19 diciembre, 2014
José Antonio López
Hacía tiempo que no me sorprendía por algo tan grato. Era cliente de Ciro, antes de que fuera lo que es, y me ha llenado de nostalgia encontrarme con que, apenas ha cambiado nada.
Trece mesas. Decoración espartana. Una gran pizarra donde se escriben los menús y poco más. Como siempre, un local acogedor donde gusta estar y compartir.
Julio tiene 39 años. En su tarjeta de visita pone “cocinero” debajo de su nombre. Debajo del nombre de Ciro pone “creativiñam” y empiezo a entender una originalidad ganada a pulso con conocimiento, inquietud, creatividad, constancia y mucho trabajo.
Les sorprendería saber que Julio comienza en la cocina con 8 años ayudando a su madre a freir 300 huevos para la gente de un campamento. A partir de ese momento su idea fija está en ser cocinero. Deja los estudios normales y entra en FP Hostelería Grado Superior.
“Las casas se construyen desde abajo”, me dice Julio. Y parece que se lo tomó tan en serio que empezó como planchista baqueteado en más de un bar de la época dura de la hostelería.
Está convencido de que tiene que haber más “otro tipo de hostelería” y se lanza a la búsqueda de un sueño, de una pasión que llegará a convertirse en casi obsesión.
Estoy hablando con Julio cuando entra Inés al local. Es su esposa. Con motivo del nacimiento de su hija Aitana, que tiene 5 años, se deciden a “sentar cabeza” y, como el padre siempre ha sido de Campanar, pues aquí campan con un negocio con mucha ilusión y más miedo. Que no estaba la época para arriesgar y no sabían cómo iba a responder la gente. Y menos con las cosas nuevas, entre ellas, la creación de menús.
Inés es una gran sumiller. Viene de la compra diaria que hacen entre las tiendas que han seleccionado en el propio barrio. Depende de lo que compren ese día, se pondrán a elaborar el menú. Cada día hay uno distinto.
Me comenta Inés que su máxima pretensión es dar de comer a la gente. Desde el principio han acoplado el tipo de negocio al local, han ajustado los costes a la búsqueda de que viniese mucha gente y disfrutaran con su cocina y con su selección de vinos.
La clientela es de lo más variopinta. Desde estudiantes a personas de oficinas o altos ejecutivos que se funden en el placer de degustar una buena comida y beber unos buenos vinos en un marco acogedor y con alma.
Alma, ilusión que se nota en el local, en la cara y el comportamiento de Julio e Inés. Se siente. “Queremos dar de comer a la gente” y crean y luchan diariamente para hacerlo mejor.
Dani está en la cocina. Visto lo que han comprado estudian el menú de hoy. Entre otros platos prepararán salmón con flores de habas y kimchi de verduras. Cococha de bacalao con salsa curry, limón y guacama. Trinchado de patata con morcilla y yema.
Seguirán con una merluza en tres cocciones con hervido valenciano y mojama. Un arroz de musol y sepia y un rabote buey.
Como postre el bizcocho de calabaza con almendra. Las natillas de caramelo o bien las nubes de fresas con polvo de yogur.
Dan el visto bueno y se ponen manos a la obra. Wendy y Carla vendrán para ayudar. Hoy, lleno. Hoy agradecimiento de este equipo a todas las personas que vienen a su casa y sonríen después de comer. Artistas que reciben el aplauso por unas obras irrepetibles que han creado para satisfacción de los demás. Sus clientes, sus amigos.
Profesionales normales, incluso tímidos que desafían cada día la ordinariez y persiguen la perfección. Inconformistas natos que hacen fácil lo difícil.
Me he guardado para el final algo que ustedes deben saber de Julio y de Inés. Han trabajado en los mejores restaurantes y han luchado en las más lujosas cocinas. Con Juan Ramón en Sargantana. Con Miguel Ruiz en La Seu, “donde iba de vacaciones y me quedé alli. Miguel, para mí, el mejor.” Sigue Julio a Miguel a Moraira. Consiguen la estrella Michelín. De aquí a Sevilla, lejos de su Inés, donde trabaja en el Hotel La Hacienda, del Bulli. Mientras, Inés está en El Celler de Can Roca… y luego cinco años en Casa Alfonso.
Esta pareja, que se pasa la vida huyendo de las “estrellas” se encuentra con todas ellas hasta que llega la hora y es la que describo al principio de mi relato.
Tengo más historias que contarles sobre Julio e Inés, pero, será en otro momento.
Deben saber que Ciro está en la Plaza Papa Juan Pablo II. Muy cerca de Nuevo Centro. Su Teléfono 96 346 78 07. Cierra domingos noche y lunes. Tiene tres menús diarios de 12, 14 y 16€. Por la noche, un menú de tapas. Los fines de semana el menú es de 22€.
Me voy con la frase de Inés “sólo deseamos que la gente se vaya feliz”.
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Un comentario en
Aquí esta Velasco... el 20 diciembre, 2014 a las 8:08 am:
Uno de los restaurantes dónde mejor se come, sin duda, de Valencia. Y a precios terrenales!!!!!!!!