29 febrero, 2016
Mª Carmen González/Fotos: Fernando Murad, Blai Carda, Jordi Elias
El enoturismo está de moda. Actividades como visitas a bodegas, catas comentadas, paseos por la viña o incluso la participación en la vendimia son cada día más demandadas por los amantes del vino y los ‘buscadores’ de nuevas experiencias.
Este poder dinamizador y generador de riqueza que tiene el turismo del vino lo conocen bien en Bodegas Torres, que este año ha recibido el premio ‘Experiencia turística más innovadora’ en los Wine Tourism Awards que concede la revista ‘Drinks International’. En concreto han reconocido la Enocursa (carrera entre viñedos), el Tour Enofotográfico, el taller de elaboración de brandy y la experiencia ‘tapas a ciegas’ que desarrollan en la bodega del Penedés, un centro que cada año recibe cerca de 100.000 visitantes de todo el mundo.
Si bien la actividad enoturística que desarrolla en el Penedés no tiene nada que ver con la que lleva a cabo en el Priorat –donde el pasado año se recibieron cerca de mil visitantes–, el grupo Torres confía en las posibilidades y en el potencial que esta zona de Tarragona tiene en el sector del turismo del vino. Así, la directora de Torres Priorat, Mireia Torres, considera que el enoturismo “puede fomentar muchísimo la economía de esta región”, una zona “llena de caminos fantásticos con unas vistas espectaculares” y una rica oferta cultural y patrimonial.
En este sentido, recuerda que el Priorat fue, “durante muchas décadas”, una región “aislada y con comunicaciones bastante malas”. Sin embargo, “hoy en día esto está solucionado, por lo que la zona tiene un gran potencial”, asegura.
“Cuando uno visita los pueblos de esta zona se da cuenta de que se conserva muchísimo el entorno, las edificaciones y el espíritu que había hace varias décadas. Esto es un potencial hoy en día, un valor de autenticidad que hay que mostrar y potenciar”, señala.
La actividad enoturística de Torres en el Priorat es todavía joven pero la compañía tiene un “plan muy ambicioso”, pues cree en el potencial de la zona y en el motor dinamizador que supone este tipo de turismo. Así, están organizando actividades que combinan la visita a la bodega con planes culturales como visitas a la cartuja de Scala Dei o las minas de plomo de Bellmunt. También colaboran con empresas que hacen excursiones organizadas para visitar la bodega y/o realizar una cata tras su tour o caminata por los senderos de la zona.
Torres organiza recorridos a pie por sus viñedos y visitas guiadas por la bodega, que incluyen catas sensoriales, degustaciones comentadas de sus vinos o aperitivos con embutido de la zona. Las visitas también pueden ir acompañadas de maridaje de vino y queso o de vino y chocolate para los más golosos. ¿Qué mayor tentación que combinar los vinos de Torres con chocolate con pimienta, con lavanda o con naranja amarga?
La bodega de El Lloar también organiza observaciones nocturnas de estrellas, aprovechando los límpidos cielos del Priorat y actividades combinadas con otras bodegas y restaurantes de la zona. “Tenemos numerosas actividades cada mes”, indica Torres.
La bodega de Torres en el Priorat está rodeada de un paisaje único de colinas plantadas con viñedos, olivos y suelos de pizarra. La empresa es consciente de la importancia de preservar este entorno y por ello desarrolla toda una serie de medidas encaminadas a preservar el medio ambiente.
Así, esta pequeña bodega, ubicada en El Lloar, tiene “desde el primer momento” una planta depuradora propia, así como un depósito de agua de lluvia con una capacidad de 40.000 litros. Además, dispone de placas solares que permiten cubrir las necesidades energéticas de la bodega, excepto en período de vendimia en que el consumo energético es mayor.
Torres está comprometido también con el cultivo responsable y respetuoso, por ello combate las plagas con cobre –que también intenta rebajar– y azufre y usa técnicas de confusión sexual en lugar de utilizar pesticidas. Así, impregnando varillas con feromonas evita que los machos de ciertos parásitos localicen hembras que fecundar.
Para Torres es una obligación el respeto al medio ambiente, campo este en el que hacen “grandes inversiones”. “Estamos muy concienciados, diría que hoy en día todas las bodegas, ya que dependemos muchísimo de la climatología”, afirma Mireia Torres, quien recuerda que el cambio climático, que apunta a un tiempo más cálido y seco va a afectar a la viticultura.
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