29 junio, 2021
Texto: Berta M.ª López / Foto y vídeo: Fernando Murad / Vicent Escrivà
Imagina un lugar donde independientemente de la época solo existe una estación. Frente al mar cálido del Mediterráneo un paraíso gastronómico que te transporta a la época de los días largos y las noches cortas. Afamada tierra de festivales, Benicàssim, también destaca por su oferta culinaria. Nos dirigimos hacia Playachica, un restaurante con suculentas sorpresas culinarias situado en un enclave único. Ellos entienden mejor que nadie los deseos gastronómicos del cliente porque bajo esa premisa se funda el local: crear «un lugar para poder ofrecer una comida, que es la que nos gustaría comer a nosotros cuando fuéramos a la playa».
La parte gastronómica está basada principalmente en un producto fresco con el que elaboran platos locales. Para potenciar al máximo los sabores, su carta se asienta sobre alimentos de temporada. Sus menús de mediodía cuentan con varios entrantes sofisticados y acaban con arroces de carne o pescado frescos «muy trabajados». Y aunque no tienen un plato estrella, destaca su Ceviche Benifornia: una tortita de maíz frita «con un ceviche arriba», que hace honor con su título al edén territorial en el que se sirve.
En Playachica está Juan Pau, jefe de cocina, para recibirnos con los brazos abiertos y un arroz de carabineros «con su sepia, su pulpo, sus chipirones, sofrito de ajito, tomate y un poquito de pimentón» que dejaremos reposar. Y para culminar el encuentro y maridar este manjar, una invitada estrella: Lucía Serratosa, cuarta generación de la bodega Clos de Lôm, nos deleita con los dos vinos que ha seleccionado para la ocasión.
Para el aperitivo trae su rosado Monastrell «con recuerdos a frutas rojas, nata, fresas y frambuesa en nariz y boca con un paso bastante largo». Directo de la cubitera, se descorcha la primera de sus propuestas mientras explica la tradición vitivinícola de la bodega y el pasado francés de la finca situada en el Valle dels Alforins.
Al sol del Mediterráneo, un brindis en alta mar en un entorno idílico. De fondo, las pequeñas calas de roca y arena gruesa que caracterizan la costa de la Renegà. Un paseo en velero de la mano de Fanautic, el club de navegación más grande de España, que llegó a Oropesa hace «un poquito más de dos años». Gabriel Fernández nos explica el proyecto y sus claves mientras tripula el barco con el que surcamos. «La aceptación ha sido bastante buena y es que nuestros socios navegan en nuestros barcos como si fueran de ellos. Les damos formación para que naveguen con las mejores condiciones y a partir de ahí son todo facilidades y a pasarlo bien», cuenta Fernández.
Para rematar el viaje volvemos a suelo firme. Ahora sí, es el momento de paladear el arroz que Juan ha preparado con tanto mimo. Alejada de tópicos, para la comida Serratosa escoge un tinto, «porque a pesar de ser un arroz de marisco con el que todo el mundo tiraría hacia ese vino blanco, creo que la estructura de este plato merece también un vino que respalde todos estos sabores tan potentes», explica. De nombre Isidra, para los entendidos «la joya de la bodega». Elaborado con un 85% garnacha y 15% tempranillo, tiene 12 meses en barrica francesa y americana, siempre en barricas nuevas y con un mínimo de seis meses en botella hasta salir al mercado: en total, 18 meses de crianza. «Este vino tiene mucha fruta roja madura, que no nos golpea y solo tiene recuerdos de madera. En boca es un vino muy aterciopelado que tiene un paso de boca muy suave y elegante y los taninos están muy bien integrados», matiza Serratosa.
Sabor a mar, vino de gran calidad y un velero para degustarlos. El plan perfecto para cualquier amante de la buena vida. Para nosotros: una jornada completa que seguro no olvidaremos.
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