1 octubre, 2021
David Blay
Arrancamos una nueva visión de entrevistas con personas vinculadas al mundo de la gastronomía. Tienen prohibido pronunciar la palabra ‘cocina’ o cualquiera de sus derivados y realizamos junto a ellas un ejercicio de imaginación en el que tomaron un camino profesional diferente hacia algo que les apasionó laboralmente en su infancia (o lo sigue haciendo y está presente en sus vidas).
‘Yo en realidad quería ser como Steve Harris, de Iron Maiden. Siempre me ha gustado el rock, aunque ahora el pop, el indie y hasta la ópera están muy presentes en mi vida y en mi día a día’.
Pablo Ministro es el chef ejecutivo de Contrapunto (el restaurante que se ubica debajo del Palau de les Arts, cuna de la ópera en Valencia) pero también un cocinero diferente que siempre ha pretendido que la música esté presente en su actual actividad de muchas maneras diferentes.
‘En Ayora tocaba en la banda de mi hermano mayor y sus amigos, que tenía el sugerente (bromea) nombre de Samur. Soñábamos con ser estrellas del escenario, pero cuando tienes 15 años tus padres no ven esta posibilidad como un oficio y suelen optar por mandarte a estudiar otra cosa’.
Es curioso porque estar detrás de los fogones tampoco tenía un enorme predicamento en la época en que inició su formación. ‘Soy de la primera promoción de Cheste, donde entre cuatro alumnos compartíamos un fuego. Ahora visitas las instalaciones y piensas cómo podíamos aprender así, pero lo hicimos’.
Pero volvamos a los acordes. ‘Debo decir que no lo hacíamos mal. Hasta el punto de que hemos realizado conciertos de cierta envergadura, como uno del festival Gazpatxo Rock donde llegamos a congregar a más de mil personas’.
Pero las giras apenas daban dinero en aquellos momentos. ‘Hemos llegado a perder pasta por ir a tocar a algunos lugares. O, como máximo, con lo que nos pagaban costeábamos la gasolina y nos podíamos comprar unos bocadillos’.
A causa de todas estas circunstancias, quien visitara primero la Bodega Los Barbas y luego su local bajo el Palau de les Arts se habrá percatado del papel preponderante que tiene la música en su propuesta ambiental… y gastronómica.
‘Me costó un poco más negociar cuando llegué a Valencia que me dejaran controlar esta parte, pero han visto que ha supuesto un factor diferencial de conversación con los clientes. No puedo dejar de incluir referencias incluso en la carta, donde hemos tenido platos como el Octopus Garden en homenaje a Los Beatles’.
Pero su cercanía a la ópera incluso le ha inspirado un nuevo concepto, que está atrayendo tanto a amantes de este género como a curiosos de los menús singulares.
‘Estoy estudiando las obras que tienen lugar en Les Arts, como ahora ocurre con el Réquiem de Mozart. Buscamos referencias o similitudes vinculadas a la comida y de ahí proponemos menús temáticos con maridajes de vino del país del compositor o en el que transcurre la historia. Que yo sepa, no hay nadie en el mundo que esté planteando una iniciativa como esta’.
Y, como a cualquiera, hubo películas que marcaron su infancia y le llevaron a transitar el camino melódico que hoy recorre. ‘Recuerdo el impacto que me provocó El Muro, de Pink Floyd, cuando nos la puso mi padre en casa. Y en los últimos tiempos me han sorprendido por diversas circunstancias Tenacious D y la púa del destino y The Dirt, el largometraje autobiográfico de Mötley Crüe’.
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