5 julio, 2023
Mar Lafuente
¿Sabes esos lugares mágicos envueltos en numerosas cosas maravillosas que te acaban enamorando? Les Freses es uno de ellos. Un proyecto único que cautiva a todos aquellos que se sumergen en él. Será la magia del Montgó; la enorme tradición vitivinícola que guardan sus tierras; el campo de fresas donde ahora nacen hermosas uvas de moscatel; sus vinos con alma llenos de historia; o la ilusión en los ojos de Mara Bañó, quien dió vida a esta bodega, cada vez que habla de Les Freses, donde ha visto su sueño de plantar viñas hecho realidad.
Sus vinos te trasladan de un sorbo al paraje donde nacen, en la localidad de Jesús Pobre, detrás del Parque Natural del Montgó y a escasos kilómetros del mar de Dénia. Con el macizo de fondo, los viñedos se fusionan en un espectacular paisaje donde se respira paz y naturaleza. Pero no es la primera vez que estas tierras ven crecer viñedos; muy cerca de allí se encuentran los restos de la bodega más antigua de Europa, en l’Alt de Benimaquia, donde íberos, romanos y piratas ya se enamoraron de los vinos que nacen en estos suelos.
Por suerte Les Freses trabaja el enoturismo, ofreciéndonos a todos la posibilidad de envolvernos en su fantástico mundo por un momento. Para ello pone en marcha diferentes actividades donde los visitantes pueden conocer sus vinos y todo lo que esconden. Durante todo el año está la ‘Visita General’ y la ‘Visita a l’Alt de Benimaquia’, y en determinados meses realiza experiencias de lo más singulares.
En la visita general, el enoturista podrá conocer sus viñas, la bodega y los procesos de vinificación, además de catar tres de sus vinos con dos tapas. Para esta los grupos han de ser mínimo de seis y máximo de 20 personas, con un coste de 18€ cada uno. La otra visita que se puede realizar en cualquier momento del año es ‘Visita a l’Alt de Benimaquia’; esta es un poco más especial, consiste en una visita guiada a L’Alt de Benimaquia de la mano de un arqueólogo titulado para descubrir los orígenes de la cultura íbera. Antes de la visita, se realiza un desayuno de un vino dulce y, a la vuelta, se catan dos vinos más junto con una tapa en la bodega. Una experiencia de 5 horas y 25€ por persona.
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