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La cosa se pone seria

José Antonio López
El “cabreo” o el enfado va en aumento.

Conforme se van sucediendo los días desde que entró en vigor la prohibición de aparcar, por las noches, en el carril bus los contribuyentes, en una gran mayoría, están que trinan porque se les ha impuesto una medida sin haber arreglado “las posibles soluciones” para que no fuese agresiva.

El último fin de semana fue nefasto para la hostelería. Estoy en contacto con varios taxistas noctámbulos y me dicen que tampoco les subió la recaudación como para tirar cohetes. Simplemente, la gente no se movió de sus zonas o echó mano de las reuniones en casa para evitar salir.

Es lógico, si la gente no sale, no hay clientes ni para la hostelería, ni para el comercio ni para el transporte público ni para nadie. Y lo que es peor conseguimos una ciudad desierta y sin vida nocturna que también es vida.

Esto no quiere decir que la impopular medida de prohibir aparcar en el carril bus por las noches haya destrozado la vida nocturna de la ciudad pero sí ha colaborado, en mucho, a conseguirlo. No hay un servicio nocturno de transporte público que te permita desplazarte con tranquilidad y lo que es más importante, con agilidad. El taxi sí, pero eso es otra cosa.

Los vecinos que no encuentran aparcamiento en sus calles se ven obligados a tener que danzar en busca de un hueco en el que poder aparcar durante sus merecidas horas de descanso. No todo el mundo tiene dinero como para llevar el coche a un parking público y menos con las “geniales tarifas pactadas”. Además, cambiar unos hábitos de toda la vida cuesta mucho y hay que ofrecer soluciones mucho más cercanas a la realidad que a los sueños.

En este caso no hay ninguna solución y sí prohibición.

No pueden imaginarse con qué desánimo estoy escribiendo estas líneas porque, una vez más, los que prometieron estar al servicio del pueblo y trabajar para que la ciudad sea más cómoda y permita a sus habitantes ser felices, les dan la espalda y, lejos, al menos de tener en cuenta las críticas u opiniones perfectamente fundadas, siguen en sus trece intentando demostrar que ellos, los pocos, llevan el paso bien y los miles de ciudadanos, cambiado.

Por favor, dedíquense a arreglar lo que está mal. A mejorar la vida de los ciudadanos. A darnos facilidades para vivir y compartir la vida familiar. Atiendan a los necesitados y déjense de demagogia.

A un servidor, como a muchos, no nos ha beneficiado nada el tema del aparcamiento, ni lo hará el empeño en cambiar los nombres de las calles ni tampoco el ampliar un carril bici cuando las bicis van por las aceras. En este último punto no quiero profundizar porque me ha llegado el soplo de que muchos vecinos van a “organizar romerías nocturnas” para ir de zonas de ocio a otras zonas de diversión utilizando los vacios carriles bicis y los mínimamente transitados carriles bus, ahora libre de obstáculos.

Todos tenemos derecho a equivocarnos y, la grandeza del mando está en la interpretación de las necesidades de los mandados. Tan sencillo como esto. Lo malo es que no todo el mundo sabe mandar… ni escuchar… ni rectificar.

Si estoy equivocado, pediré disculpas.

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