27 julio, 2021
Pepelu González / Foto y vídeo: Fernando Murad, Vicente Escrivà
El Barrio de la Villa de Requena es un lugar lleno de magia. Entre sus estrechas y empedradas callejuelas se esconden un sinfín de recovecos en los que se respira, con claridad, el mundo del vino y del cava. Paseando por las bocacalles que salen como arterias desde la Plaza de Albornoz, se alza, de manera imponente, la Iglesia de Santa María, de la que destacamos su magnánimo pórtico de estilo gótico florido isabelino.
A los pies de este histórico lugar, Emilio Expósito, Presidente de la Asociación de Elaboradores de Cava de Requena, habla de un mundo que puede sonarnos a la gran mayoría de personas, pero del que posiblemente desconozcamos su historia en la misma proporción. Con sus palabras defiende la gran labor de todos los que, desde hace más de cuatro décadas y tras una épica victoria de David contra Goliat, elaboran este preciado producto en las tierras del interior de la provincia de Valencia. Una pugna que, a día de hoy, continúa vigente debido a la problemática generada tras rechazar la DO Cava (con sede en Cataluña) y el Ministerio de Agricultura, el nombre de Requena para esta subzona, algo que viticultores y bodegueros consideran innegociable. Son Requena y quieren llamarse Requena.
Una batalla a la que llegan armados, pues desde que hace una década constituyeran la Asociación, han pasado de una producción cercana al millón y medio de botellas a rozar los 10 millones y que, en un futuro próximo, tiene un potencial de crecimiento que puede acercarles a los cuarenta millones de botellas anuales. Un crecimiento avalado por la calidad de un producto que claramente se beneficia de las bondades climáticas y geográficas propias del municipio de Requena y que no presenta ninguna otra zona productora de espumosos de gran calidad en el mundo. Unas cualidades que convierten a este lugar en un paraje idílico para la elaboración de cavas. Su cercanía, en línea recta, respecto al mar otorga influencia mediterránea a su clima continental, que asegura una gran variación de temperaturas entre el día y la noche en la época de maduración. Y, cómo no, la altitud en la que se encuentran los viñedos de la zona, con una media de 700 metros. Una combinación de factores que dan como resultado unos preciados productos que, cada día, adquieren un mayor prestigio en los mercados.
La historia del Cava en Requena empieza en 1982, el Mundial de España y Naranjito. Fue aquí cuando seis viticultores de la comarca, preocupados por el mundo del vino decidieron juntarse para elaborar estos valorados productos, trabajando de manera cooperativa en la firma Torre Oria. Así, en las navidades de ese mismo año, este municipio del interior de la provincia de Valencia debutaba en este fascinante universo sacando su primera referencia al mercado. En 1986, España entró en la Comunidad Económica Europea. Esto trajo consigo una serie de cambios que afectaron, también, al mundo del Cava. Europa, de este modo, obligaba a delimitar la zona de la D.O. Cava. Municipios de La Rioja, Aragón y prácticamente de toda Cataluña, comenzaron a gozar de unos privilegios de los que, de repente, se veía excluida la zona de Requena.
Esta discriminación hizo que desde Requena se recurriese el nuevo decreto en una batalla desigual de David contra Goliat, pues enfrente estaba la poderosa DO Cava y el Ministerio de Agricultura. Fue el Tribunal Supremo quien, en 1989, daba autorización a Torre Oria para la elaboración de cavas, pero no al municipio. Aquel grupo de viticultores y elaboradores podía haberse conformado, pero entendió que el futuro de su municipio pasaba por pelear para que fuese reconocido el derecho en todo su término municipal. La lucha parecía no tener fin. Esta guerra no se solucionó hasta 1993, fecha en la que, tras un sinfín de pugnas y contiendas, Requena se consideró zona Cava, venciendo una batalla histórica.
El proceso de este producto tiene mucha magia, principalmente gracias a la segunda fermentación en botella, un proceso vital que diferencia que un vino sea tranquilo o espumoso. Esa segunda fermentación se produce en el mágico mundo subterráneo de las cavas. Después llega el degüelle, otro momento mágico previo a volver a tapar la botella con el clásico corcho que conocemos.
Pero la guerra tiene pinta de reabrirse. El Consejo Regulador del Cava planteó, hace unos meses, realizar una segmentación de productos y una zonificación, unas medidas que a los elaboradores de este municipio del interior de la Provincia de Valencia les parecieron acertadas. El problema llegó cuando, desde los altos cargos, se prohibió el uso del nombre deRequena para esta zona productora. Un título por el que, confiados, lucharán contra viento y marea para hacer de sus cavas, unos productos con identidad propia y fieles a su origen: Requena.
Una historia repleta de disputas interminables en las que, hasta hoy, Requena siempre ha conseguido salir victoriosa. Una continua pelea en la que los elaboradores y viticultores están dispuestos a llegar hasta el final para conseguir un buen futuro para los hijos, nietos y empresas elaboradoras que, únicamente, buscan que sus cavas sean conocidos tanto por su calidad, como por su procedencia, con el objetivo claro de no confundir a los consumidores con nombres que no representen, de manera apropiada, el origen.
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Un comentario en
Fantasma el 23 julio, 2021 a las 8:50 am:
Plaza de Albornoz, ni «del Albornoz» ni de la toalla.