1 septiembre, 2022
Se acerca la vendimia, una más. Conociéndola, seguro que es inevitable esas mariposas en el estómago de cada año. Ocurre a casi todos los enólogos de manera directamente proporcional a la pasión con la que desempeñan su trabajo, su modo de vida. Noemí Arroyo mira estos días al cielo más que de costumbre. Las temidas tormentas veraniegas y el granizo son siempre una amenaza a partir de mediados de agosto. Pero nada que no supiera. Estamos en Fuenterrobles, es el rincón en el que Noemí deja volar su imaginación con su proyecto personal. Es el rincón en el que se apagan las luces y se encienden los sueños, como ella dice.
Se ha labrado por méritos propios el camino y reconocimiento que hoy tienen los vinos de Noemí Wines. Apostó fuerte por unos vinos sin trampantojos. Vinos sinceros, respetuosos con la tierra, con la viña y con el entorno, que fueran fieles exponentes de todo aquello que ella pisa a diario, llevados a los parámetros de la calidad extrema, sin complejos. Y revolucionó un sector marcado por la entonces escasa presencia femenina aunque eso también está cambiando a pasos agigantados.
Cuando se apagan las luces, se encienden los sueños. Así reza la web de su proyecto. «En una tierra donde se cultiva la vid desde hace 2.500 años, y en la que las condiciones climatológicas y naturales imprimen un sello especial a los vinos, nazco yo, Noemí Arroyo Pérez, una apasionada de la tierra y el campo» continúa en toda una declaración de intenciones. «Esta historia comienza hace 14 generaciones, cuando un antepasado mío, Diego de Arroyo, fundó un mayorazgo con sus propiedades», añade.
Y es que el proyecto supone dar continuidad a todas aquellas vivencias que de niña descubrió mientras echaba una mano a sus padres en la viña. Corrió entre filas, se escondió detrás de cepas, comió uva… y el mundo del vino ya nunca saldría de su vida.
Elabora tres vinos: dos Innatos y Exuperio. Inntato Tinto está elaborado con la variedad bobal, procedente de viñedos propios en Finca de los Monteros de más de 100 años de antigüedad. La vendimia es manual, en cajas, cuando se alcanza el grado de madurez óptimo. 12 meses de crianza en barrica de roble francés. Junto a él Innato Blanco, monovarietal de merseguera, recolectada de forma manual y selectiva. Criado sobre sus propias lías durande 4 meses. Se trata de una apuesta personal de Noemí, en una zona tradicional de tintos a una altitud de 900 m. Por último Exuperio, un bobal sin complejos, procedente de las viñas de Raúl Zorita, con más de 80 años de antigüedad. Calidad, equilibrio y autenticidad, son adjetivos aplicables a ese proyecto.
Cae la tarde, amenaza tormenta y las mariposas siguen ahí, año tras año. Que no falten.
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