29 julio, 2022
Bodegas RODA lanza al mercado RODA 2018, una nueva añada del icónico tinto de la bodega. Se trata de una nueva cosecha de uno de los vinos más reconocidos del panorama nacional e internacional fruto del ensamblaje de las variedades tempranillo (89%), graciano (4%) y garnacha (7%). Este vino surge de una cosecha no muy abundante en Bodegas RODA debido a la parte de la producción que se perdió por el granizo en el mes de julio.
Este vino procede de cepas de más de 30 años plantadas mayormente en Haro y pueblos limítrofes. Un vino con la frescura de las añadas atlánticas de esta región. Para su elaboración hacen una fermentación alcohólica en tinas de roble francés (con control de temperatura), seguida por una fermentación maloláctica en barrica francesa. Y con una posterior crianza de 14 meses en barrica francesa (40% nueva y 60% de segundo uso) y 30 meses en botella antes de salir al mercado.
RODA 2018
Color: de capa media con fondo rojo y ribete también rojo, algo más abierto de color de lo que suele ser habitual. El perfil de la añada 2018, lluviosa y fría se deja notar en el color.
Aroma: intenso, de fruta roja muy fresca, liviano y finísimo. Hay mucha delicadeza y equilibrio. La madera está impecablemente ensamblada y la fruta es especialmente fresca. La sensación crece a medida que se airea. Se aprecian notas de especias muy finas.
Boca: al catarlo, se comprueba que es de volumen medio, llena la boca. El tanino está pulido y el tacto es muy agradable. Tiene un carácter frutal del perfil de las frutas rojas, entre las que sobresale la cereza. Es largo y fresco y aparecen detalles florales entre las notas especiadas. Tiene amplitud y ligereza al mismo tiempo. Como descubrimos en el color, se nota la influencia de la añada 2018, un año fresco de perfil antiguo, con lluvia y frío que dio vinos de menor volumen y mayor frescura.
En lo que respecta a la añada climática, fue la segunda añada con más lluvia tras la de 1992. Tras un otoño seco y un invierno muy frío que dejó los pantanos a rebosar, se retrasó la brotación, así como también la floración, en una primavera muy fría y lluviosa, que tardó más que en los últimos años. Durante el verano, principalmente en julio, hubo fuertes tormentas y granizadas, que provocaron pérdidas en parte de la producción.
Posteriormente, el envero se retrasó también en un agosto seco con algunas puntas de calor y noches frescas. Tras todo un proceso retrasado, la vendimia terminó el 23 de octubre.
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