Jaime Nicolau
No podíamos faltar a esta cita con la cultura y los museos dentro del sector del vino. Visitamos la Bodega Redonda de Utiel, las Cuevas de la Villa de Requena, y el Palacio del Cid en la misma localidad, en un recorrido que nos permite palpar desde cuándo y, sobre todo, cómo se elaboraba el vino en la comarca desde hace siglos, hasta ahora. Un paseo por la historia que nos lleva por edificios espectaculares como la Bodega Redonda, la residencia del Cid en Requena o las ‘catacumbas’ del vino de las Cuevas de Requena.
Bodega Redonda, Utiel
Desde la propia Sede del Consejo Regulador de la Denominación de Utiel – Requena se ha apostado por el futuro del turismo enológico, también conocido como enoturismo, intentando convertirse en un referente del mismo. Por este motivo, se adentró en el proyecto de revitalizar el Museo de la Vid y del Vino – Bodega Redonda, edificio anexo a las oficinas y sede del Consejo Regulador, que hasta el momento permanecía desatendido. Desde enero de 2007, bajo el lema de “Vive el vino todos los días” comienzan las visitas guiadas, exposiciones itinerantes…
Les invitamos a que conozcan este emblemático edificio, así como su entorno, cultura, vino y gastronomía. El Museo del Vino se encuentra en Utiel, sede de la Denominación de Origen Utiel-Requena.
En la primera mitad del s. XIX fue acelerándose el aumento de viñas, sobre todo en el término de Utiel que se convirtió en bodega abastecedora de la Serranía de Cuenca. El resto de municipios de la comarca permanecieron más rezagados por no existir un mercado importante hacia donde orientar la producción excedentaria.
A partir de la segunda mitad del s. XIX con la apertura de la carretera de las Cabrillas, en 1847, punto de unión con la ciudad de Valencia y su puerto del Grao, se produjo una gran expansión vitícola, que conllevó el origen de las primeras asociaciones de cosecheros, siendo la primera el Gremio de Cosecheros de Utiel, nacido en 1861 entre un grupo de 35 importantes propietarios, que pretendían un perfeccionamiento de las técnicas de cultivo y elaboración, así como cierto control sobre el comercio local y exterior, una de sus mayores innovaciones sería la adaptación del arado “horcate”, además propició la aparición de numerosos caseríos y un gran desarrollo demográfico de las aldeas.
La inauguración del ferrocarril Valencia – Utiel, 1887, solucionó los problemas derivados del transporte, consolidándose el flujo vinícola desde las bodegas comarcales hasta el lugar de embarque. Por ello el ferrocarril pronto acaparará la mayor parte del transporte del vino dando lugar a la formación de verdaderos barrios de bodegas en los alrededores de cada estación, Requena, San Antonio, y muy especialmente Utiel, dado que en esta ciudad tenía término la vía férrea. Más de 50 bodegas llegaron a contarse en este “Barrio de las Bodegas de Utiel”. De esta época data la “Bodega Redonda”.
No obstante la principal causa que motivó este crecimiento y propició la demanda exterior de vinos fue la escasa producción francesa, afectada por la crisis del oidium (1852-1862); ya que en esta zona los ataques apenas hicieron mella (los informes municipales de Utiel y Requena estimaban que en 1858 había sido afectada una octava parte del viñedo, pero que la pérdida de cosecha era mínima).
Tras la crisis del oidium, los viñedos europeos se vieron afectados por una nueva plaga: la filoxera, insecto parásito de la vid que puede provocar la muerte de la planta sobre la que vive. Esta plaga arrasó la casi totalidad de los viñedos europeos entre 1868 y 1900. En España empezó a causar estragos hacia 1880, sólo se mantenían sanos los viñedos de la Mancha, Murcia y Valencia, que por esta razón, se habían convertido en los principales mercados abastecedores de la gran demanda internacional, especialmente francesa. En este periodo de crisis y encontrándose los viñedos catalanes invadidos también por la filoxera, Francia se dirigió a tierras valencianas para subsanar su déficit. Así fue como la viticultura valenciana, que ya atravesaba una buena etapa, se encontró con una demanda de vino que a duras penas podía cubrir con su producción interna. Ausencia de filoxera, fuerte demanda y altos precios dieron lugar a la más intensa oleada de plantaciones que haya conocido jamás el viñedo valenciano. A partir de 1900 Francia dejó de depender de los viñedos españoles, ya que sustituyó las importaciones de España por las de su colonia, Argelia, poniendo fin a aquella “Edad de Oro”.
