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Vino y gastronomía de cartón piedra

16 marzo, 2017

Mª Carmen González

Las fallas son monumentos cargados de sátira e ironía en los que se hace un repaso  a los acontecimientos más importantes sucedidos a lo largo del año, se critican y denuncian situaciones, y se caricaturiza a los personajes más conocidos. El vino y la gastronomía no se salvan de la crítica y el arte fallero, y este año podemos ver en diferentes monumentos la ‘guerra’ de cocineros mediáticos, los problemas a los que se enfrenta la hostelería, los efectos del abuso de vino, el creciente número de ciudadanos chinos al frente de bares y restaurantes, o el fracasado intento de conseguir el Récord Guiness de 3000 personas cocinando paellas a la vez.

Alberto Chicote y sus coloridas chaquetillas está presente en más de un monumento. En uno de ellos, el de la falla Andrés Piles Ivars-Salvador Tuset, comparte protagonismo con otro grande de la cocina y la televisión, Karlos Arguiñano. Un «duelo de cocineros» que «generan mucho interés» y que, «en la tele o dando la vara», dicen, tienen mucho «peligro».

En otra de las fallas, Poeta Alberola-Totana, el chef madrileño lucha contra la báscula, que queda destrozada, y su ‘Pesadilla en la cocina’ se convierte en ‘Pesadilla en la basculilla‘.

Los problemas de peso también están presentes en la falla de Andrés Piles, que lleva por lema ‘El gym y el ñam’. Un gran cocinero de alegre chaquetilla y modernas chanclas sobre una gran hamburguesa está rodeado de gente haciendo deporte para quemar esas calorías.

La falla avenida Burjassot-Joaquín Ballester-Reus se hace eco de la próxima llegada al barrio de Ricard Camarena y su restaurante de estrella Michelin, que se trasladará en pocas fechas al complejo de Bombas Gens. El artista destaca la elaboración de sus platos, «que da pena comérselos» por la «faena» que llevan, y los nombres que se ponen en la actualidad a las preparaciones, como el risotto con flores de la huerta.

Contrapone al chef estrella la ‘tía María’, del bar de toda la vida, «que te prepara enseguida un menú completo y extenso», y se pregunta, en un hipotético concurso, quién ganaría: «¿Camarena o la tía María?»

Por su parte, la falla José María Haro-Poeta Mas i Ros, incluye el ninot de un hombre chino, con su camisa tipo Mao, su trenza y su sombrero tradicional, junto al menú del bar que dirige, que incluye ‘Paela de l’ama (Dalai)’ y ‘taloncha pleplalá’, por 9,50 euros.

Incluso el ‘ninot indultat‘ de este año, aquél que por votación popular se salvará de las llamas, está relacionado de algún modo con la gastronomía. Representa a una pescadera del Mercado Central, Amparín, que ataviada con el característico delantal blanco y los manguitos, selecciona junto a un joven, el pescado que posteriormente se cocinará en casas y restaurantes. Es una escena tradicional, llena de detalles, obra de Manuel Algarra para la falla Almirante Cadarso-Conde Altea, que se completa con un simpático gato que espera que le caiga alguna pieza para relamerse los bigotes.

El vino también está presente en numerosos monumentos. Baco, el dios romano del vino, con sus vides, sus toneles, su tirso y sus copas, se repite en varias fallas, como en la de Almirante Cadarso.

La falla de Pizarro-Cirilo Amorós lleva por nombre ‘Vi Picat‘ (vino picado), y en ella pueden verse botellas y toneles, goteros de vino valenciano, un combate en el ring entre el cava y el champagne… Un universo creativo en clave vinícola.

Y entre todos los ninots de las fallas de Valencia, declaradas este año Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, abundan los chorizos. Muchos chorizos. Pero no de los que se comen…

Pero no solo los monumentos falleros tienen presente la gastronomía estas Fallas. También los carteles oficiales de las fiestas han querido hacer un homenaje a uno de los establecimientos más característicos y más íntimamente relacionados con la fiesta: las buñolerías. El consistorio ha elaborado un conjunto de cinco carteles, obra de Luis Demano y Joan Quirós, con los que mostrar las sensaciones que producen estas fiestas. Cinco carteles, cinco sensaciones relacionadas con los cinco sentidos. Y al  hablar del gusto no podían faltar los buñuelos.

En el cartel se representa una buñolería tradicional, enmarcada en un ambiente festivo, y con algunos de los edificios más característicos de la ciudad, como el Miguelete, de fondo. Es un modo de poner en valor la gastronomía local «frente a las grandes cadenas de comida rápida». La ‘bunyoleria’, además, está decorada con el típico diseño de mosaicos Nolla, reivindicando así una de las empresas valencianas (fundada en el siglo XIX)  más importantes y reconocidas a nivel mundial. Pavimentos de esta empresa de Meliana visten suelos de todo el mundo, desde el metro de Moscú, a edificios de Viena o Buenos Aires. En Valencia, el Ayuntamiento, Correos o el Mercado Central, tienen también suelos con estos bonitos motivos geométricos.

… Y ahora, a disfrutar de las fallas y su gastronomía. Salud y paciencia!

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