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Una cerveza como la que se bebía hace 2500 años

8 diciembre, 2020

Mª Carmen González
Los restos de cereal, botánicos, levaduras y otras sustancias encontrados en diferentes yacimientos arqueológicos romanos y prerromanos de la mitad sur de la península ibérica han permitido a la empresa de I+D+i Arqueogastronomía a dar forma a ‘Artemisa‘, una cerveza similar a la que se bebía por esas tierras en el contexto iberorromano de los siglos III a I a. C.

Artemisa está elaborada de manera artesanal inspirada en datos extraídos de la investigación histórica y arqueológica de los restos encontrados. Se trata de una cerveza procesada a partir de malta de cebada y trigo, con botánicos naturales sin concentrar como la artemisa, la salvia, el tomillo cítrico y el romero.

El lúpulo, que produce ese característico sabor y aroma amargos en la cerveza, no se introducirá en la industria cervecera hasta bien entrada la Edad Media. Es por ello que en esta reconstrucción iberorromana se ha utilizado una cantidad muy pequeña de esta planta, y el objetivo es eliminarla en próximas elaboraciones. Es la artemisa, que tiene propiedades antibacterianas y antifungicidas, la que le da el amargor típico a esta cerveza, producido por lactonas sesquiterpénicas.

Artemisa, elaborada en colaboración con cervezas La Piñonera de Puerto Real (Cádiz), contiene también miel, una sustancia muy usada en la producción de cerveza en la península, que inhibe la proliferación de bacterias y que da a esta bebida un color muy característico y provoca la aparición de la característica espuma.

Se trata de una cerveza de alta fermentación 100% natural, sin aditivos, sin filtrar ni pasteurizar. Artemisa tiene un color anaranjado, con aromas cítricos y balsámicos y agradables notas a levaduras y grano tostado. Es una cerveza fresca, de paso agradable, ligeramente cítrica y salina, con recuerdos tostados de miel y especias mediterráneas balsámicas.

Sus atributos organolépticos le confieren un equilibrio perfecto para maridar con carnes, pescados y embutidos, ya que su frescura y grado alcohólico (4,6º) hacen que pueda consumirse con una amplia gama de alimentos. Es ideal para tapear y acompañar entrantes.

Imagen: Giovanni Dall'Orto

Imagen: Giovanni Dall’Orto

La etiqueta de esta cerveza responde a un boceto de Manuel León Béjar, investigador propietario de Arqueogastronomía, que siempre se ha sentido cautivado por la escultura ‘Artemisa de Mitilene’, de la que se conserva una copia del siglo II a. C. en el Museo de Arqueología de Estambul. La estatua carece de mano derecha, lo que fue aprovechado por León Béjar para colocar un vaso de refrescante cerveza.

Artemisa se puede adquirir, en distintos formatos, en la web www.arqueogastronomia.com, así como en diferentes puntos de España vinculados de manera estrecha con el patrimonio histórico-arqueológico, como Mérida, Sagunto, Tarragona, Sevilla, Cartagena, Murcia, León o Cádiz. Además, se puede degustar o comprar en establecimientos especializados de la capital gaditana como la taberna romana Balbo et Columela, Tripmilenaria Museum Store, Baco Vinos, bar La Casapuerta o el puesto 118 del Mercado Central.

Cerveza, miles de años de historia

Esta refrescante bebida, de importante consumo en nuestros días, ya formaba parte de la dieta de nuestros antepasados en el Neolítico. Así, por ejemplo, en la cueva de Can Sadurní de Begues, en la provincia de Barcelona, se han encontrado los restos de cerveza más antiguos hallados en Europa, con una antigüedad de 6300 años. Restos que han permitido también la reconstrucción de una cerveza neolítica, ‘Encantada’.

En la antigua Mesopotamia se consumía cerveza (incluso aparece esta bebida en el Código de Hammurabi), y también en Egipto, que llegó a exportarla, y Sumeria. Griegos y romanos también bebían cerveza, si bien tenía un estatus inferior al del vino y su consumo estaba ligado, principalmente, a las clases populares.

Los íberos, esos pueblos que habitaban la península ibérica antes de la llegada de los romanos, tenían a la cerveza como una de sus bebidas favoritas, debido, quizás, a su cultura eminentemente cerealística. Su cerveza se elaboraba a partir de cebada y trigo, a los que añadían diferentes plantas aromáticas en el proceso de fermentación, como artemisa, romero o tomillo, para potenciar el sabor y amargor del mosto de cereal.

Proyecto Artemisa

El lanzamiento de Artemisa es solo la primera parte de un ambicioso proyecto de Arqueogastronomía para conocer más y mejor los procesos de producción y los modos de consumo de cerveza en la península ibérica en época romana y prerromana.

Así, uno de los objetivos del proyecto es generar procesos de producción integrada y elaborar cerveza a partir de los mismos cereales rústicos que se utilizaban antiguamente. Así, se han dispuesto dos parcelas experimentales destinadas a la siembra de escanda menor (Triticum dioccum), uno de los cereales empleados en la producción de cerveza en el Mediterráneo antiguo, y que ha aparecido en diferentes yacimientos arqueológicos.

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