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Píñar: su cueva, su castillo, su aceite y sus costumbres

9 abril, 2017

Estíbaliz Martínez Ruiz
Por el camino nos rodean olivos centenarios… y cuando nos acercamos un poquito más ya lo podemos ver, es Píñar sentado a los pies de su Castillo. Pequeño pueblo tranquilo, de no más de mil habitantes, situado al norte de la provincia de Granada y separado por unos cuarenta kilómetros de su capital, Granada. Pueblo acogedor para los que deciden pasar por él y en el que sus gentes se dedican a su mayor riqueza, sin duda, su cosecha de aceituna. Pero no sólo del aceite vive Píñar. En la época prehistórica el homo sapiens y el hombre de neardental habitaron en las cuevas de este pueblo que fueron lugar de asentamiento de nuestros antepasados más lejanos. Hoy Píñar es sonado por su Cueva de las Ventanas ya que en su interior se han localizado restos de animales prehistóricos y vestigios de diversas culturas del Neolítico.

Es la atracción generada  por las Cuevas de Píñar por lo que muchos visitantes se acercan a este encantador pueblecito rodeado de naturaleza e historia por sus cuatro costados. Muchos son los que llegan preguntando por la Plaza del Ayuntamiento y es que es justo aquí donde compraremos nuestras entradas para la cueva y será el comienzo de nuestro viaje a la prehistoria.  Ya con la entrada en la mano estamos preparados para el viaje en tren que nos subirá a nuestro destino: La Cueva, un Bien de Interés Cultural (BIC)  y Monumento Natural de Andalucía.

Una vez aquí comenzaremos nuestro recorrido por sus galerías acompañados por nuestro guía que nos transportará al modus vivendi de nuestros antepasados desde el Paleolítico pasando por el Neolítico, la Edad de los Metales, íberos, romanos y árabes hasta nuestros días. En su interior se han recreado enterramientos y distintos hábitats de los hombres primitivos que nos acercan a sus costumbres, tradiciones y creencias. El recorrido completo de las cuevas dura aproximadamente 60 minutos si incluimos el recorrido en tren, el paseo durará alrededor de la hora y media. Nuestro viaje al pasado ha terminado, volvemos a ver la luz del sol, nuestro día en Píñar acaba de empezar. Ahora nos vamos  hasta el castillo que fue en su día puerta de entrada al Reino de Granada situado en la cima de la Sierra de Píñar, que nos ofrece unas espectaculares vistas del entorno.

El Castillo árabe, a mediados del siglo XIV, en el período de refortificación del reino Nazarí fue un baluarte muy importante, especialmente por ser la frontera entre los reinos cristianos y musulmanes de Granada. Tras el período musulmán cayó en poder de los Reyes Católicos antes que Granada, siendo alcalde Sidi al-Mandari que fundó al marcharse al norte de África, la ciudad de Tetuán, hermanada hoy con Píñar. Hoy sólo se conservan sus ruinas pero sin duda alguna el castillo es el símbolo del pueblo. Se puede acceder en coche prácticamente hasta él o podemos hacer un recorrido a pie por la falda de montaña disfrutando de la naturaleza. Pararemos en los distintos miradores para poder contemplar los campos de olivos y almendros y respirar la naturaleza que nos rodea.

La Gastronomía local: de «la paisana» a las carnes a la brasa… y el aceite
Y después de nuestra visita a la cueva y el paseo por el castillo y los miradores para disfrutar del paisaje se acerca la “hora de la cerveza”. Y es que es con esta expresión como los piñeros se refieren al momento de disfrutar de una cerveza o un vino con su correspondiente tapa. Píñar cuenta con buenos restaurantes para disfrutar de ricas tapas y maravillosas comidas sin tocar mucho el bolsillo.

Empezaremos por el Restaurante Los Perejiles. El más antiguo del pueblo, fundado en 1966 por Emilio López Torres conocido como “Perejiles”. Fue el precursor de la famosa carne a la brasa de Píñar. Por ella se hicieron famosos, y con ella siguen triunfando. Bonifacio López, hijo del fundador, continúa la tradición. “Llevo cincuenta y un años en el negocio, que se dice pronto, desde que tenía once años hasta hoy que tengo sesenta y dos. Fuimos los primeros en servir carne a la brasa “por kilos”. Para nosotros lo más importante siempre ha sido la calidad y hacerlo de manera tradicional siempre en leña de encina directa al ascua”. Aquí la cerveza se acompaña de “la paisana”, panceta a la brasa, “la perejiles”: huevos fritos con morcilla o con chorizo, pinchito, etc. ¿Apetece verdad? Pues en Píñar es así: una cerveza con su tapa. Pero si queremos más tenemos todo un abanico de carnes a la brasa y platos caseros para degustar.

