7 octubre, 2017
Jaime Nicolau
Siempre hay una buena excusa para visitar el restaurante Lienzo pero esta ocasión fue especial. Nos convocó Belén Lacalle, directora de comunicación de Jaguar Land Rover en España y Portugal que visitaba Valencia con motivo de los entrenos de la Formula E en Cheste, en la que toma partido la firma del felino. Así pues una excusa perfecta. La firma automovilística pasa por ser una de las más activas en eventos sociales y Belén convocaba a la prensa valenciana del motor en un lugar que le recomendaron dos buenas amigas, las hermanas Dominguín, perfectas conocedoras de la ciudad del Turia. Y aciertan seguro con un restaurante en el que ya han fijado su mirada los críticos de Michelin que, de momento, lo tienen en su lista de Bib Gourmand. Es el primer pasito.
Y cómo no, allí estaban esperando Juanjo Soria y María José Martínez, pincel en mano, para dejar trazos que los que compartimos el almuerzo recordaremos «sine díe». Y es que esta pareja conforma uno de los tándems mejor sincronizados del panorama gastronómico valenciano. Con los ojos cerrados uno es capaz de completar el cuadro que ha iniciado el otro. De los fogones a la sala o viceversa. Da lo mismo. Uno entra en el local, el Lienzo está en blanco y dos artistas comienzan a dar trazos según el gusto del comensal. Así que hicimos lo que toca, ponernos en manos de Juanjo y María José. Carpetazo a la carta y dejarse llevar. Es lo mejor cuando uno trata con profesionales de este calibre. Juanjo se desliza flotando con sutileza por la sala. María José lo hace entre fogones. Únicamente nos interroga para la elección del vino. Quiere saber nuestros gustos, del resto se encarga él.
El Lienzo en su caballete. Pincel en mano. Comienzan los trazos con una Oreo Salada que sorprende en su estética a la vista, pero más al gusto. Le sigue un plato espectacular: Calamar, Dashi, encurtidos y su mantilla. Tal cual, especialmente esta última con la propia tinta del cefalópodo. Vamos con el tercer trazo que llega con Bonito con calabaza en texturas, de nuevo brillante. Ejercemos de musa tumbada para Juanjo y María José. No vemos toda la obra pero sí imaginamos cómo va quedando según se suceden los trazos y cambios de colores y sabores. Llega una de las sorpresas más destacadas por su combinación de dulce y salado. Fartón de centollo, tamarindo y cacau de collaret. Un canto de María José a Valencia y un ejemplo de cómo trabajar un producto dulce, como es el habitual acompañante de la orxata, en un contexto salado y con la guinda de un cacao que se venera en los almuerzos (esmorzaret de las 10 de la mañana) en la cultura valenciana.
Por si fuera poco faltaba elegir principal. Salvo un bacalao, el resto optamos por Presa de Black Angus con parmentier de patata trufada. Redoble de tambores, antes del cierre con Mango Pasión.
Un breve espacio para el reposo. La obra es redonda. El Lienzo está impregnado de colores, olores y sabores. Ha sido mágico ponernos en manos de Juanjo y María José. Y lo bonito es que, cuando volvamos, nos dibujarán algo diferente. Siempre diferente. Y siempre exquisito. Como dice José Antonio López: artistas de obras efímeras porque le ponen alma a cada plato que llega a la mesa como si fuera el último. Inagotable pasión.
Belén, un placer inmenso… y lo sabes.
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