30 noviembre, 2022
Berta M.ª López
El sector vitivinícola es uno de esos que te enamora para siempre. Y cuando amas lo que haces, pocas cosas pueden salir mal. Sergio es el vivo ejemplo de cómo alguien puede caer rendido ante algo al poco tiempo de conocerlo. «Barón d’Alba se originó en base al primer vino que hicimos en el año 2001, con la suerte de que fue un vino extraordinario. Eso fue lo que me hizo desarrollar el gusanillo por el mundo del vino», confiesa.
Licenciado en Bellas Artes, sus raíces familiares le llevaron hasta uno de los municipios de la provincia que más bodegas aglutina: Les Useres. Lo que empezó como una diversión, acabó convirtiéndose en uno de los proyectos más destacados que dibujan el mapa de la IGP Castelló. Y si algo puede afirmar con garantía es que «los vinos castellonenses tiene cuerpo y volumen».
Su humildad le ha hecho no perder el norte ni olvidar sus orígenes. Sergio sigue siendo ese chico joven que hace 22 años se embarcó en una aventura que resultó ser exitosa gracias, entre otras cosas, al apoyo de su familia. Cuando le preguntamos cuál ha sido el detonante de su crecimiento lo tiene claro: la fidelidad al producto y a la viña de todo un equipo. Pero eso no es todo. Su plena dedicación le ha llevado a presidir la Ruta del Vino de Castelló y la Federación de Enoturismo de la Comunitat Valenciana. Una consecución de distinciones a modo de recompensa que distinguen con justicia la entrega diaria de Sergio.
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