16 abril, 2022
El modelo cooperativo mueve las poleas de la vida en el medio rural. La agricultura tiene futuro si se es capaz de trabajar con un modelo bien dirigido en el que gestores cualificados son capaces de marcar el rumbo de hasta dónde y cómo se quiere llegar a un objetivo. Y dentro del mundo del vino encontramos ejemplos muy significativos de esto. Uno de ellos nos lleva hasta la Font de la Figuera, en las entrañas de Terres dels Alforins en la DOP Valencia. Hablamos de la Cooperativa La Viña, que camina de la mano de Anecoop. Y dentro de un proyecto brillante que se ha convertido en uno de los buque insignia de esta denominación de origen nos centramos en un proyecto concreto, Los Escribanos.
Son varias las referencias destacadas de la bodega que entrarían en este modelo de agricultura llevada a la cima de la brillantez, pero en Los Escribanos convergen muchas de las virtudes de un modelo de éxito. La Viña ha sido capaz de establecer un modelo basado en la calidad de la materia prima. Un modelo que presenta notables exigencias para el agricultor, pero que a su vez le reporta unos rendimientos muy por encima de la media para lo que nos tiene acostumbrados el mundo del vino. Un sistema que ‘premia’ la calidad de la uva que el socio es capaz de aportar a la cooperativa. Y de ese sistema en busca de la excelencia nace Los Escribanos.
Este vino muestra el alma de las cepas viejas (de hasta sesenta años de antigüedad) de dos de las variedades autóctonas que más reflejan el carácter del territorio de Terres dels Alforins, (monastrell, que lleva la voz cantante, y garnacha tintorera), ubicadas en parcelas recuperadas por la bodega y escogidas por sus excepcionales condiciones naturales. Estas variedades aportan al vino todos los matices y características del terruño y que, gracias a la sabiduría de generaciones de viticultores, dotan a Los Escribanos de una personalidad que acredita su origen.
A la vista: vino limpio, brillante, de color rojo picota intenso y capa alta.
Al olfato: nariz intensa, compleja, carácter mediterráneo destacando frutas rojas maduras, monte bajo, notas minerales y balsámicas propias de suelos calcáreos. En agitada se potencian las notas afrutadas y la complejidad propia que aportan las cepas viejas cultivadas en suelos pobres y en condiciones extremas.
Sabor: vino estructurado en boca, envolvente, maduro, de paso largo y goloso.
Sensación final: final largo, fresco y amable.
Maridaje: perfecto para maridar con todo tipo de platos, en especial con aquellos a base de carnes rojas, caza, guisos de pescado, platos tradicionales del territorio (gazpachos, gachamiga, arroces) y también para disfrutarlo solo.
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