7 noviembre, 2022
Enrique Solves Leonés
Se licenció en Farmacia y ejerce esa profesión todavía en su querido barrio valenciano de Ruzafa. Sin embargo, Luis Corbí siempre ha tenido pasión por el mundo del vino. «De joven mi padre me dejaba su chalet para hacer vino, iba a catas, visitaba bodegas, y cuando viajé al Rin me enamoré de la Riesling», nos cuenta. La afición de Luis Corbí viene por vocación, y la experiencia, por la formación adquirida a lo largo de su trayectoria en la formulación farmacéutica. «El vino tiene mucho de alquimia», señala. Visitó una finca en Fontanars del Alforins y quedó totalmente enamorado. «Poco a poco fui profesionalizándome gracias a la ayuda de colaboradores y buenas personas». Tomó decisiones arriesgadas para ser lo que es hoy. Para empezar, decidió elaborar blancos en una tierra de grandes tintos como es Terres dels Alforins, y apostó por variedades centroeuropeas en Valencia, cuando la tendencia del mercado era la recuperación de variedades autóctonas. Así comenzó su aventura con la riesling y viognier, por bandera, sin olvidar la autóctona verdil. Por último, llegó la decisión de adquirir una bodega en Los Isidros, Requena, con suelos y viñas descuidados, que trabaja con mimo para convertir en un paraíso para la uva bobal.
«En el ámbito del vino valenciano cada vez hay mejores bodegas, enólogos, propietarios y empresarios», señala. Además, se muestra muy optimista de cara al futuro: «Auguro a medio plazo que nuestro territorio tiene que estallar convirtiéndose en vino de referencia no solo en España, sino en el mundo entero».
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