23 diciembre, 2016
Mari Llusar
Hoy toca cava. Y de los buenos. Recuerdo con todo lujo de detalles la primera vez que probé este proyecto personal de Rodolfo Valiente cursando el Master Sumiller de Vinos Valencianos. Tuve el privilegio de ser becada en su primera edición. Y llegaron las clases de espumosos y llegó Rodolfo con una maravilla inédita. Su primer cava. Y qué cava. Mejor inicio imposible.
Sorprendió y lo sigue haciendo a día de hoy. Vamos a catar una botella degollada en marzo de 2015. Hemos sabido esperar y Baco nos premia por nuestra paciencia. El color es un amarillo dorado brillante, con burbuja fina y muy bien integrada en el líquido. En nariz se muestra expresivo desde el primer momento.
Lo catamos a una temperatura de entre 9 y 10 grados. No vamos a permitirle al frío robarnos placer. Apreciamos pomelo rosa, albaricoque maduro, membrillo en forma de fruta fresca y unas agradables almendras crudas. Las flores esperan su turno, jazmín y flor de almendro. Seguimos disfrutando de esta compleja nariz con las especias, hinojo fresco y anís estrellado. Y ya en último plano, quedan el níspero maduro y la mantequilla fresca. Agradable, envolvente y adictivo. Nos apetece seguir con la nariz dentro de la copa.
En boca entra elegante, amplio y sedoso, fruto de su larga siesta. 25 meses en rima muy bien aprovechados. Al tragar nos quedamos un buen rato con su recuerdo. Largo y complejo. Recuerda en el postgusto a ese níspero maduro que en nariz se mostraba muy discreto. Nos deja unas elegantes notas acompotadas muy bien compensadas con la acidez y la fina burbuja que le aportan frescura.
Hay que destacar sobre todo en este cava la elegancia. Claramente el tiempo le ha sentado fenomenal. Es ya un hecho que la Comunidad Valenciana tiene mucho que decir en materia de espumosos y lo vamos a gritar a los cuatro vientos. Tenemos potencial y ganas. Y, sobre todo, excelentes profesionales para elaborar productos de altísima calidad y mostrárselos al mundo.
Al acabar el último sorbo, después de reposar y atemperarse, nos deja un agradable recuerdo de caramelo de cereza. Nos devuelve a la infancia. Y eso nos gusta mucho.
Feliz Navidad.
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