7 octubre, 2016
José Antonio López
Fue el jueves a mediodía cuando nos dimos cita un grupo de amigos y representantes de los medios de comunicación en un nuevo local situado en la calle Conde Altea a la altura del número 21.
En un mismo día se sucedían dos grandes acontecimientos. Por una parte, la inauguración del Restaurante O’Pazo con la intención de ofrecer alta cocina gallega a Valencia y, por otra parte, el cumplimiento de una promesa que dos amigos, profesionales de la hostelería, se habían dado veinte años antes en una de las tradicionales Feiras Gallegas.
Y es que las promesas están para cumplirlas por mucho que el paso del tiempo intente borrar las buenas intenciones.
Veinte años atrás José Paz, empresario gallego afincado en Valencia, hizo amistad con Manuel Ferreiro, pulpeiro gallego de raza. Uno le enseñó los entresijos de los negocios, el segundo aplaudió no sólo las creaciones gastronómicas, sino el respeto y el esmero por mantener vivas las ancestrales tradiciones de su tierra.
José Paz viene a Valencia y durante mucho tiempo tiene en mente traer un “trozo de su tierra” para que los valencianos, que tan bien le recibieron y le aprecian, disfruten de los placeres que él recuerda de las tabernas de su infancia.
Manuel Ferreiro comenzó a aprender cocina y a quemarse en los fogones a la temprana edad de dieciseis años. Siempre le apasionó la cocina tradicional y casera de su tierra y empleó muchos años de su corta vida en ir de feria en feria, de romería en romería y a encontrarse en cualquier sitio que le permitiera aprender y afianzarse en su pasión por lo eterno. Humilde y trabajador, Manuel es creador de una cocina de carácter, de buen hacer, de la que se siente orgulloso y está dispuesta a darla a conocer, en este caso, desde este nuevo restaurante O’Pazo.
Se llevan de maravilla porque tienen los mismos objetivos y ambiciones. José y Manuel. Este último manifiesta que desea fervientemente, que “todos compartan nuestras costumbres”.
Añade José, “Los viernes por la noche tendremos una invitación de queimada para todo aquel que quiera venir”, esperemos que con conxuros incluidos, será a las doce de la noche. “Todos nuestros productos son de temporada y siempre basándonos en las antiguas recetas…”.
Hace también mucho hincapié en una oferta difícilmente rechazable cuando se trata de maridar con vinos tan estupendos como los Ribeiro, Rías Baixas o Valdeorras junto con los mejores vinos valencianos, de Ribera de Duero…
Y pasamos un buen rato, en la mejor compañía. El local no es muy amplio, pero sí cómodo y con una terraza muy espectacular. En el centro del local se había preparado una mesa “a lo largo” para que todos los invitados estuviésemos cerca y pudiéramos compartir opiniones.
Amigos desde siempre y más ahora.
No había sitios reservados ni grandes alardes de decoración. Aquí, lo importante, era lo que se iba a servir en los platos y así fue.
El maestro jamonero que nos recibió ya marcó pautas en su saber hacer. Más de uno se llevó un manotazo por atacar, antes de lo previsto, lo que debía esperar.
Y comenzó la fiesta gallega con unas empanadas del día; el pulpo a Feira; las zamburiñas de la Ría; el queso con anchoa del Cantábrico que, si la anchoa era extraordinaria, no les quiero decir cómo se las marcaba el queso; los callos a la gallega (hay quien repitió por aquello del chorizo); chipirones; mejillones; los berberechos de las rías gallegas; la brocheta de vieiras y langostinos y…
Todo regado con una selección de vinos que, en este caso no mencionamos por su cantidad, variedad y calidad.
Esta crónica es sólo una pincelada de lo que se van a encontrar en este nuevo restaurante gallego.
O’Pazo está en la calle Conde Altea, 21.
Lo de la queimada, se lo cuento en otra ocasión.
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