La bodega es una construcción de 1891 que estuvo funcionando mecánicamente hasta 1957. Durante su periodo de bodega en funcionamiento pasó por varios dueños. En primer lugar, fue mandada construir por una familia de ricos cosecheros de la zona que pronto la alquiló a comerciantes suizos y franceses. Ya en los años 20, volvió a ser arrendada, esta vez, por la Cooperativa Agrícola de Utiel que acabó comprándola. Por la singularidad de su construcción y su modernismo, figuró su maqueta como modélica en la Estación Enológica de Requena. Está formada por dos edificios: una bodega de forma circular, la cual le otorga el nombre más conocido entre los habitantes de la Denominación de Origen Utiel – Requena, “Bodega Redonda”. Cien años después convertida en Museo de la Vid y del Vino y que ha supuesto la conservación de este inmueble; la otra, una construcción de forma rectangular fruto de una ampliación de la Bodega Redonda en los años 30, cuando era edificio de la Cooperativa Agrícola de Utiel.
La Bodega es una de las más peculiares en España por su forma circular, pues solo existen 3 más como ésta (en Cariñena, Jerez y Tomelloso). Una edificación única sin pilar central en el que sustentarse, que diseñó el arquitecto valenciano – discípulo de Gustave Eiffel – Demetrio Ribes.
Palacio del Cid, Requena
El Museo del Vino de Requena se ubica en la calle Somera, considerada como una de las calles más antiguas y nobles de la ciudad. En ella se establecieron algunos de los Treinta Caballeros de la Nómina del Rey.
Concretamente está situado en el llamado Palacio del Cid que, según cuenta la leyenda, se edificó en el siglo XV sobre el solar de lo que fuera residencia del Cid en Requena. Dicen los antiguos romances que aquí tuvo lugar el encuentro de Rodrigo Díaz de Vivar con el rey Alfonso VI para concertar las bodas de sus hijas con los Infantes de Carrión. Leyenda o no, lo cierto es que el Cid estuvo en Requena en el año 1089, como recogen las crónicas de la época.
El edificio es una construcción gótica, que aparece citado por primera vez en la documentación del Archivo Municipal en el testamento de Luis Pedrón de 1659 y posteriormente en el Catastro del Marqués de la Ensenada en 1752.
En la fachada principal destaca la portada con arco de medio punto adovelado y un blasón en relieve de la familia de Los Pedrón, que le confiere al edificio un aire señorial. Su fisonomía interior se ha adaptado a los diferentes usos que tuvo a lo largo de los siglos y, después de años de abandono, fue restaurado en 2005.
Las Cuevas de la Villa, Requena
En Requena son muchas las casas que tienen su propia cueva artificial, que era usada como bodega, despensa, silo e incluso refugio. Los materiales calizos extraídos al perforar la toba y extraer la arcilla del subsuelo fueron usados para edificar las propias casas, sobre todo la arcilla para paredes de tapial. La toba funciona como bóveda en la cueva y el espacio vaciado corresponde, más o menos, al solar de la edificación construida sobre la cueva.
Las 22 cuevas que se encuentran bajo la Plaza de la Villa son de época musulmana, entre los siglos IX al XIII. En el s. XV se prohibió el tránsito de carros por la Villa para que no se hundiera el suelo por la existencia de las cuevas. Tuvieron uso hasta el siglo XVII en que se derribaron las casas privadas y edificios públicos de la plaza quedando semi-colmatadas de los escombros de los derribos. A partir de 1972-1973 fueron vaciadas de escombros y posteriormente se pusieron en valor.
Unas cuevas poseen tinajas, en otras existe un pozo, las que corresponden al antiguo osario reutilizado como fosa común están en un nivel más alto y dos de ellas tienen forma de vasija de lo que se deduce su utilización como silos. Algunas poseen los restos de sus escaleras y sus respiraderos. El uso más frecuente fue el de almacenaje y conservación del vino en tinajas con elementos complementarios a la elaboración del vino como jaraíces, trullos para el pisado de la uva, las piqueras y trulletas.
Por debajo de las cuevas, existe una red de túneles por toda el barrio de la Villa que se empezaron a horadar en 1706 hasta épocas cercanas.
En definitiva, un paseo con tres interesantes paradas, que dan una notable pincelada a la estrecha relación del vino con los habitantes de la comarca.
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