Justo enfrente nos encontramos el Restaurante Venta el Cruce conocido en el pueblo como “La Casilla” fundado en 1979 por un joven matrimonio Manolo y Josefa. Hoy su hijo Pepe sigue al pie del cañón. Este sigue siendo un rincón donde poder disfrutar de la comida tradicional y de los exquisitos postres caseros. Pediremos una cerveza que nos acompañarán de un plato de migas, patatas a lo pobre, carne en salsa, montadito de lomo, croquetas caseras… Y si queremos pasar a comer, mejor no pasarse con las tapas, porque si no “ya estás comido”. Aquí las estrella del menú son las carnes a la brasa en horno de encina: chuletas de cordero, cerdo, conejo, entrecot de ternera y cómo no, el choto al ajillo.

En el centro del pueblo tenemos el Restaurante el Castillo integrado en el recinto de la Granja Escuela el Castillo. Un centro de educación ambiental  donde los más pequeños de la casa pueden seguir aprendiendo y recreando el modo de vida de nuestros antepasados. Los talleres de prehistoria de la granja escuela permitirán a los pequeños conocer en detalle la forma de vida de los primeros humanos. Podrán construir las herramientas que utilizaban para realizar pinturas rupestres e incluso hacer fuego. También podremos disfrutar en nuestra jornada de un espectáculo de aves rapaces, visitar el animalario y el museo. Sin duda, toda una experiencia.

Y de la tradición nos vamos a la modernidad: Restaurante La Almazara Campopineda abrió sus puertas en 2006. Un edificio impresionante por fuera, pero más aún por dentro. Al entrar al restaurante nos invade el perfume del aceite y es que justo al lado de los salones está la bodega donde se guarda el exquisito aceite que aquí mismo se produce. Podemos visitar su almazara y disfrutar de una cocina diferente. Como nos cuenta María Dolores Hita, colaboradora de Campopineda, “se trata de una cocina basada en la tradicional pero dándole un toque moderno y, por supuesto, con el aceite de oliva como ingrediente fundamental”. En Campopineda nos reciben con un entrante especial: su aceite Premium y pan recién horneado. Pero para comer nos recomiendan probar su bacalao y su presa ibérica. Su enclave privilegiado nos permite disfrutar de vistas maravillosas: por un lado, el castillo; por otro, el interior de la almazara y un gran espacio donde pasar el día al aire libre. Por supuesto no te puedes ir sin su excelente aceite de oliva.

Pero la elaboración de aceite de oliva comenzó en Píñar en 1981 cuando se constituyó la Sociedad Cooperativa Santa Mónica. Francisco Hurtado, maestro molinero de la almazara lleva casi 20 años elaborando los mejores aceites de manera tradicional. Paco, como es conocido en el pueblo, nos cuenta los distintos aceites que elaboran con todo esmero. “El  Aceite de Oliva Virgen Extra Primeras Aceitunas: es el primero de la temporada, aceite de calidad Premium obtenido de las primeras aceitunas verdes de cada cosecha. Mediante la extracción en frío conseguimos un aceite delicioso. También elaboramos Aceite de Oliva Virgen Extra Ecológico procedente del cultivo biológico y por supuesto el Aceite de Oliva Virgen Extra obtenido directamente de aceitunas y a través de procesos mecánicos”. En SCA Santa Mónica nos ofrecen un aceite con aroma verde, dulce al gusto y toque picante. Así que sólo tenemos que pasar por aquí para poder comprarlo directamente y poder disfrutar de toda una experiencia de sabor aroma y color.

¿Ganas de vivir Píñar?
Pues si hay una fecha especialmente fascinante para visitarlo es el Día de la Prehistoria que se enmarca dentro de la semana cultural que se celebra a principios de agosto. Son muchas las actividades que se organizan para el disfrute de los vecinos durante esta semana estival. Pero sin duda, la más atractiva para los propios piñeros y mucho más para los turistas, que miran con sorpresa a los que por allí andan disfrazados, es el Día de la Prehistoria. Y es que este día de verano todos los piñeros y piñeras cambian su atuendo de diario para ataviarse con una vestimenta semejante a la que el hombre llevaba hace millones de años. Trajes que asemejan las pieles con las que vestían los primeros hombres, las caras manchadas de pintura, de fondo el ritmo de las danzas africanas y de cena carne a la brasa para todos en Píñar. Y si decides quedarte a dormir no tienes más que elegir entre Los Perejiles o la Venta el Cruce.

Todo esto y mucho más… en Píñar.

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