De Alicante a Francia, pasando por Mustiguillo y Casa Baltasar
En un viaje por carretera, al pasar por la meseta valenciana, el Altiplano de Utiel-Requena, no puede faltar la visita al Mustiguillo, que da nombre a la bodega DOP El Terrerazo, entre las cien mejores bodegas del mundo, con Antonio Carrión Martínez y sus compañeros María Rodríguez y Toni Argilés.
Ni una parada en Casa Baltasar, cuando pasas por Aliaguilla (Cuenca), para disfrutar de la cocina de Resurrección García.
Una postal medieval en activo; un parque natural abierto a todos los públicos; y un pueblo que reúne tres culturas: íbera, islámica y cristiana. Todo en los márgenes de la carretera comarcal Cv-333.
Iglesias de Reconquista, huertas que son vergeles, pueblos antiguos y una gastronomía heroica. El “Rincón” que lucha por dejar de ser una isla perdida.
Porciones de sosiego. Templos secretos. Bosques peinados. Y un vino que sabe a un paisaje que fue habitado por un pueblo que bautizó una península. Atravesamos la N-322.
El país donde viven las estrellas
Un cielo Reserva de la Humanidad. Bosques interminables y montañas, muchas montañas. Y entre medias un paisaje compuesto de palabras ancestrales, memoria de un mundo agrícola y ganadero varias veces centenario.
Una galería de arte Patrimonio de la Humanidad. Un claustro mudéjar a la orilla del Mediterráneo. Un Palacio Ducal que lleva hasta Roma. Y todo bajo la atenta mirada de una montaña arcádica. Orillada sus faldas por la CV-675.
Tenido como uno de los pueblos más bonitos de la Comunidad Valenciana, se ofrece al visitante como una colada recién tendida. Que trepa hasta la misma base de un castillo montano de origen islámico. Del otro lado: el vacío. Solo apto para espíritus libres y verticales.
Un buen profesor. Un paseo fluvial y una playa continental. Y pueblos de pasado árabe, unidos por un camino de agua y vida. Y a su lado, una carretera que les obligará a desandar parte de ella: la CV-377.
La conquista del paisaje. Ese es el regalo que ofrece la CV-797 camino del Parque Natural de la Font Roja. Y a sus pies, una ciudad. Solo hay que cruzar uno de sus puentes para acariciar sus orillas moras, cristianas, modernistas y fabriles.
Reflejos dorados a la orilla del Turia
La ruta de las riberas del Turia. Un barrio de obradores de cerámica de origen medieval. El secreto mejor guardado. Y los restos de un palacio visigodo fechado en el S VII. Todo aquí al lado. Aquí mismo. ¡Tan cerca!
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