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Al sol de la Toscana… valenciana

23 August, 2017

Jaime Nicolau / Fotos Celler del Roure: Vicent Bosch-Rubén López

Ya han dejado de utilizarlo para hacer marca con Terres dels Alforins. Las poco más de una decena de bodegas que conviven en la subzona de El Clariano dentro de la DOP Valencia en el triángulo que conforman Moixent, Fontanars dels Alforins y La Font de la Figuera, están en pleno paraíso. La Vall dels Alforins es un corredor natural desde el interior al mar, con unos paisajes que cambian de color conforme avanzan las estaciones y que no tienen absolutamente nada que envidiar a la afamada zona enoturística italiana.

Hoy hacemos la primera de nuestras paradas en Moixent, hasta donde llegamos por la A7. Cruzamos la localidad y tomamos la carretera que va hacia Fontanars. Pocos kilómetros después encontramos una de las firmas que ha seducido al consumidor al tiempo que a los críticos internacionales más prestigiosos.

Estamos en Celler del Roure, con su bodega fonda, con el tío Paco y con el alma mater del proyecto, Pablo Calatayud. Si los vinos expresan lo que es un terruño y el mimo con el que sus gentes lo tratan, una visita a Celler les hará comprender por qué Les Alcusses, Parotet, Maduresa, Cullerot o Safrà se han ganado los elogios de medio mundo.

Es sencillo, a don Paco y a Pablo les apasiona lo que hacen. Aman su territorio. Lo defienden por encima de todo. Investigan cómo recuperar lo que se ha perdido (variedades como la mandò) y lo transmiten de la misma manera. Visitar Celler es hacer que tu corazón sea para siempre “prisionero” de estos vinos, de esta gente y de esta filosofía. No hay quien nos libre de un almuerzo como dios manda.

Habiendo cogido fuerzas, vamos a visitar el poblado íbero de la Bastida de Les Alcusses. Es un yacimiento ibérico del siglo IV a.C. Durante cuatro campañas (1928-1931) se descubrió parte de la red urbana formada por un conjunto de casas situadas a lo largo de una calle central. Entre los materiales hallados sobresalen las cerámicas ibéricas y griegas, plomos escritos en lengua ibérica, el célebre guerrero de Moixent, y un conjunto de instrumentos agrícolas en excelente estado de conservación. Del asentamiento destaca su sistema defensivo formado por una muralla que alcanza los 4 m de anchura con diversas torres adosadas y cuatro puertas de acceso que permitían el paso de carros. Si quieren saber más, no duden en visitarlo.

Retomamos la marcha en dirección Fontanars. Aquí pueden elegir dónde quieren hacer la parada porque vale lo dicho con Celler: transmiten pasión en cada uno de los proyectos. Así que pueden visitar Bodegas Los Pinos con el añadido de contemplar una espectacular yegüada, concertar una visita con Bodegas Enguera en Casa Lluch para ver el proyecto de repoblación de murciélagos como vigilantes de la viña. Decantarse por los blancos de Clos Cor Ví, todos ellos con variedades centroeuropeas o ver cómo hacían vino Los Jesuítas en Bodegas Los Frailes. Si tuviera que recomendarles una, no sabría por cuál decantarme. Háganlo ustedes.

 

El almuerzo ya ha sido digerido y llega la hora de comer. Julio en Fontanars es una garantía, pero hoy vamos a arriesgar un poco, aunque nosotros ya hemos arriesgado y nos atrevemos a recomendarlo sin miedo. Llamen antes, porque están de moda, pero pasen a ver a Fran y su hermano en Debosc Refugi Gastronòmic, en Ontinyent.

Perfectamente formados comenzaron hace casi un año un proyecto que está funcionando de maravilla. Cocina de fusión sin olvidar las recetas tradicionales que no le dejarán indiferente.

En nuestro caso el menú llevaba su versión de las bravas, unas exquisitas croquetas de jamón, un tataki de ternera con espárragos trigueros fabuloso y como principal un arroz de secreto ibérico, jamón y shitake espectacular. Como postre un surtido Debosc con los sabores propios del bosque con un protagonismo especial. Este menú cuesta 15 euros, hay otro de 29 o la carta, bien escogida. En vinos también han cuidado mucho la selección, pero no dejen de pedir cualquier referencia de las bodegas anteriormente citadas, merece la pena. De este restaurante les hablaremos en un reportaje más amplio en breve, pero era la guinda a tan espectacular viaje.

 

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