20 mayo, 2018
Jaime Nicolau
Hoy les acercamos una figura casi inédita. Una persona que ha llevado en las venas, casi sin saberlo, el gusanillo del vino desde que nació aunque en alguna generación de su familia se dejase de elaborar en la pequeña bodega de Les Useres de la que son propietarios. Es la historia de Vicente Flors.
Profesional de la banca contemplaba el mundo del vino desde fuera, con la mirada del que únicamente busca el disfrute. Su abuelo había trasladado a la familia desde Les Useres a Almazora para montar un despacho de vino. Es el último eslabón que Vicente recuerda de trabajar las viñas de su pequeña bodega en Les Useres.
Pero con Vicente cambió todo. Lo prejubilan en su ocupación de toda la vida y comienza a picarle el «bichito» del vino y empieza a soñar con, por qué no, retomar la actividad en aquella pequeña bodega y sus viñedos. Pronto se da cuenta de que si quiere hacerlo debe formarse. Alterna su formación en la Escuela de Viticultura de Requena con viajes a diferentes zonas productoras, especialmente El Bierzo. Allí ve elaborar a Raúl Pérez y su sobrino César. Le marca tanto que ya sabe que, si algún día hace vino, esa es la filosofía que quiere. Vinos muy sinceros, con la mínima intervención del hombre, basados en el mimo de la viña. Comienza también a seleccionar parcelas para completar las cerca de 14 hectáreas que hoy controla, repartidas en 18 parcelas. Vamos, minifundios bercianos en Les Useres. Y llega Clotàs.
Carga el maletero de vino y viaja a Valencia para ir, puerta por puerta, por algunos restaurantes. El resultado es tan espectacular que es la palmada en la espalda que necesitaba para seguir con su sueño. Hoy la gama ha crecido, poco pero crecido al fin y al cabo. Y conoce a Noema Ortí y encuentra a su media naranja en la distribución.
Y aunque él no se da cuenta sus vinos son muy importantes, pero lo más importante del proyecto es Vicente Flors persona. Cuenta con el encanto de quién se ha hecho a sí mismo para conseguir un sueño. Lo defiende con tal pasión que deja con la boca abierta a quién tiene delante. Es la grandeza de creer en un sueño. Porque los sueños, a veces y sólo a veces, se convierten en realidad.
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