13 noviembre, 2025

Pedro G. Mocholí
Moraira es a la Costa Mediterránea lo que Antibes es a la Costa Azul. Dos localidades bañadas por el Mediterráneo que ofrecen un gran nivel turístico, al tiempo que una magnífica gastronomía.
La gastronomía mediterránea se basa en la riqueza de su mar, de los tradicionales guisos y arroces que encuentras en sus barcos de bajura y en la cocina casera y familiar que ves en muchos de sus hogares.
Moraira, a principio de los años 70, se convirtió en una cenicienta de la Costa Blanca y, poco a poco, fue recibiendo un turismo extranjero de gran calidad y poderío. Esta sensación limitó la masificación que sí que sufrieron algunas localidades aledañas.
Y esa situación de exclusividad también se presentó en su hostelería, encontrando una oferta más cuidada y profesional. No olvidemos que Moraira acogió en los años 70 el restaurante El Girasol, uno de los establecimientos más exclusivos que han existido en nuestra Comunitat y quien, de la mano del alemán Heinz Orth, consiguió la tan valorada Estrella Michelin. Pasaron los años y, tras la jubilación de este, llegó un compatriota suyo: Joackim Koerper quien no solo mantuvo la 1ª estrella, sino que consiguió la 2ª, siendo el primer restaurante de la Comunitat en conseguir el apreciado asterisco.
A la sombra de El Girasol se tejió una hostelería de gran nivel, una sensación que encontramos en muchas regiones o ciudades, percibiendo una gran gastronomía y un excelente servicio, muy por encima de las localidades que le rodean.
Uno de esos restaurantes que nacieron a la sombra de El Girasol fue Mañet, un espacio idílico que encontramos en El Portet, con una terraza al Mediterráneo muy envidiable.
El Hostal Mañet (como se conoce popularmente) abrió sus puertas hace más de un siglo cuando los primeros veraneantes, sobre todo burgueses alcoyanos provenientes de la revolución textil de principios de siglo, llegaron a esta costa que se presentaba virgen y natural.
Eran los años 20 cuando nació la Casa de Huéspedes Mañet, un espacio en el que no se ofrecían servicios de hostelería, pues los primeros clientes que llegaban venían acompañados por el servicio en el que, por supuesto, se encontraban cocineros y mayordomo.
Han sido cuatro generaciones las que han visto cómo esta Casa de Huéspedes ha ido creciendo hasta llegar a 2017, año en el que José Vicente Llobell «Mañet «se hizo cargo del hotel y del restaurante, en el que encontramos unas sabrosas y bien ejecutadas propuestas marineras y de mercado. Conscientes de que su público es muy variado, también encontramos propuestas eclécticas.
Además del imponente comedor que encontramos, tenemos que destacar la majestuosa terraza sobre el Mediterráneo y, bien para las noches de verano, como para las comidas de invierno es un espacio paradisiaco.
José Vicente ha dejado la responsabilidad de las propuestas gastronómicas en el buen oficio y las excelentes hechuras de Raúl Pastor, quien desarrolla una buena técnica con propuestas originales y, sobre todo, marineras y de proximidad.

José Vicente Llobell y Raúl Pastor.
Con unos tomates bien maduros nos presenta una sopa fría, a caballo entre un gazpacho trabado que nos recuerda a un salmorejo y con un ligero toque ahumado ideal para abrir el apetito.
Cuando estoy en La Marina sale mi vena “salazonera” y no perdono un sublime surtido de hueva y mojama de atún, un bocado excelso y glorioso.

Más insulso me pareció el roast beef con salsa de atún, pero es posible que el culpable de esta sensación fuera yo mismo, pues al tomarlo después del salazón, mi paladar estaba ligeramente adormecido.
Por fortuna, llego pletórico a una elaboración marinera por excelencia, como es el guiso de pelletes de tonyina, un plato que supura melosidad en cada cuchara que tomo. Se elabora con trozos de piel de atún que lleva la primera capa de carne del atún. En ella se congrega buena parte de la grasa natural que siempre encontramos en los distintos cortes de atún, aportando una suculenta untuosidad que lo hace espléndido. El caldo que encontramos es revitalizador, untuoso y persistente. Inolvidable.

Seguimos con unos raons o “loritos”, como se les conoce popularmente. Un pescado con una carne muy delicada, perlada; nos los ofrece fritos y tengo que reconocer que ese punto que se consigue con la piel crujiente me estremece.
Para finalizar, acabamos con otro guiso, pero esta vez es de tendones con una salsa riojana que asemejan a unos callos pero mucho más melosos, gracias al colágeno que atesora esta parte de la pata de la ternera, realmente sustancioso.
Y de postre, una torrija con helado, con un equilibrado punto dulce y muy apetitivo.
La cocina que nos ofrecen en Mañet destaca por su sinceridad y su naturalidad, donde sobresale la calidad del producto, con elaboraciones sencillas y muy sabrosas, donde las hechuras y la técnica de Raúl, no hace sino reivindicar una cocina marinera y tradicional muy recomendable.
Mañet Hotel-Restaurante. Avda. del Portet, 126. Tel.: 966 490 181. Moraira (Alicante).
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