30 diciembre, 2017
Jaime Nicolau
Pablo estaba convencido del enorme potencial de la casi desaparecida mandó. Había oído a su padre Paco tantas y tantas veces aquella historia que tenía que ser cierta. «Hace unos 100 años, todas las bodegas de la zona de Moixent elaboraban unos pocos litros de mandó para consumo propio. Y por algo era». Y ahí que fue Pablo a recuperar una variedad en peligro de extinción. Y aquí, los resultados.
Empiezan a llegarnos las puntuaciones del prescriptor más influyente del mundo, Robert Parker y su hombre en España, Luis Gutiérrez y la verdad es que la primera de ellas es contundente, pues confirma el trabajo de una de las firmas más importantes del panorama vinícola del levante español. Y es que Celler del Roure sitúa todos sus vinos por encima de los 90 puntos, o lo que es lo mismo, con un contundente sobresaliente (a excepción de Setze Gallets que es un vino creado voluntariamente con otro propósito). Pero vayamos por partes.
Empezamos con Maduresa 2016, el vino más complejo de la saga, que ha recibido 93 puntos. Reúne las mejores uvas de las variedades tintas que cultiva la bodega, con presencia de las autóctonas monastrell y mandó. Esta última lleva la voz cantante aunque se redondea con otras castas tintas de la firma.
Le sigue una nota que dice mucho del trabajo de Pablo Calatayud. Safrà 2016 se lleva un espectacular 92+. Es el último de los vinos antiguos de la firma, una saga que el enólogo explica con la siguiente reflexión: «Los ‘antiguos’ están hechos a la antigua usanza, recuperando las variedades tradicionales, las tinajas de barro enterradas y los viejos cups, que son esos lagares de piedra donde entraban las uvas que luego se pisaban con los pies, y tratando de hacer el vino como se hacía aquí antiguamente».
Lo mismo serviría para hablar de otro de los ‘vinos antiguos’ de la saga, Parotet, que se lleva otro 92+. Es el primer vino tinto de Celler del Roure criado en tinajas de barro. Por primera vez sin barricas de roble. Sin variedades foráneas y con la variedad mandó como gran protagonista.
Le sigue en las puntuaciones un clásico de la firma como es Les Alcusses, en su añada 2014, con 92 puntos. En este caso un canto al poblado íbero de La Bastida de Les Alcusses en Moixent, con la monastrell mediterránea como piedra angular.
Y vamos allá con los dos 91 puntos. El blanco Cullerot y Parotet Vermell, confirman que la apuesta por elaboraciones diferentes, con personalidad y que son muestra de un terruño, un clima y un saber hacer que mima cada parte del proceso, marcan la diferencia.
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