València, on fire!

Luca Bernasconi

El mundo del vino valenciano debería tomar ejemplo de la ebullición de la València gastronómica. Hay potencialidad y talento, pero falta un escenario digno y un visionario/a capaz de reunir al ‘gotha’ del vino mundial.

La València gastronómica está que se sale: tras la gala de Michelin del año pasado, este próximo 20 de junio, tendrá lugar en el Palau de les Arts la gala de The world’s 50 best restaurants, patrocinada por San Pellegrino y Acqua Panna. En esta cita se proclamará el mejor restaurante del mundo 2023, según un jurado de más de mil profesionales y navegados gourmets.

El foco internacional estará dirigido hacia el Cap i casal durante una semana, en la que se citarán los foddies de todo el globo terráqueo, caloret y sequía permitiéndolo. Me parece una curiosa casualidad que toda esta magnífica labor de promoción internacional coincida con la gestión de Emiliano García (Casa Montaña) en la Concejalía de Turismo. Ya veremos cómo se desempeña el/la político-burócrata de turno, cuando le toque sustituirle…

Como amante del vino, celebro con cierta envidia (sana) esta ebullición de la València culinaria. No voy a ser cansino invitando – otra vez – a mis compañeros a cambiar las cartas de vino o los Qr, por lo menos durante quince días, para que no parezcamos la playa de Valladolid o de Logroño. Ya se darán cuenta los impávidos hosteleros cuando al sibarita de turno, que pide beber proximidad, le tengan que convencer de que el Protos lo hacen con uvas de Utiel-Requena, y que el albariño tiene su mejor expresión en las colinas del Alto Turia. Me temo que será la enésima ocasión desaprovechada para rescindir el tremendo y abyecto binomio paella-barrica de roble americano.

Lo que me gustaría es que el mundo del vino valenciano estuviera a la altura de los pregoneros gastronómicos. Hay potencialidad desde luego, porque, a pesar de no tener fenómenos mediáticos del nivel de Quique Dacosta, Ricard Camarena o Begoña Rodrigo, tenemos productores de nivel nacional e internacional como Toni Sarrión, Pablo Calatayud, Rafa Cambra o Pablo Ossorio, entre otros, y jóvenes realidades como Javier Revert, Toni Arráez, Juanjo Martínez y otros secuaces. Lo que falta es un escenario digno de este talento: la Feria del Vino, en el río, es un altavoz subdimensionado para el potencial vitivinícola de la región. Se reduce a cuatro días de juerga, que sirven, desde luego, para acercar el público joven al vino y ayudar a las bodegas, mediante una inyección financiera equivalente a las Fallas, pero que es insuficiente para atraer al profesional internacional a la capital del Turia.

Haría falta que el modelo de las jornadas de Terres dels Alforins (otro certamen con consistencia de público y capacidad de convocatoria) tuviera la ambición de traspasar las fronteras comarcales, invitando a productores icónicos a nivel global y consiguiendo reunir durante unos días a la crème de los enópatas, organizando degustaciones, encuentros y mesas redondas.

La Ciudad Condal ha movido ficha y, en un par de años, ha conseguido, mediante la Barcelona Wine Week dejar a Fenavin en su sitio: un encuentro en un secarral, sin ningún tipo de interés hostelero, para vendedores de granel manchegos. En València tenemos la infraestructura para ser ambiciosos: un nivel de restauración mejor que nunca, una oferta vinícola en constante evolución y un escenario privilegiado. Falta un/a visionario/a capaz de reunir, anualmente o cada dos años, al ‘gotha’ del vino mundial.

Hay un loco en las colinas alicantinas que lucha por este sueño (mis cinco lectores lo conocen bien); ¡ojalá no lo dejemos solo!

Salut!

Un comentario en València, on fire!

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.