Uncover transforma las catas virtuales para paliar la soledad del vino en casa

Nos descoloca, y lo seguirá haciendo, brindar a través de Zoom con quien deberíamos estar abrazándonos en una terraza al (maravilloso) sol de invierno de Valencia. Y nos subleva no compartir nuestro vino favorito, o cualquiera que hayamos descubierto recientemente, con personas diversas.

Leí recientemente un fantástico artículo titulado ‘En 2021 tendremos que aprender a tocarnos digitalmente’. Que, a modo de reseña, señalaba que conociendo las circunstancias que vivimos, lo mínimo que deberíamos intentar es normalizar al máximo la situación. Pero no para acostumbrarnos, sino para pasar de la mejor manera posible lo que sabemos que a día de hoy es inevitable.

Quizá el espíritu de aquel artículo entrara en la mente de Juanjo Sáez, que tras reorientar la marcha empresarial de Uncover City ha buscado seguir ofreciendo sorpresas bonitas incluso a aquellas personas que quieren disfrutar de una experiencia gastronómica a ojos cerrados.

Y no solo en el apartado culinario, sino también en el vinícola. Pero, ¿cómo reinventar algo que por definición es presencial y se presta al comentario colectivo, como una cata entre amigos o incluso desconocidos?

La clave es, una vez más, la emoción de desconocer qué etiquetas te llegarán a casa. Un proceso salpimentado con pequeñas pistas que la plataforma va enviando a tu teléfono para que el gusanillo te lleve a investigar qué bodegas podrían ser las que conformarán el envío.

Pero también se ha incorporado un conocimiento de la realidad diversificada absolutamente necesaria: podemos estar solos, en pareja, en familia. Puede ser entre semana o sábado y domingo. Puede apetecernos un descorche o tres. O ser interrumpidos por cualquier razón mientras asistimos al tutorial.

La solución es brillante y, posiblemente, fruto del entendimiento de las distintas circunstancias que engloban a sus clientes: las catas no son en directo, sino grabadas, de tal modo que puedes consumirlas cuando mejor te venga. Y a ellas se une la opción de maridaje, lo que confiere una vez más una experiencia diferente a la mayoría de las disponibles en el mercado.

Una bodega. Tres vinos (escogidos en función de los diferentes gustos de cada consumidor). El juego previo con pistas que llegan por WhatsApp. La posibilidad de combinación con productos gastronómicos adaptados. La explicación de un experto. Y el disfrute en casa, sabiendo que puedes tomarte incluso una copa de más sin sentirte culpable.

Ojalá dure poco y podamos volver a lo presencial. Pero no nos equivoquemos: cuando todo se normalice, quizá esta oferta nos siga gustando. Porque la clave es la diversidad. Y si algo (poco, pero algo) bueno nos ha traído esta crisis es el incremento de posibilidades de disfrute.

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