«No fabricamos tornillos, somos envasadores de emociones»

Texto: Jaime Nicolau / Foto: Laura Lázaro

Juan Ramón aparece puntual a la cita con el gesto serio, pero con esa media sonrisa que siempre dibuja su cara. Optimista por naturaleza, la sequía les ha golpeado este año con fuerza. Reflexiona entre la dureza y el optimismo sabiendo que la bodega se sostiene sobre pilares bien cimentados. 

5barricas.- Dos décadas de la era moderna para vuestro proyecto y tres desde que lo emprendiera tu abuelo. ¿Qué momento crees que vive Bodegas Enguera?

Juan Ramón Iglesias.- Yo creo que ahora vive el momento de mayor madurez. Hemos tenido siempre un equipo profesional muy bueno, pero ahora mismo, aparte del equipo profesional de muy buen nivel, hay un grado de integración con la tercera generación de la familia muy fuerte. Entonces, hombre, siendo un poquito el referente de vinos ecológicos en la zona en muchos aspectos y con la integración de la familia, pues vive un momento muy maduro. Ya son tres generaciones. Aprendes de muchos errores. Se amplían las virtudes, creo. Con lo cual estamos un poco en esa etapa.

5b.- Si echas la vista atrás desde tu llegada, ¿con qué te quedas?

J.R.I.- Pues me gustaría no dejar de poner en valor a nivel emocional y personal el hecho de que era un proyecto de mi abuelo. Personalmente con la finca que tenemos en Enguera tengo una vinculación muy fuerte porque era donde íbamos a descansar los fines de semana y a veranear. Con lo cual, cuando estoy allí, la paz, la calma y la vinculación con tu pasado y con tu infancia es muy fuerte. Este negocio es muy bonito, es un mundo en el que los números son muy difíciles. Es un sector agrícola, pero es verdad que tiene una parte emocional que casi ningún negocio a día de hoy tiene a nivel familiar. No fabricamos tornillos, somos envasadores de emociones. Y ese hilo conductor desde mi abuelo y esa vinculación familiar entre tres generaciones con la ubicación donde tenemos la bodega, es algo que llevo guardado dentro con mucho cariño.

5b.- A nivel de mercados, Juan Ramón, haznos una radiografía de vuestro universo.

J.R.I.- Nosotros exportamos más del 80% todavía. Mi intención es que la bodega exporte un 70% de su producción y venda el 30% en nacional; sobre todo en nuestra región, en la Comunitat Valenciana. Y a nivel de mercados, por orden de prioridad, tenemos: Estados Unidos, Alemania, Inglaterra, Bélgica, Holanda, Finlandia, Suiza, Suecia, Japón, China. Algo incluso en Australia y Brasil, algo en Francia. Es una cartera bastante atomizada y distribuida a nivel internacional. Luego en nacional, la importancia de un colaborador, que lo es desde hace 20 años, como Leblosen-Las Añadas y, desde hace dos años, Uriarte para Alicante, nos dan estabilidad en las tres provincias valencianas.

5b.- En ese mercado local, ¿cómo ves la evolución que ha tenido el vino de esta Comunitat?¿Valora el público valenciano el producto autóctono?

J.R.I.- Yo empecé a tiempo parcial hace ocho años en la bodega y al 100%, hace ahora justo este mes, seis años. Con lo cual la visión quizá sea más reciente, pero por todo lo que he ido aprendiendo y escuchando estos años, el mercado local y regional cada vez valora más el vino de la región que lleva poniéndose en valor muchos años. En la zona de Terres dels Alforins le damos mucho mérito a Daniel Belda, con toda la razón del mundo, ya que fue un poco el precursor de los proyectos familiares y no vinculado solo al granel y a las cooperativas en la zona. Cuando digo las cooperativas, es porque muchas de ellas lo están haciendo muy bien también. Con lo cual entran dentro de la gama de valor. Entonces ya hay una apreciación, ya se ve en las cartas de los restaurantes y en las mesas de las familias mucho más cariño por el vino valenciano y cuando digo valenciano es de las tres provincias.

5b.- En materia de ecología sois referencia obligada. Tenemos el cambio climático barruntando nuestras cabezas constantemente y vosotros sois muy activos en el I+D. ¿Cómo trabajáis esa parcela y qué retos os está suponiendo el cambio climático?

J.R.I.- Retos nos está suponiendo muchos. Este año hemos tenido la sequía más extrema desde que hay registros y en nuestra experiencia, con lo cual es un problema económico fuerte y es un problema que nos hace replantearnos el futuro. Para mí el hecho de ir más allá hace ocho o diez años con el I+D de Bodegas Enguera vinculado a las universidades y a alguna de las ayudas institucionales, a través de subvenciones, era el poder generar un contenido cultural extensible y del que pudieran disfrutar el resto de nuestros vecinos. También, aparte de hacer grandes vinos ecológicos, era dar un paso más. Este año, si te digo la verdad, con el susto del clima ya por primera vez estoy empezando a decir vale. Si antes éramos pequeños y éramos un pequeño ejemplo de lo que se podía hacer bien y lo quisimos hacer extensivo a los demás para intentar que las prácticas mejoraran, ahora ya me empieza a generar dudas el hecho de que haya una estabilidad suficiente a 30 años vista. Estamos preocupados por el cambio climático. Preocupados por la capacidad o el alcance que tienen los proyectos y los estudios por los que nosotros hemos ido apostando. Que en un año tan desastroso como este a nivel climático, ves que ni siquiera con esos proyectos a tu alcance vas a poder estar ahí, pues te deja sensaciones agridulces. Por contra, soy muy positivo y nos sentimos con ganas de seguir haciendo cosas y de seguir siendo un ejemplo en producción sostenible y ecológica, pero con los miedos de lo que pueda ir llegando los próximos años.

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