18 abril, 2020
Mark O’Neill DipWSET
Fundador de The Wine Place
En la vida, lo que nos hace seguir adelante es el miedo y la esperanza. He leído muchos artículos en los que se dice que cuando todo esto pase nada será igual. La prensa y la televisión quieren drama y especulación, no normalidad, hacen negocio creando incertidumbre y miedo. Sin embargo, somos animales de costumbres, así que, cuando todo esto pase, volveremos a hacer lo que hacíamos antes. Si hay algo que podremos sacar de positivo es que ahora mismo tenemos más tiempo para pensar y reorganizar nuestras prioridades en la vida.
Lo que digo es que el mundo del vino se ha llenado completamente de “todo va a cambiar”. Y no lo hará. El negocio del vino tiene una estructura bastante simple, en términos de mercadotecnia. La bodega produce vino, éste se vende directamente a las cadenas de distribución, tanto nacionales como internacionales, que lo distribuyen a tiendas y restaurantes. Sin embargo, ahora mismo estamos sufriendo una verdadera tormenta, a la que le seguirá una recesión. Muchos hoteles, restaurantes, bares y distribuidores desaparecerán, en un sector que ya se caracterizaba por la alta tasa de fracaso en los negocios, y el impacto de esta recesión será duro y llevará mucho tiempo recuperarse.
Esta situación es enormemente preocupante para toda la industria del vino. Menos ventas suponen menos cash para la industria, dinero inmovilizado para mantener el stock que no se haya vendido, y además habrá una nueva cosecha en tan solo 6 meses. Si ya hay mucho vino cuando llegue la cosecha, el precio de las uvas bajará debido al descenso en la demanda. Para las bodegas y los distribuidores que se han centrado en el sector de la restauración será algo durísimo. Dependiendo del cash o de los términos de sus créditos, algunas bodegas no podrán hacerla hasta que pase la crisis.
Por el contrario, la mayoría de las ventas de vino online a nivel internacional se ha beneficiado de un considerable aumento en el pasado mes. Pero a la vez, muchos pequeños puntos de venta locales lo están pasando mal, incluso estando abiertos, ya que los consumidores no acuden a comprar al no poder salir. Es alentador ver cómo estas pequeñas tiendas con tanto espíritu innovador han comenzado a servir a domicilio, lo que es una estupenda manera de establecer una relación directa con los consumidores más cercanos.
Me genera mucha frustración cuando leo en algunos artículos que “la solución para las bodegas es siempre pensar en lo que tu consumidor quiere”. Si los equipos de las bodegas no estaban haciéndolo ya antes de la crisis, ¿qué estaban haciendo? Miles de bodegas en todo el mundo están siendo mucho más activas en las redes sociales comunicándose con los consumidores a través de “webinars”, chats, etc. Esto es un avance muy positivo, ya que durante demasiado tiempo el sector del vino ha convivido con la ignorancia de sus clientes en lo que respecta al vino. Como resultado de esta crisis, esta tendencia continuará hasta que se alcance un nivel de conocimiento que resultará beneficioso tanto para la industria como para los consumidores.
Los puntos débiles que tiene cualquier negocio de vino se han puesto de manifiesto durante estos meses de restricciones. Yo estoy en contacto y aconsejo a las bodegas habitualmente, y les transmito que, para hacer cambios efectivos, es importante tener una base sólida y una visión clara de hacia dónde quieren ir. Por ello, nunca ha sido tan importante como ahora planear el futuro, mientras nos mantenemos concentrados en la tarea y somos pacientes. Las empresas relacionadas con el vino que saldrán reforzadas de este infausto periodo son aquellas que tengan más recursos o aquellas que innoven, inviertan en formación y se diversifiquen de una forma equilibrada.
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