30 abril, 2021
Jaime Nicolau – Fernando Murad
Tal y como hizo el viticultor valenciano Pablo Calatayud en nombre de Terres dels Alforins en su emotivo discurso en la visita del secretario autonómico Francesc Colomer del pasado jueves, yo también quiero hoy dirigirme a las tierras, a les Terres dels Alforins. Para decirles que estén tranquilas. Preocupadas pero tranquilas, porque tienen un auténtico escudo humano formado por viticultores y vecinos que van a alzar la voz hasta donde sea necesario para defenderlas. Es mi conclusión del pasado jueves. Una jornada histórica. Y sí, querido amigo, voy a sacar el pecho por Terres dels Alforins así que estás a tiempo de dejar de leer y así te ahorras el cabreo. Y no es una defensa desde la razón, ni lo pretende tampoco engaño. Es una defensa desde el corazón, desde creer a ciegas en cada uno de los viticultores que conforman Terres dels Alforins porque me han demostrado con creces que vale la pena luchar por ellos. Porque en los últimos 14 años he compartido muchas cosas con ellos. Los he visto reir y también los he visto serios. Los he visto nerviosos y también relajados. Pero nunca los había visto tan tristes, desolados y hasta con el corazón roto como está ocurriendo en las últimas semanas. Pero además, como señaló Colomer el jueves, porque han pegado un puñetazo en la mesa con un inagotable manantial de argumentos que a mi me tienen entregado a la causa. Argumentos reales y de mucho peso, bien contados, que construyen el bello relato de un paisaje y un territorio mágico. Argumentos que esperan ansiosos ser escuchados.
Comenzaba la jornada con una metáfora enorme. Visita y rueda de prensa en el Poblado Ibérico de La Bastida de Les Alcusses. Allí, encomendados al Guerrer de Moixent, los viticultores entonaron en boca de Pablo Calatayud un discurso que cortó la respiración por emotivo, a veces desgarrador, que dibujó un panorama gris para el paisaje extremadamente bello que quedaba a sus espaldas. Gris como el color de los hombres que han llegado al territorio con el maletín lleno de billetes y los zapatos relucientes, como señalaba Pablo. Pero la metáfora también está llena de optimismo. Tienen energía y van a luchar como El Guerrer hasta donde haga falta. No se van a rendir porque recibieron este mágico paisaje de sus antepasados y quieren dejar, al menos, el mismo legado a sus sucesores.
Pero si excepcional fue el comienzo de la jornada, sonando una banda de música donde otros esperaban tambores de guerra, restaba recorrer el territorio con el secretario autonómico, con tres paradas técnicas en otras tantas bodegas, una por municipio de Terres (Moixent, Fontanars dels Alforins y La Font de la Figuera). La primera estación fue Celler del Roure, a los pies del Guerrer. Un artesano haciendo cestos con esparto, unos ‘gaspachos’ caseros elaborados con productos locales y vino de las bodegas de la zona mostraron lo fácil que se establecen sinergias en este territorio alrededor del agroturismo y que éste es capaz de generar riqueza con el vino y el paisaje como reclamo. Y ahí, a la sombra de un cañizo, Francesc Colomer escuchó la historia de esas tierras en boca de Paco Calatayud, una de las voces más veteranas y sabias entre los bodegueros. Y así también se defiende un territorio rural y sus sostenibilidad, aunque suene a batallitas de románticos.
Desde allí y por la bella carretera que serpentea desde Moixent a Fontanars, los asistentes nos trasladamos a Casa Los Frailes pasando por la puerta de otros tantos bellos proyectos de la zona. Aquí reinó el vino dulce, el café y l’almoixàvena, coca d’atmetla típica de la zona. Y brillaron los calendarios de Miquel Francés, una joya fotográfica en cada edición que se han convertido en un emblema de Terres, con el viñedo reposando bajo el sol en el valle como testigo de excepción. Y otra vez en marcha hasta el nuevo hogar de Bodegas Arráez, en la Font de la Figuera, como ejemplo de la inversión y el compromiso del sector bodeguero con su territorio. Y allí, en la terraza más canalla del vino valenciano, los asistentes brindaron con cava y juraron no rendirse.
Fue una jornada repleta de símiles vinculados al cine y las citas de ilustres pensadores. Pero también valdría llevárnoslo al terreno futbolístico. Aquí el de gris era un solo hombre (Florentino) y quiso aplastarlo todo creando la Superliga. Pero midió mal, y llegaron los aficionados para decirle que NO, que el fútbol es de todos, que es del pueblo y no se toca. Valga la metáfora.
Por todo esto, queridas Terres, podéis estar tranquilas, porque los humanos que os habitan se van a dejar la piel por vosotras. Ellos no deciden, lo hacen los políticos, pero no van a parar hasta ser escuchados.
Y siguiendo con el fútbol, me declaro incondicional del himno del Liverpool: you’ll never walk alone.
Queridas Terres: Nunca caminaréis solas.
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