianos, va un trecho. Lo que ocurre es que, una vez más, y ante la imposibilidad de cambios, no nos queda más remedio que tirar para adelante y seguir con nuestra vida pese a quien se empeñe en complicárnosla.
La hostelería, los comercios y los vecinos se han sentido mal ante la entrada en vigor de la norma. Ha habido que buscar otras calles para aparcar o simplemente echar mano de los autobuses y taxis para poder seguir disfrutando de la oferta de ocio de la tercera capital de España.
Los autobuses, a ciertas horas, llevan una distancia de servicio que valdría la pena estudiar. Sí, ya sé que se “está trabajando en ello”, pero eso lo dicen siempre y las cosas se quedan como están porque, por aburrimiento, nos olvidamos de ellas.
Un servidor, que lo es, esperó ayer al bus línea 2 en la Malvarrosa durante 35 minutos y eran las ocho de la tarde y la playa estaba llena.
A partir de las nueve de la noche, es complicado, no el coger el bus, sino que tenga una frecuencia normal para que las personas que acaban de trabajar en los centros comerciales (cierran a las diez) puedan llegar a casa antes de que los niños se levanten para ir al cole.
Sí, estoy exagerando, pero pregunten a las madres que, tras su jornada laboral, quieren llegar a casa lo antes posible para disfrutar de “la vida familiar prometida”.
Bien por la EMT que hace lo posible. Bien por el colectivo de taxis que hace lo imposible. Bien por los sufridos hosteleros que, con coste añadido y no repercutido, tienen que ofrecer horas gratis de parking para que la gente vaya a sus establecimientos. Bien por todos lo que colaboran a la economía de la ciudad por la cantidad de sacrificios que tienen que hacer para que les salgan las cuentas a final de mes.
Y eso que nos sentimos tan orgullosos de nuestro trabajo que, a nuestras autoridades se les llena la boca de alabanzas ante “el boyante y presente futuro de nuestros comercios y de nuestros locales hoteleros”.
De verdad deseo, aplaudo y apoyo toda idea que haga que nuestra ciudad sea mejor. Incluso estoy dispuesto a que me sigan atropellando las bicicletas y las motos que circulan por las aceras olvidando los maravillosos carriles bici de los que dispone la ciudad. Estoy y creo que todos lo estamos por tener una mayor y mejor calidad de vida, pero que no nos toque siempre a los mismos el “bailar con la más fea.”
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