22 julio, 2022
Pedro G. Mocholí
La ocasión la pintaban calva, como se suele decir en ambientes populares, pero cuando Teo Pozo, amigo y propietario de El Racó de la Xara (La Xara, Dénia) me invitó a visitar las bodegas de Teso de la Monja en Toro (Zamora), no lo dudé ni un segundo y me apunté al viaje. Para mayor alegría, a los pocos días mi querido amigo Ramón Zapata se apuntó a la odisea.
Para no tener que madrugar, salí con tranquilidad el viernes por la tarde para hacer noche en Tarancón, en el hotel Ansares que pertenece al grupo del restaurante Essentia, y así cenar con tranquilidad y al día siguiente no pegarme el madrugón para llegar a Toro.
La llegada la teníamos prevista para las 11:30 h y así fue. Llegamos los tres coches al mismo tiempo y allí estaba esperándonos Jonathan.
Teso de la Monja es en estos momentos la punta de lanza en la D.O. Toro, un territorio al que llegaron a principios del siglo XXI, dando un giro copernicano a la filosofía de la Denominación de Origen.
En el proyecto era fundamental conseguir viñedos centenarios o que estuvieran cerca de estas edades, y aunque en un principio no fue tarea fácil, poco a poco lo fueron consiguiendo, bien por medio de la compra o por el alquiler de los viñedos a agricultores locales, una cuestión que, sin duda, ha incidido en la calidad de todos los vinos elaborado en esta bodega.
Poco a poco fuimos recorriendo las instalaciones, sorprendiéndonos de la actualización de técnicas de viñedos con las propias de la bodega, lo que sin duda incide en la calidad de todos sus vinos.
Según nos comentó Jonathan, solo se trabaja con el mejor robles francés, otra cuestión fundamental para que las uvas transmitan sus propias sensaciones, trabajando con un tostado medio bajo.
Una vez dado el paseo por las salas de fermentación y barricas subimos al comedor de la bodegas, donde íbamos a realizar la correspondiente cata de los vinos elaborados en esta bodega.
Comenzamos con Románico 100% Tinta de Toro con 6 meses de barrica nueva francesa. Color púrpura. En nariz destacan los matices de frutas rojas, con notas florales. En boca, encontramos frescor, con un magnífico equilibrio entre la madera y la fruta.
El siguiente vino que tomamos fue Almirez, 100% Tinta de Toro y 14 meses en roble francés. Aquí el color sube en intensidad, con un color picota. Entre los aromas destacan las notas licorosas, fruta negra (ciruela), torrefactos y taninos dulces.
En la continuación llegó Victorino, 100 % Tinta de Toro y 18 meses en barricas francesas. Mantiene el color de ciruela negra, y mucha potencia aromática de fruta negra y madura. En boca, nos ofrece una gran estructura y una refinada y equilibrada potencia.
Por fin llegó Alabaster un 100% Tinta de Toro con 18 meses en roble francés, pero los terrenos en donde se encuentran en Valdemediano, La Jara y Marinacea. Viñedos con una edad inferior a los 100 años, una altitud que oscila entre los 800 y 900 metros. Viticultura biodinámica.
El color es intenso, amoratado. Complejidad en nariz debido a la paleta de matices que encontramos, entre los que destacan la frutas rojas, licor, especias exóticas con un final floral. En boca, encontramos una gran riqueza tánica, excelente estructura, poderoso, con un final persistente y muy elegante.
Por fin llega la joya de la bodega; Teso de la Monja 2009.
Un vino que, al igual que los anteriores se ha elaborado con la variedad Tinta de Toro y ha permanecido 22 meses en roble francés.
Los viñedos provienen de las parcelas encontradas en Valdemediano, La Jara y Marinacea.
Vendimia totalmente manual y una selectiva mesa de selección y un pisado tradicional.
La elegancia se percibe nada más descorchas la botella, inundando la sala de un velo de distinción y delicadeza.
En nariz, marca las notas aromáticas y una perfecta armonía, destacando la finura de la fruta roja que encuentras en todo momento. En el paladar se mantiene la intensidad, encontrando un perfecto equilibrio entre la madera y la fruta, un sensación que nos transmite frescor. El final es persistente y elegante, y no haces más que rezar para que no se acabe, pero tristemente, todo tiene un fin.
La oferta gastronómica más próxima que tenemos es El Chivo; y allí que nos fuimos.
En la localidad de Morales de Toro encontramos este establecimiento que, a pesar de estar en medio de la meseta, ofrece una rica y variada oferta de pescados y de carnes.
Comenzamos por unos boquerones a la bilbaína, con un suave ajada de aceite y vinagre, para continuar con sus afamadas croquetas de jamón.
De pescados, la oferta se dividía entre mero y merluza, y hay que reconocer que la calidad y frescura de ambos productos nos sorprendió.
Yo me decanté por el mero, que me ofreció unas carnes tersas llenas de contraste y sabor, bien hecho y acompañado de unas excelentes patatas a lo pobre.
No es la primera vez que visito este restaurante y la verdad y con sinceridad, siempre salgo muy satisfecho.
Una vez finalizada la comida, nos desplazamos a Zamora, donde nos esperaba mi querido amigo Paco Somoza que nos enseñó la obra gráfica y pictórica que encontramos en el Hotel NH Palacio del Duero y el paseo que dimos el domingo por la Zamora románica por el centro de la ciudad.
La ocasión la pintaban calva, como se suele decir en ambientes populares, pero cuando Teo Pozo, amigo y propietario de El Racó de la Xara (La Xara, Dénia) me invitó a visitar las bodegas de Teso de la Monja en Toro (Zamora), no lo dudé ni un segundo y me apunté al viaje. Para mayor alegría, a los pocos días mi querido amigo Ramón Zapata se apuntó a la odisea.
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