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Un verano vinícola por el Valle del Jamuz

30 July, 2021

Fuentes del Silencio nace en 2013 en el Valle del Jamuz, al sur de la provincia de León, de la mano de Miguel Ángel Alonso y María José Galera. El proyecto se fundamenta en la recuperación de viñas centenarias, alguna prefiloxéricas, y variedades ancestrales de la región: mencía, gran negro, alicante bouschet, palomino y doña blanca. La bodega cuenta con 24 hectáreas repartidas en 120 parcelas situadas a los pies del monte Teleno, plantadas en una conducción tradicional conocida como vaso rastrero, un tipo de poda que requiere un minucioso trabajo en el viñedo por parte del equipo que encabeza Marta Ramas, que apuesta por la viticultura ecológica.

Los suelos sobre los que se asientas estos viñedos han sido calificados como “auroterroir” por la empresa californiana Biome Makers. Todavía con trazas de oro y metales pesados, por la presencia de la mina de oro más importante del Imperio Romano, tienen una selección única de levaduras y bacterias que lo convierten, por su biodiversidad, en uno de los terroirs más excepcionales del mundo. Fuentes del Silencio, que forma parte de la Asociación Grandes Pagos de España desde 2019, busca mantener este patrimonio genético excepcional y estos viñedos centenarios, así como promover el trabajo y la economía de una zona olvidada.

La bodega Fuentes del Silencio lleva casi diez años recuperando viñedos centenarios en el Valle del Jamuz leonés y cuenta con actividades para disfrutar del paisaje y el vino en familia.

La pandemia nos ha enseñado a buscar formas de disfrutar al aire libre de forma distinta. Y a encontrar lugares con encanto donde perderse sin necesidad de coger un avión y volar a miles de kilómetros de distancia. Lugares casi olvidados donde desconectar, o reconectar, si se quiere, con la naturaleza. Como el Valle del Jamuz, un lugar lleno de historia donde aún se conservan restos de castillos medievales o donde perviven pequeños destellos de artesanía tradicional, como la alfarería o el tejido del lino. Y también, gracias a la iniciativa de Fuentes del Silencio, la elaboración de vinos a partir de viñas recuperadas a causa del éxodo rural.

Mencía, prieto picudo, doña blanca o godello componen las mezclas de vinos que han sorprendido a crítica y público: Las Jaras tinto y rosado, Las Quintas, Mataperezosa o el exclusivo La Gándara son vinos con una personalidad marcada y singular, perfectos para disfrutar junto a la gastronomía de la región.

Volver a adentrarse en un entorno así puede ser un plan perfecto para un fin de semana o incluso unas vacaciones completas, por eso Fuentes del Silencio, que forma parte activa de este entramado rural y apuesta por recuperar no solo la actividad vitivinícola sino la vida en los pueblos del Jamuz, propone actividades que conectan a las personas con la naturaleza y con el vino. Este verano, y en otoño también, vivir el vino más auténtico de cerca y desde el viñedo es una opción para pasar unos días de vacaciones.

Fuentes del Silencio cuenta con viñedos situados en terrenos que pertenecieron a antiguas minas de oro romanas, y pisar algunas de sus fincas durante un paseo guiado es una de las actividades que propone la bodega y que se pueden consultar desde su página web.

Paseo entre viñedos: el verano, pese al calor, es una época donde el viñedo está esplendoroso, con las uvas ya pendiendo de las cepas, cambiando su color y esperando bajo el sol a que llegue el momento de la vendimia. Fuentes del Silencio propone un recorrido en 4×4 por las parcelas históricas de la bodega para aprender más sobre el proceso de elaboración y un paseo entre cepas que fueron plantadas a principios del siglo XX para conocer a fondo la elaboración del vino. Si el tiempo lo permite, se catará Mataperezosa en pleno viñedo. El recorrido termina en la bodega, descubriendo los secretos de la elaboración artesanal y disfrutando de una cata de vinos y un aperitivo con productos de la zona.

Esta visita, de unas dos horas, se hace con reserva previa y un mínimo de dos personas.

PVP: 45 euros por persona.

Reviviendo una época “dorada”: aprovechando el enclave único del viñedo de Fuentes del Silencio en el Valle del Jamuz, la bodega ha creado una actividad inusual que consiste en aprovechar el cauce del río Jamuz para buscar oro, cual bateador antiguo, en sus orillas. Ataviados con unas botas de goma y una batea, se trata de conseguir encontrar esa pepita escondida que vale una fortuna. Y después, a celebrarlo con vino.

Esta actividad depende del caudal del Jamuz, por lo que es preciso reservar previamente y consultar la disponibilidad para hacerla. La duración es de dos horas aproximadamente e incluye la cata de varios vinos de la bodega y un aperitivo con productos tradicionales de la zona.

PVP: 70€ por persona.

Armonías con chocolate: una inmersión en la forma de trabajar de Fuentes del Silencio y los vinos que resultan de una elaboración cuidada, que toma como materia prima uvas tradicionales del Jamuz. La bodega propone una unión gastronómica de vino y chocolate de mano de Santocildes, chocolatero tradicional leonés desde 1916. En esta fusión se descubren sensaciones únicas, sabores afines, aromas que armonizan entre el vino y el chocolate, y se aprende más sobre los matices de la cata sensorial.

Esta actividad, de una hora y media de duración, requiere reserva previa y al menos dos personas.

PVP: 25 euros por persona.

Para efectuar las reservas de actividad y consultar otras opciones, se puede escribir a este email: info@fuentesdelsilencio.com o llamar a estos números de teléfono: +34 987 688 861 +34 682 624 328

Además de estos planes, en el Valle se puede disfrutar de visitas culturales a municipios cercanos como Astorga y su palacio episcopal, cuyo interior diseñó Gaudí inspirándose en la tradición alfarera de la zona, acercarse a pueblos como Villanueva del Jamuz para ver los restos de su castillo medieval o visitar el Alfar Museo en Jiménez de Jamuz, que rinde homenaje a la artesanía alfarera, para reponer fuerzas en el célebre restaurante El Capricho. No muy lejos está La Bañeza, que invita a pasear por sus calles y acercarse a ver el artesonado mudéjar de la iglesia de Santa Colomba de la Vega.

¡Un verano y otoño distintos en contacto con la naturaleza más pura!

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