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La resiliencia de la monastrell se siente en Jumilla

11 noviembre, 2021

Pepelu González / Foto y vídeo: Vicente Escrivà y Fernando Murad

La DO Jumilla cuenta con el prestigio y el reconocimiento del mundo vitícola. Sus escarpados campos llenos de rocas calizas y terrenos arcillosos dan pie a que en ellos florezca, de forma natural, la uva autóctona de la zona, la monastrell. Un cultivo que podría tildarse de milagroso debido a las vicisitudes que la climatología y la orografía ofrece en esta área de la Península Ibérica. Una ardua tarea que viene acompañada de múltiples éxitos; vinos de un nivel excepcional nacidos de esas cepas de baja producción pero de una calidad sin igual.

Vinos DO Jumilla.

Las elaboraciones que florecen de sus ásperas tierras, no solo han sido capaces de conquistar los paladares del panorama nacional, sino que se han ganado un importante lugar en el ámbito internacional, con un sinfín de galardones que reconocen a Jumilla como una de las mejores zonas productoras de vino del mundo. Sus cepas están dotadas de resiliencia, una capacidad que les sirve para soportar cualquier tipo de adversidad climatológica, incluso en los periodos más calurosos y secos del verano. Unas condiciones que diferencian a esta zona del sureste de la Península Ibérica y que, como resultado, proporcionan unos frutos cargados de aroma y rebosantes de un potente sabor. Uvas, casi en su totalidad de la variedad monastrell, que tras la dura pugna por salir adelante, se convierten en vinos de un altísimo nivel.

Las provincias de Murcia y Albacete son las encargadas de albergar las 22.700 hectáreas que conforman la DO Jumilla. Una vasta extensión de tierra que cuenta con los restos de vitis vinífera más antiguos de Europa, tanto que los expertos cifran en más de 5000 años la tradición vinícola de esta zona. Además, Jumilla puede presumir de ser una de las denominaciones protegidas más antiguas de España, ya que su reglamentación se firmó en 1966. Albatana, Fuente Álamo, Hellín, Jumilla, Montealegre del Castillo, Ontur y Tobarra son los municipios en los que florece, gracias a su gran rusticidad y elevada resistencia a los periodos largos de sequías, la conocida y autóctona uva monastrell. Una variedad que, con el paso del tiempo, evoluciona hasta convertirse en los famosos vinos de Jumilla.

Silvano García muestra el tipo de suelo que predomina en la DO Jumilla.

Los terrenos pardos, pardo calizos y calizos se extienden por toda esta tierra. Unos suelos pobres en materia orgánica que están dotados de una gran capacidad hídrica y una mediana permeabilidad. Unas condiciones que permiten subsistir a las viñas incluso en las condiciones más extremas. Su climatología, influenciada por la cercanía del Mar Mediterráneo y por la meseta de Castilla la Mancha, sufre una gran variación respecto a los meses de verano e invierno. Con altas temperaturas en el periodo estival y con los termómetros en negativo en invierno. Sus, aproximadas, 3000 horas de sol al año no son capaces de combatir las duras heladas que suelen vivirse entre noviembre y marzo. Una gran oscilación térmica que proporciona a los frutos la capacidad de evitar cualquier tipo de pandemia como la filoxera.

La monastrell no es la única uva que brota en ese mar de campos de viñedo que anega las tierras de la DO Jumilla. En esta zona también podemos encontrar elaboraciones producidas a base de variedades como la cencibel, garnacha, merlot, garnacha tintorera, cabernet sauvignon, syrah, petit verdot, airén, macabeo, pedro ximénez, malvasía, chardonnay, sauvignon blanc, moscatel de grano menudo y verdejo. Todas estas son tratadas, en las 39 bodegas que componen la denominación de origen protegida, con las últimas tecnologías. Técnicas modernas que dan como resultado unos vinos de excelente calidad y de un mayor prestigio. Entre ellas destacamos a Bodegas Juan Gil, Bodegas Luzón, Bodegas Silvano García, Bodegas Carchelo o BSI. Entidades que, gracias a sus múltiples esfuerzos y horas de trabajo, se han hecho un hueco en el mercado internacional, exportando el 70% de las elaboraciones que reposan entre las paredes de sus fincas.

Silvano García frente al Museo Arqueológico Jerónimo Molina, Jumilla.

De todo esto habla con orgullo el presidente de la denominación de origen y propietario de la bodega que porta su nombre, Silvano García. En el centro de Jumilla, concretamente en la Plaza de Arriba, frente al Museo Arqueológico Jerónimo Molina, rodeado de elaboraciones que han brotado de las tierras que preside, hace un llamamiento a todos los amantes de la naturaleza, del buen comer y del mejor beber, para que se acerquen a esta pequeña maravilla enclavada en el sureste de la Península Ibérica. Un lugar en el que descubrir todas y cada una de las experiencias turísticas que giran en torno al mundo del vino. Un territorio plagado de zonas de un valor incalculable en las que se respira ese aroma a uva monastrell, variedad que copa el 80% de los campos de Jumilla. Una parada más que obligatoria para todos aquellos profesionales, aficionados o enoturistas que deseen realizar una profunda introspección en una de las denominaciones de origen más antiguas de nuestro país.

Foto aérea de las tierras de la DO Jumilla.

La curiosa y llamativa orografía de Jumilla te enamora desde que la ves. Sus escarpadas y bajas colinas que arropan las extensiones de viñedo recuerdan al antiguo oeste. Carreteras de tierra que se convierten en inclinadas pendientes entre barrancos que dejan rincones en los que pararse, en soledad, y observar la inmensa extensión de suelo en el que imperan las cepas. Viñedos repletos de unos frutos autóctonos del lugar que, tras el paso del tiempo ha sido labrado por múltiples civilizaciones, dando usos diferentes a esas uvas que sobreviven, aferrándose a la tierra, en arduas condiciones climáticas.

Increíbles extensiones de terreno en las que abundan las rocas calizas, los suelos arcillosos y arenosos pobres en materia orgánica que contrastan, a la perfección, con las coloridas hojas de las cepas viejas, incluso centenarias, que reinan de manera imperial en campos recónditos, en algunos casos prácticamente inaccesibles, y que te dejan con la boca abierta al verlas. En ellos se alzan las vides, mostrándose intactas e impasibles al paso de los años, de las que nacen vinos de un potente color rojo púrpura intenso con ribetes violáceos. Elaboraciones muy expresivas y afrutadas en nariz y que en boca mantienen una gran estructura y reconocible sabor. Unas características comunes, en casi todos los productos que se escudan bajo el sello de la DO Jumilla, que van ligadas al uso, tratamiento y cuidado de la conocida uva monastrell.

Silvano García paseando entre las cepas de un campo de la DO Jumilla.

Un paraíso vitivinícola, entre colinas y pueblos con un encanto especial, que debe convertirse en una parada obligatoria para todos aquellos turistas que deseen conocer un lugar cargado de historia y sorprenderse con la evolución que el mundo y la tradición del cultivo de la uva ha sufrido en Jumilla. Un pequeño rincón en el que descubrir todo lo que las antiguas civilizaciones instauraron en la Región de Murcia y en la Provincia de Albacete, conocimientos que, a día de hoy, continúan siendo uno de los ejemplos en los que fijarse para elaborar grandes vinos, de calidad suprema y completamente naturales. Una extensión al sur de nuestro país que podría describirse como el edén de la monastrell.

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