17 mayo, 2018
J.A. López
La verdad es que no es oro todo lo que reluce, pero hay personas, que, por su categoría, valen su peso en oro aunque trabajen en Maldita Dulzura, cuya primera palabra da que pensar y la segunda te rompe los esquemas.
Hay que madrugar y cuando digo madrugar es antes de las seis de la mañana.
Rosyami, Ros para los amigos, se levanta un poco antes para abrir su bar restaurante y tenerlo todo preparado. Israel, con quien trabaja, ya le espera en la puerta de casa. Hay que trabajar y lo hacen y muy duro, cada día.
Ros nació en Cuba y se despidió de su madre Yamila a una temprana edad en que la progenitora vino a España. Llegó su momento de venir a la unidad familiar y buscar nuevos horizontes en nuestra patria. Viene a nuestro país y debe buscarse la vida. Trabaja y estudia. La protección inicial de la madre deja de existir cuando Yamila ha de volver a Cuba por temas familiares.
A Ros no se le arruga el ombligo pero la soledad le cuesta más lágrimas que sonrisas. Con todo, la joven sigue con su ilusión de “ser alguien en la vida” y las circunstancias le llevan a entrar en la hostelería y a descubrir una vocación que le apasiona.
Distintos trabajos, desde los más bajos a los no muy altos y muchas perolas que fregar y más vasos y cubiertos que repasar. No es vida para una mujer tan joven, pero… es lo que hay.
Después de algunos años de deambular buscando “su sitio”, un buen amigo le pone en contacto con un “loco” que tiene un proyecto hostelero en el que confía con todas las consecuencias.
Nace Maldita Dulzura y Ros es la encargada de la barra, el salón, la terraza y lo que sea necesario. Está en familia. En la familia que le ha abierto los brazos para intentar recompensarla de tantos disgustos.
Ros siempre está en Maldita Dulzura y sabe, de memoria, lo que almuerzan y comen cada uno de sus clientes. En el poco tiempo que tienen para almorzar o comer, Ros es la respuesta rápida y eficaz a sus demandas. La sonrisa permanente. El ya voy de inmediato. El cómo está tu familia. El beso robado con la intención de dar ánimos.
Ros es la persona que buscas cuando estás mal y, desgraciadamente, no piensas que ella puede estar peor. Nunca demuestra desánimo. Está con todos. Debería ser declarada Patrimonio de la Humanidad como muchos otros profesionales de la hostelería que nos alegran el día y no tienen complejos a la hora de abrirte sus brazos y sus oídos… sin pedir nada a cambio.
Con todo merecimiento Rosyami, Ros para todos, se merece el título de Amiga Entrañable. Si quieres conocerla y compartir su alegría contagiosa, pasa por Maldita Dulzura. Vivirás momentos maravillosos.
Se advierte al usuario del uso de cookies propias y de terceros de personalización y de análisis al navegar por esta página web para mejorar nuestros servicios y recopilar información estrictamente estadística de la navegación en nuestro sitio web.
0 comentarios en